Capítulo 5

133 18 8
                                    

Capítulo 5.

– Coge mi mano para ayudarte a levantar – me ordena el profesor.

Estoy algo encajonada entre las dos elípticas.

Qué bochorno.

Le doy la mano y él se agacha para ayudarme con el resto del cuerpo. Pone la mano tras mi espalda y, en un segundo, estoy en sus brazos. Me ha cogido en brazos, pero estoy demasiado avergonzada y dolorida como para disfrutar de ello.

Seguidos por un par de personas me lleva hasta uno de los bancos de madera de la zona de pesas, me sienta y, de repente, aparece la monitora de zumba en escena.

Queda horrorizada al verme. Me duele, pero la sangre es muy escandalosa y no es para tanto.

– ¡Dios mío, Sandra! – exclama Carmen con preocupación –. ¿Qué te ha pasado?

No puedo responder. Dolor y bochorno se han mezclado y lo único que quiero es desaparecer.

Alguien me tiende una botella de agua con el tapón quitado para que beba un poco y, de repente, escucho;

– La llevaré al hospital. Esa herida del brazo no me gusta nada – le dice el profesor.

Me miro la herida del brazo. Está sangrando y es algo grande. El pie tampoco está bien del todo.

Uf, me duele bastante, la verdad.

– Muchas gracias, pero no necesito un médico – aseguro.

Me acomodo en el banco, bebo agua y me cruje la espalda.

Joder, joder, ¡joder!

– Claro que sí.

Blair no parece dispuesto a aceptar una negativa por respuesta.

– A lo mejor necesitas puntos, o vacunarte con la antitetánica. Te has hecho la herida con el hierro de la elíptica. Tienes que ir al hospital, yo te llevaré – insiste.

El profesor está exagerando, pero la herida me duele tanto que igual tiene razón. Sin embargo, no voy a dejar que él me acompañe a ninguna parte. Si antes no tuvo ganas de charlar conmigo, dudo mucho que ahora tenga ganas de acompañarme a un hospital.

– Carmen, ¿te importaría darme mis cosas que están en la taquilla? – le tiendo mi llave de la taquilla con el brazo que no tengo herido –. Llamaré a una amiga que está aquí cerca para que me recoja y me acompañe al hospital.

El profesor Blair se le adelanta y me quita las llaves.

– Te llevaré yo – no es una sugerencia.

– He dicho que no – trato de mantenerme firme y, cuando Carmen está dos segundos después con mis cosas en la mano, abro la bolsa y saco mi teléfono.

Llamo a Marta.

La llamo dos veces.

Pienso en Charles... joder, joder, ¡joder!

Tres.

– No responde – miro a Blair.

Mi mirada de rendición debe de decirlo todo.

Acepto. ¡Me rindo!

Se agacha y me ayuda a levantarme y una vez estoy en pie me coge otra vez en brazos. Su fuerza es tal que no parece que haya tenido que hacer el más mínimo esfuerzo para levantarme.

Me despido de Carmen y salimos del gimnasio.

Maldita sea la hora en la que decidí venir.

El profesor yendo al mismo gimnasio que yo... en fin.

Espresso amor [PAUSADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora