Ya no puedo controlarme

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Me disculpé con su madre y salí por la puerta, al subir a mi auto aún me temblaban las manos.

-Mierda.

Tapé mi rostro con mi mano y suspiré cansado, mi móvil vibró en mi bolsillo y lo saqué contestando sin ganas.

-Christian.

-Soy yo.

Bufé cansado, Bárbara estaba muy fastidiosa estos días y no estaba de ánimos para aguantar su pesadez.

-¿Qué quieres?

-Estoy frente a tu casa.

-En camino.

Colgué y arranqué el auto a toda velocidad, mis pensamientos se desviaron de Ana a Bárbara, recordaba que cada vez que iba a casa era porque algo sumamente malo había pasado.

La primera vez que Bárbara llegó a casa estaba con las ropas sucias, no habíamos hablado mucho y aquella tarde sólo había abogado por ella, estudiábamos en la misma escuela en ese entonces.

Era receso y caminé directo hacia el aula al sonido de la campana, pero por el camino vi a unas niñas pegando a otra más pequeña, iba a pasar de largo pero la llorar y me detuve molesto, bufé y me volví hacia ellas.

-Hey.

Todas se volvieron hacia y se pusieron rojas, Bárbara me miraba con sus grandes ojos llenos de lágrimas y tomé su mano.

-¿E-eh?

-¡Christian!

-No molesten a ésta niña, la necesito para un trabajo hoy.

La jalé lejos del grupo y cuando estuvimos lejos la solté, me volví hacia ella y el rojo teñía sus mejillas, puse los ojos en blanco bastante molesto, las niñas eran demasiado fáciles de leer.

-¿Porqué me has ayudado?

-Tu voz es molesta y chillar no te queda bien, así que tuve que intervenir para que te callaras.

Me volví hacia el frente para poder ir al aula.

-G-gracias.

Me volví hacia ella, estaba temblando y sus mejillas seguían rojas, reí.

-¿No me has oído? Temía por mí y mi perfecta audición, no lo hice por ti.

Bárbara se pegó a mí desde entonces, decidí que sería mi novia y tiempo después se vengó de todas las que la lastimaron, sus padres se divorciaron y se convirtió en aquello que siempre odió.

Me bajé del auto, Bárbara estaba sentada junto al portón de mi casa, estacioné y me bajé para sentarme a su lado, no dijo nada y suspiré.

-¿La volvió a golpear?

Asintió y posó su cabeza en mi hombro mientras rompía a llorar, su madre era golpeada continuamente por su nuevo novio y Bárbara por tratar de defenderla no era bienvenida, aunque su padre le mandaba dinero para el instituto nunca le llamaba, Bárbara no era feliz, después de unos segundos dejándola llorar me puse de pie para extender mi mano hacia ella.

Comprometiendo a mi enemiga. [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora