Era sábado, llegué como siempre a las dos en punto a la cueva a leer, me encantaba el olor de esa cueva, es ese olor indescriptible a tierra mojada y pasto recién cortado, estaba leyendo los últimos capítulos de mi libro, me sentía muy emocionada aunque ya sabía el final de la historia, hasta que sentí una mirada penetrante, vi entre las sombras unos ojos grises como las rocas de la cueva y brillantes como la luz de la luna, quede en shock estaba totalmente paralizada, eran unos ojos muy bellos, y reaccioné, esos ojos me habían visto leer, algo que estaba rotundamente prohibido no podía hacer nada, quise salir corriendo pero la sombra del poseedor de esos ojos me bloqueaba la única salida, lo único que se me ocurrió hacer fue salir corriendo desesperadamente, pero su voz me detuvo -¿esta usted bien?- dijo, no pude formular palabra alguna, estaba tan aterrada y encantada al mismo tiempo; no pude evitar voltear a ver su rostro, tenía que ver el rostro de esos ojos grises y sí, al igual que sus ojos, su rostro era encantador, cejas negras como la oscuridad de la noche, pestañas oscuras perfectamente dobladas naturalmente, una nariz perfecta y ni hablar de sus labios de color rosado tenue, su cabello estaba algo despeinado por el viento del bosque pero se podían apreciar sus rizos oscuros, y tenia una camisa blanca perfectamente lisa y limpia con un pequeño punto de color azul brillante.
Solo pude responder un: -sssí, estoy bien- iba a echarme a correr de nuevo pero su mano sostuvo mi brazo rápidamente, al sentir el tacto de su mano con mi brazo una pequeña electricidad me recorrió el cuerpo, voltee a ver a sus ojos de nuevo y el no quito la vista de los míos.Nunca me había importado mi aspecto pero en ese momento recordé mi reflejo en el espejo esta mañana, mi cabello negro y esponjado, aunque había dejado de luchar hace mucho tiempo con eso, también recordé que llevaba un vestido viejo todo remendado, - perdón si la he espantado señorita, ¿puedo saber su nombre? - habló de nuevo.
Si le decía mi nombre podían encontrarme mas fácil, por muy atractivo que me pareciera me descubrió haciendo algo prohibido, ¿qué tal si era un soldado del rey? iba bien vestido - mi nombre, mi nombre no importa - me solté de su agarre y antes de irme voltee a ver sus ojos de nuevo, - espere señorita ¿cuando puedo volver a verla? por favor, su secreto está a salvo conmigo - y eso fue lo último que escuché al alejarme de aquel lugar; cuando por fin llegué a mi cabaña mi abuelo estaba sentado en la mesa, esperándome con una taza de café y una caja blanca al lado, a esa hora siempre solíamos tomar café. - hola Maguie, Feliz cumpleaños- dijo arrastrando la caja hacia mi, - oh abuelo, ya lo había olvidado, gracias por recordarte- abrí la caja lentamente y en ella había algo que creía no ver nunca mas, un libro, un libro diferente al mío - ¡abuelo! Pero, pero ¿dónde, cómo lo...?- no pude terminar la oración y me interrumpió
-no importa donde lo conseguí, dedícate a leerlo, eso me hará muy feliz- las lágrimas recorrían mi rostro de felicidad, me acerqué a él y lo abracé muy fuerte - gracias - dije finalmente.Horas después en mi habitación leía el libro, pero no podía concentrarme, por eso me gustaba mucho ir al bosque, no había ningún ruido más que el de los pájaros, no podía dejar de pensar en el chico que me había visto leer ¿qué tal si me acusaba y por mi culpa se llevaran a mi abuelo? no lo soportaría.
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Le Palais.
Teen FictionMaguie es una de las pocas personas que puede leer en el reino, en el que ella vive con su abuelo, a las afueras del bosque, no quiere dejar de leer el libro que tiene, ya que es el único recuerdo que le queda de sus padres a quienes el rey mató. M...