Era un día soleado como muchos de la primavera del año 1998.Yo jugaba con mis amigos en la cancha de la Wai. Era una especie de grupo juvenil que realizaban múltiples actividades para niños y jóvenes en las tardes después de clases.
En esos días todos se creían Michael Jordan, obviamente, yo no era la excepción. Íbamos cada tarde sin falta la cancha de básquet con mis amigos, se llenaba de jóvenes y niños, emulábamos constantemente las jugadas de aquél súper estrella.
Hasta el día de hoy quienes practican este deporte, imitan al mejor jugador de todos los tiempos, el Air Michael Jordan.
No pasaba de los 12 años y definitivamente no era un prodigio para el Básquet. Pero me encantaba jugarlo. Llevaba asistiendo cerca de 3 años todas las tardes y siempre miraba a los más grandes que jugaban entre ellos. Algunos eran muy buenos y me encantaba quedarme ahí y disfrutar de sus jugadas. Debido a mi edad los encontraba inalcanzables, y por sobretodo admirables.
Había un joven que le decían el Jordan, porque imitaba a la perfección las jugadas de Michael y siempre se destacaba, tenía alrededor de 17 años, a las niñas del barrio las traía a todas locas. Incluso a mis amigas. Yo moría de envidia, pero lo tenía como un ídolo, así que me daba lo mismo, simplemente porque consideraba al Jordan, como el mejor de todos.
Una tarde, llegue a la cancha y me puse a jugar con mis amigos en un aro. Los más grandes estaban en el otro extremo, por una situación fortuita pasé a pegarle un pelotazo al Jordan, se dio vuelta con cara de pocos amigos y comenzó a darme improperios, retándome y diciéndome que saliera de la cancha, que los cabros chicos ya lo tenían aburrido. Yo entre riéndome y casi llorando no dije nada, y me fui al baño. Al llegar comencé a dar patadas a la taza del baño, tenía demasiada rabia de mí mismo, y de la impotencia de no poder defenderme. En fin, esa situación me produjo un rechazo hacia el Jordan desde aquel día, por lo que dicho incidente me produjo perder toda admiración que tenía por él. De hecho ahí en adelante fue cuando comencé a ver realmente quien era: Un joven altanero, que miraba en menos a todos y a los niños sobre todo.
No sé si se debió a mi edad, pero esa situación fortuita hizo que me diera mucho miedo volver a la cancha, incluso me afectó tanto que no quería crecer, porque me sentía incapaz de poder jugar contra esos jóvenes más grandes, por esta razón perdí un poco el interés en hacer deporte. Más bien, en jugar Básquet.
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El Regreso del Canguro
Teen FictionUn niño llega a la cancha de un barrio, sin saber que se convertirá en una leyenda...