CAPITULO 11

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   Me sumergí en una inmensa depresión, nuevamente solo, con el corazón hecho pedazos, las pesadillas no sesaban, mí insomnio era tal que dormía sólo tres horas y el resto de lo que quedaba de noche lo lograba soportar gracias a los libros y la música, las horas en la noche pasan lento, demasiado despacio, pareciera que el reloj se quedara paralizado tratando de recordar en que número estaba y retrocedía para comenzar todo de nuevo. No salía del departamento siquiera a comprar comida o las medicinas para la fuerte tos que tenía, en las noches me costaba respirar, sentía como si alguien apretara mis pulmones impidiéndome tomar el aire, sentía miedo en ocasiones por tal dificultad para respirar por lo que le pedí a Alisson que cuidase de mí. Estuvo cuatro semanas en mi departamento, me compraba la comida, las medicinas, me hacía de comer, incluso en los momentos mas difíciles me ayudaba a levantarme.

- cuatro semanas y aún tienes esa tos, deberías mejorar, no empeorar, mírate, estas tan pálido Alan, deberías salir a tomar algo de sol, ya no hace tanto fresco, en las noticias han dicho que el verano ha llegado antes de tiempo. - decía mientras me daba de comer.

- no quiero salir, quiero quedarme aquí, no tengo porque salir, allí afuera no hay nada para mí. - dije desanimado.

- claro que sí, está Marck, estoy yo, tu trabajo que perderás si no vas mañana. - me dio otra cucharada de sopa y peinó un poco mi cabello con su mano.

- ustedes pueden venir y ayer llamé para decir que me encontraba enfermo, enviaste por fax el justificante médico ésta mañana. - le aclaré.

- cierto, lo había olvidado, deberías ir de verdad al médico, yo puedo hacerte justificantes falsos pero no puedo diagnosticarte, no soy médico, puedes coger una infección en los pulmones y será peor.

- ya no quiero más. - dije refiriéndome a la comida y apartando la cara de la cucharilla que se acercaba a mi boca. - no iré al médico, ya se me pasará, tampoco estoy tan mal como antes, ya puedo respirar mejor. - le aclaré.

- está bien, no te obligaré, es tu decisión. - dijo levantándose con la bandeja en las manos. - no has comido casi nada.

- ¿Ya te vas?. - le pregunté para no sumergirnos en la discusión de mi alimentación.

- sí, ya debo irme, es tarde y Alfred duerme temprano, no querrá venirme a buscar a las doce de la noche, conozco muy bien a ese vejete. - dijo sonriendo. Se acercó y besó mi frente y luego me tocó para asegurarse de que no tenia fiebre. - estás bien, hoy no has tenido fiebre, al parecer si estas recuperándote. Si te sientes muy mal no dudes en llamarme Alan. - dijo antes de besar mi frente nuevamente y marcharse.

   El sudor invadía mi cuerpo, me movía de un lado a otro, me dolía, me dolía tanto la espalda, no podía dormir, no paraba de toser, me levanté y fui al baño, las náuseas eran enorme, me acerqué al retrete y vomité después de toser, el color carmín pintó el blanco interior del retrete junto con el agua cristalina, mis ojos se abrieron como platos, el sabor a hierro en mi boca era desagradable, la sangre pintaba de rojo mis dientes, había vomitado tanta sangre que el miedo invadió mi cuerpo. Luego de calmar mi miedo me levanté y lavé mi boca en el lavamanos, me vi en el espejo, me veía tan ojeroso y pálido, me había convertido en un muerto andante.

   Transcurrieron dos meses desde ese momento tan escalofriante que no volvió a repetirse, a mitad de esos dos meses Henry se mudó de departamento, me dejó una carta dónde decía que se iba a Ohio a vivir en un departamento que había comprado en Cincinnati algo que me devastó aún más, desde ese entonces no supe más de él y yo decaí por completo hundiéndome en las drogas aún más que antes, me había enganchado a la heroína como todo yonki profesional, me despidieron y lo que me quedaba de dinero me lo gasté en fiestas, alcohol y drogas, me acostaba con quien fuera para llenar el vacío que sentía, me drogaba para aliviar mi dolor, aún seguía teniendo tos, esa maldita tos se había adherido a mí como la goma de mascar pegada en los cabellos de cualquier persona.

PromiscuousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora