Capítulo 10

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Capítulo 10.


Es domingo. Son las dos de la tarde y acabo de almorzar. Blake no me ha enviado ningún mensaje ni me ha llamado, pero tampoco es que hubiéramos quedado en que así sería.

Decido no contactar yo con él.

Anoche me envió un mensaje de buenas noches, pero no le contesté con el tema de la llamada de Nacho y la visita de Marta.

En fin. No quiero parecer desesperada, aunque realmente lo estoy. Ha dejado en mí ganas de más. De muchísimo más. Me encantaría volver a verle. Me encantaría poder volver a besarle en los labios y enredar mis manos en su suave y corto cabello azabache. Me muero por volver a aspirar su olor otra vez.

Decido montarme en mi coche y pasar la tarde con mis padres.

Mi hermano aprovecha que estamos los tres juntos y nos llama por Skype, charlamos un rato y nos enseña el perro que ha adoptado. Es un Bull Terrier blanco con dos manchas negras en ambos ojos. Conozco esa raza. No me gustan nada porque me parecen un poco feítos los pobres. Pero cada cual con sus gustos.

– ¿Y cómo vas a cuidar de un perro con tanto trabajo, hijo? – pregunta mi padre con consternación.

Evidentemente, mi hermano y su profesión de médico no son sinónimo de exceso de tiempo libre, pero él les dice a mis padres que ama a los animales, que se enamoró de su Bull Terrier a primera vista y que, en la medida de lo posible, hará todo lo que pueda para cuidarle como se merece.

Por fin tendrá un compañero de piso.

Marcho a la residencia cuando está atardeciendo.

Me encuentro a Patricia Ugarte y a su novio en el parking.

– Qué suerte encontrarte – dice ella sacando un sobre de su bolso –. Toma. Iba a dártela mañana, pero ya que nos hemos encontrado...

Me entrega el sobre, de color crema y muy suave, emocionada. Yo estoy confusa al principio, pero lo abro creyendo saber qué me voy a encontrar.

No me equivoco.

– ¡Felicidades! – les digo a ambos.

– Gracias – responden al unísono.

Se van a casar, ella y Cayetano llevan cinco años juntos y la fecha de la boda es para el próximo verano. Están encantados.

– Menuda manera más espectacular de celebrar el final de carrera – apunto con una gran sonrisa –. Os deseo lo mejor, chicos. Y allí estaré. Gracias por invitarme.

Ellos se miran con ternura. Joder, ¡qué bonito es el amor!

Tras un par de minutos hablando nos despedimos. Vuelvo a desearles lo mejor y le ofrezco mi ayuda a Patricia por si necesitase algo para los preparativos. Ella me lo agradece con sinceridad y se marchan en el antiguo Seat Córdoba rojo de su chico.

Mi teléfono pita en el interior del bolsillo de mi pantalón.

Es Blake.

Nerviosa, entro rápidamente en el WhatsApp.

<<¿De dónde vienes? Estás muy guapa hoy>>.

Tras leer miro en todas direcciones pero no le veo.

¿Guapa?

Llevo un simple skinny fit blanco y un jersey de punto celeste.

<<Estoy en el departamento de idiomas. No me busques con la mirada porque no me vas a encontrar>>.

Espresso amor [PAUSADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora