III

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A los tres días de aquella aparición, pasé caminando por el frente de la cancha, era de noche, cerca de las 11, y de nuevo divisé una silueta. Era el mismo niño. Me quedé mirando por unos instantes.

Practicaba y practicaba una jugada, estuve ahí en la oscuridad observándolo atentamente, era tanta la curiosidad, que al otro día fui nuevamente y ahí estaba practicando sin descanso.

Fue una semana completa, todas las noches jugaba solo y practicaba sus jugadas. Nunca lo había visto antes, era una cara nueva para mí.

Uno de esos días me di el valor y entre a la cancha, pero llevé mi pelota. Eran cerca de las 10 de la noche; él me vio entrar, sonrió y me saludó.

Me sorprendió lo amistoso que fue conmigo, así que lo saludé estrechándole la mano. Me preguntó si quería que se fuera porque no era su cancha, yo le respondí que no me importaba, que todos jugaban ahí, volvió a sonreír y lanzo el balón desde la mitad de la cancha, encestando como si nada, y me dijo:

- Entonces bien, seguiré jugando

- Sergio. - Le dije botando mi pelota.

- A mi dime Canguro.

- ¿Por qué canguro?

- Porque a todos les gusta Michael Jordan, pero a mí me gusta el Canguro Drexler de los Portland. Aunque si te soy sincero, me gusta cómo juega, y me gusta su sobrenombre, además me hace diferente, ya que todos se creen Michael Jordan, o sea soy único.

Canguro se largó a reír. Y yo con él... al mismo tiempo que lanzaba el balón, que se fue afuera.

Esa noche me enseño como lanzar bien, me decía que era muy fácil encestar, que debía pensar siempre en que era lo más sencillo, y que el dedo del medio debía apuntar al aro. Nunca en mi vida de basquetbolista encesté tantas veces.

Lo invité a jugar al otro día con mis amigos, me dijo que sí, nos despedimos y me fui muy contento a casa, mientras silbaba por las calles me preguntaba de adonde sería ese niño. Si nunca lo había visto.

El Regreso del CanguroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora