capítulo 4

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Dormí plácidamente esa noche nada me molestó, ni me interrumpió, los sonidos provenientes de la calle parecían haber cesado, todo era tan silencioso, tal vez pueda que haya sido por el sueño profundo del cual me costó salir en la mañana.

No quería levantarme, mi cuerpo aún no estaba lo totalmente descansado, sentía una pesadez enorme, un cansancio al que no le encontraba explicación, me levanté con dificultad, luego me estiré y terminé sentándome a la orilla de la cama, me quedé pensativo, no podía dejar de pensar en él, en esos ojos azules, esa sonrisa, esa voz, quería saber más de él, quería ir, tocar su puerta y decir cualquier tontería que se me ocurriese.

Desayuné pensando en él, me duché pensando en él, incluso me vestí  pensando en él, hablando conmigo mismo frente al espejo por si en algún momento llegase a encontrarlo en el ascensor, finalmente decidí ir y tocar su puerta con la excusa de que me regalase una taza de azúcar.

Me encontraba allí frente a su puerta, pero no fui valiente así que no toqué, me llené de cobardía y me marché subí al ascensor y bajé a la entrada, me encaminé hacia la cafetería cerca de mi edificio, hacía frío, así que cerré mi chaqueta hasta llegar allí. Ordené lo mismo de siempre y me senté donde siempre, observaba por el cristal a las personas pasar cuando de pronto la silla frente a mí se movió y voltee de inmediato llevándome una sorpresa, mi cuerpo quedó helado, petrificado al ver a Henry sentándose frente a mí con una sonrisa relajada.

- te he visto aquí solo y decidí sentarme y hacerte compañía, sería estúpido sentarme lejos de ti si somos vecinos. - dijo antes de beber un poco de su café.

- ¿quieres decir que es obligatorio?. - le pregunté sin retirar mi mirada de la de él.

- no... Lo mal interpretas, me acabo de mudar aquí, no tengo amigos y tú me has parecido agradable. - me aclaró con una ligera sonrisa.

- lo lamento, no quería sonar grosero. -le dije algo avergonzado dirigiendo mi mirada hacía su desayuno.

El mesero se acercó y nos entregó la cuenta, estaba por poner el dinero que debía pero él me sostuvo la muñeca y puso un billete, el mesero se fue con el dinero de la cuenta y yo no dejaba de ver a Henry algo sorprendido.

- gracias por pagar mí café, no era necesario. - le dije.

- soy un caballero, siempre invito yo, sea cual fuese la ocasión. - de nuevo me sonrió con tal ligereza, descuido, tal vez confianza.

Mi teléfono sonó interrumpiendo lo que iba a decirle a Henry, atendí de inmediato y miraba las manos de Henry sin que éste se diera cuenta.

- no iré, Mark tengo cosas que hacer, entiendo, entiendo, pero tú entiende que ir a casa de Alisson es una maldita mierda, siempre todo termina en problemas por el imbécil de Derek... no lo sé, no... no, no, escucha maldición, esta bien malditasea, iré pero sólo una hora, ya no jodas.

Colgué y miré a Henry quien sonreía algo sorprendido escuchándome, pasé la mano por mi cuello un tanto avergonzado por mi exaltación.

- mi amigo me altera fácilmente. - le expliqué.

-ya veo, así que tienes una fiesta y no invitas. - agregó con media sonrisa antes de darle una mordida a su sándwich.

- eh... no creo que sea tu estilo esta clase de fiestas... es algo...

- ¿Que clase de fiesta es?, ¿Para fenómenos de circo?, ¿Para animales?, ¿Para abuelos?. - me interrumpió. - si es así pues me gustaría aún más ir, me gustan los fenómenos, los animales y los abuelos, los abuelos son geniales. - me sonrió.

Quedé helado ingeniando una estrategia para que no viniese conmigo, la casa de Alisson era la casa sodomita, homosexualidad en cada rincón, travestis, orgías, no podía llevarlo a un lugar así y enseñarle la vida de mierda que llevo.

- Henry nos acabamos de conocer, te sentirás fuera de lugar en esa fiesta, todos son extraños para ti. - se lo dije de la manera mas dulce que podía aguantar ya que esas cosas no iban conmigo.

- las fiestas son para conocerse, pero entiendo que no quieras ir conmigo y tener que andar con el desconocido toda la noche para que no se sienta fuera de lugar.

- ¿puedo preguntarte algo?. - le dije con aquel aire de seriedad.

- claro, puedes pregúntame lo que quieras. - me respondió un tanto serio.

- ¿Por qué tanto interés en mí?, me pagas el café, hablas conmigo como si me conocieras de toda la vida, con esa confianza y atrevimiento que me desagrada, ahora quieres ir conmigo a una fiesta dónde no te conoce nadie, ni siquiera yo te conozco, sólo se tu nombre. - le dije dejándole ver mi adusta forma de ser.

- quería ser tu amigo Adan, no veo cual sea el problema, pero tranquilo, no te molestaré más, iré a una discoteca hoy en la noche e intentaré hacer amigos o invitaré a alguno de mis compañeros de trabajo, no debería decirte lo que haré pero son costumbres que debo eliminar, la gente aquí es diferente. - se levantó tomó su abrigo y me miró. - intentaba ser amable. - dijo un tanto desilusionado y se marchó.

Me quedé meditando en el café acerca de lo que había pasado, lo había arruinado todo por estar a la defensiva, me cuesta hacer amigos, siempre termino decepcionado, con el corazón hecho trozos, terminan alejándose de mí por lo que soy, por ser gay, por mi pesimismo, por mi pasado.

Toqué su puerta algo nervioso, quizás estaba más arrepentido que nervioso, tenía sentimientos encontrados, no sabía que sentir mientras esperaba a que abriera y cuando lo hizo no pude evitar sonreír un poco.

- lamento lo de hace un momento, fui un total desconsiderado, discúlpame no quise hacerte sentir mal, a veces soy detestable. - me costaba hablarle, estaba tan inexpresivo.

- no hay problema, no te preocupes, estas disculpado. Ahora si no te molesta debo terminar de preparar mi comida. - hablaba de manera tan fría que me parecía otro hombre.

- oye espera... ¿aún quieres ir a la fiesta?.

- no, ya he quedado con unos compañeros de mi trabajo esta noche para salir a tomar unas cervezas. - dijo antes de cerrarme la puerta en la cara pero sin olvidar decirme el adios.

Fue decepcionante a pesar de todo, pero no me di por vencido y en la noche antes de irme llamé a su puerta de nuevo. No abrió, pero igual deslicé bajo su puerta la dirección de la casa de Alisson escrita en un papel y me fui.

PromiscuousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora