Días pasaron convirtiéndose en meses, dos meses, para ser exactos. Dos meses que Tom Riddle estuvo buscando al pequeño actor por todos lados, pero nunca pudo encontrar por más que buscara. Era estresante, más con lo que había pasado en la noche de navidad, ¿cómo podía desaparecer después de eso? Esa mañana había despertado totalmente frío, cuando buscó la ropa alrededor de él, no encontró ningún asomo de lo que había pasado la noche pasada, hasta su ropa -que habían tirado por la habitación- se encontraba perfectamente doblada en su escritorio. Tom se estaba volviendo loco con cada segundo que pasaba, quería tener otra vez el cuerpo delgado bajo él, sentir la caricias que el chico le daba en su mejilla, los pequeños besos que recorrían su pecho con un toque perezoso. Ansiaba sentir el cosquilleo que daba en su estómago cuando sus ojos se conectaban.
Recordó -una mala jugada de su mente, lo más seguro- la segunda vez que lo vio, unos curiosos ojos ayudaban a una vieja bruja en el callejón diagon, y no pudo sacarse de la cabeza a esa persona. Le siguió sin discreción hasta que vio cómo conseguía lo que quería: La anciana le había regalado una esfera de cristal azul. Después de eso puso más atención a su alrededor y descubrió a diferentes personas haciendo lo mismo, hasta que se aprendió la firma mágica de una persona, desde ese día fue más fácil localizar al individuo y descubrir que era la misma persona sólo que disfrazada quien hacía semejantes cosas. Siempre se salía con la suya, y Tom estaba bien viéndole hacer esas cosas, hasta que el actor se dio cuenta de su existencia.
Al principio el chico había empezado a escapar de él cuando lo veía, pero, después de cinco semanas, ya no se ocultaba. Lo hacía descaradamente en su cara, sonriéndole con burla.
Tres semanas después decidió empezar a estropear sus planes, aunque la mayoría nunca fallaban. Era una completa diversión para el emperador del imperio, le encantaba esa persona que, sin saber quiénes era, se atrevía a reírse en su cara, a decirle la verdad sin miedo a que le dañara. Tal vez así empezó a amar al chico, lo cual le impulsó a hablarle cuando estaba en ese disfraz de niño.
El acuerdo fue mejor de lo que esperaba, llegó a verlo hasta cuatro veces por semana y a hablar con él, aunque sólo algunas eran dignas de ser recordadas... Pero todos los momentos con él eran únicos.
Se insultó a si mismo, ¡ni siquiera sabía su nombre! Sólo sabía que era hombre, le gustaba el azul y el verde, tambíen entre qué años estaba, que le gustaba la tarta de melaza y los lugares solitarios y naturales; también que era extraordinario en el sexo, que eso no se olvide.
Gruñó y se jaló el cabello, debía salir y despejar su mente, pero no quería, no cuando sabía que el mundo sería triste sin la traviesa persona recorriendo sus calles con sus dotes de actuación.
Ese día, Tom Riddle sintió que la soledad le cegaba.
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Disfraz.
FanficCada día Harry se disfraza de alguien diferente y recorre la ciudad con esa apariencia nueva. Nadie se da cuenta... Nadie excepto él. Los personajes pertenecen a la escritora J.K. Rowling. Temática chico x chico. Si nunca has leído este tipo de hist...