Capitulo 8: Un partido corto

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Y ahí estábamos tranquilos, jugando Tenis, ninguna de ella se veía preocupada por la desaparición de su rara amiga. Se veía que ellas disfrutaban pasársela bien aunque fueran de diferentes culturas y etnia, eso era buenísimo. No era nada bueno jugando a este juego pero ¡Hey! Estamos pasando un buen rato aunque realmente hubiera preferido quedarme en mi casa acostado sobre mi cama y comer algún que otro dulce que escondía en mi mochila. Me había cansado y solo estaba jadeando, no podía hacer algo mas, nunca creí que el tenis seria tan cansado. Me senté en una esquina de la cancha y las vi jugar, empecé a hacer sonidos con mi boca para distraerme un poco y no aburrirme. Alguien se acerca a nosotros ¿Es...? Si, parece que es Duina se acercaba con una cara de aburrimiento, frunciendo sus labios, juntando las cejas y con los hombros hacia delante como si estuviese exhausta de hacer algo. Se acercaba poco a poco a la entrada de la cancha, adivinen quien se encontraba al otro extremo donde se podía ver claramente la puerta. Yo. Entro y se hizo la perdida como si no me hubiese visto por la reja que separaba la cancha de tenis con el pequeño lugar para jugar de los niños. Empujo de la puerta y solo se me quedo viendo, para no verme tan grosero levante mi cansada mano derecha y solo la salude con una pereza que no solo se veía en la mano si no que también en mi cara. Me miro directamente a los ojos por al menos dos segundos y me sonrío, puso su mano derecha en su codo y corrió con su amiga, Mirna, y le empezó a hablar en lo que parecía ser Tailandés o algún idioma asiático. Se me quedaron viendo y se empezaron a reír. ¿Ok? Las mira con mi raqueta en la mano izquierda e hice con la raqueta un movimiento como si se las fuera a lanzar, Albora se me quedo viendo y se empezó a reír del movimiento de la raqueta.

–Oye Frederico– Dijo Albora con un tono burlón– No te pongas así, están bien locas.

Le mire sus gotas de sudor derramándose de su rostro y como no se quitaba aquella sudadera, sentía como si yo fuese el de la sudadera y empiece a dar mas y mas calor. Me empecé a reír de una manera tan discreta que no parecía tan falsa y solo le dije

–Te creo.

Momentos después vi que su padre llego y saludo a Mirna, y nos miro con extrañeza a los demás.

No me acuerdo muy bien del nombre de Mirna, su verdadero nombre, si no lo pondría, claro esta.

Vi que Dwina solo había venido a despedirse y se fue otra vez a su casa.

Un día jodidamente extraño.

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⏰ Última actualización: Apr 02, 2017 ⏰

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