Disfraz.

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Rápidamente agarró al joven que parecía desfallecer frente a él y se encaminó al primer sillón que se encontrara cerca de ellos. El miedo le recorría como grandes bombas dentro de él, no quería perder a su chico, y lo peor es que no sabía qué tenía.

El, ahora, rubio gimió de dolor y cerró los ojos cuando un pequeño hipo le invadió, poco después descubrió que ese hipo era la falta de oxígeno dentro del chico, cosa que lo asustó aún más.

—Riddle...

—Tranquilo, todo estará bien —susurró acariciando la cabeza del menor con preocupación.

El ojiverde se acostó en el sillón y estiró sus brazos hacia arriba, tratando de hacer algo para respirar.

—¿Tie-Tiene la poción... la poción somnum? —tartamudeó empezando a toser.

—Sí, pero...

—Dámela —exigió mirándolo con suplica—. Tom...

—Pero tú...

—No moriré, joder —gruñó antes de que otra oleada de dolor le invadiera y, dando un brusco giro, terminó en el piso—... ¡Maldición, Riddle! —gritó— ¡Mueve tu hermoso trasero!... ¡Ya!

Tom casi sonreía por la referencia que le dio a su trasero, más cuando, entre ellos dos, el actor ganaba en ese concurso, y sabía de eso por la veces que se le quedó mirando la retaguardia al chico, el trasero era el mismo de todas las veces, casi como los ojos.

Corrió a su oficina con rapidez -aunque no es como si fuera a admitir que se rebajó tanto como para correr- agarró la pequeña botella que se encontraba en lo más profundo de su estantería y regresó a su habitación sin que le importara el haber tumbado la torre de papeles que días atrás había acomodado con tanto esfuerzo.

Cuando regresó a la sala se encontró con el rubio hecho bolita en su alfombra, debía admitir que se asustó aun más cuando vio como el disfrazado lloraba en el piso. Es poco decir que corrió hacia él cuando, en un segundo, ya había llegado a su lado para darle la poción -anteriormente abierta- en su boca.

—¿Esmeralda? —preguntó llamando al chico, quien se había dejado de mover segundos después de haber tomado la poción— Chico, no me asustes —murmuró colocando su mano en la frente y tratar de saber la temperatura -que era demasiado alta- del joven.

—Gracias —fue la respuesta que recibió cinco segundos después. El actor se sentó en el piso y miró a Tom a los ojos, para luego sonreír con la sonrisa más pura, leal y verdadera que había visto en toda su miserable vida, aunque, claro, después de haber conocido, perseguido y acosado a su actor favorito—. De verdad, gracias —repitió empezando a estirarse como si nada hubiera pasado—... Hace mucho que no me pasaba eso.

—Y... ¿Me podrías decir que es eso? —demandó mirando al joven— Joder, casi me matas del susto, esmeralda.

—Harry.

—¿Qué?

—No soy 'chico', mucho menos 'esmeralda' —dijo sonrojado—, aunque no me molesta que me digas la última...

—Sigo sin entend...

—Mi nombre es Harry.

Si Tom no estuviera sentado en el piso, lo más seguro era que se hubiera caído después de esa frase.

—Harry —susurró probando el nombre ajeno en sus labios—... Me gusta —afirmó haciendo reír al nombrado.

—¿Qué? ¿El nombre o yo? —preguntó burlón.

—Joder, los dos —susurró sonriendo, o eso fue hasta que se acordó de lo pasado momentos atrás, dejando de sonreír en el momento—. ¿Y que fue eso, Harry?

El nombrado lo miró como si lo estuviera analizando, cosa de la cual ya se había acostumbrado después de casi tres años persiguiendo su rastro como un perro faldero, por más que no le gustase el nombre.

—Supongo que puedo confiar en ti —declaró. Tom asintió—. Ponte cómodo, Riddle. Esto será una gran historia —dijo sonriendo de forma animada—. No, mejor ve por alguna comida; palomitas servirán... ¡Oh! También algún refresco, muero por sentir algo líquido en mi boca.

—¿Y estás seguro de querer refresco?

Harry miró al pelinegro frente a él antes de ponerse de un color rojo total tras entender el doble sentido.

—Ve antes de que muela ese bello rostro a hechizos —siseó haciendo un puchero.

Esa tarde, después de mucho tiempo, los labios de Tom sonrieron.