Dando las buenas noticias [Final]

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Lo diré, lo admitiré, hice de la vida de Ana una mierda, pero, hay una muy buena razón del porqué.

«Soy un completo idiota»

—Ana Petterson es mi esposa

Ella está tensa, no entiendo porqué, aunque creo que no la trae cómoda el estar tomando mi mano frente a las personas de nuestro curso, personas que sabían acerca de nuestro "odio mutuo" pero ellos deben darnos igual, Ana no parecía muy convencida de mi amor, y tenía razón, en todos éstos años no había hecho más que humillarla frente a personas sin importancia, personas que habían reducido su autoestima a nada, había sido con mi ayuda y ahora entiendo que fue porque era inmaduro, porque quería a Ana para mí.

«Un maldito egoísta que sólo quiere tenerte para mí, ¿me está permitido Ana? ¿Puedo asegurar que eres mía ya?»

Todos sueltan una carcajada que me descoloca y frunzo el ceño, miro de reojo a Ana, ha bajado su mirada

«Maldición Ana, ¿porqué bajas la mirada? Sé que he contribuido en ello, en que tu autoestima esté abajo. Pero... ¿No lo entiendes? Eres la chica más hermosa del lugar, ¡eres tú quien debería estar riendo ahora!»

—¿Me pueden decir qué es tan gracioso? Quiero reírme yo también

Dije tratando de controlar mis músculos, me lanzaría a golpear a los idiotas que reían sino fuera por Ana, no quiero que piense que soy violento, aunque creo que ya ha visto la peor parte de este idiota.

—¿Qué no es obvio?

Bárbara dio un paso al frente y miró a Ana de arriba hacia abajo y viceversa con expresión asqueada, Bárbara estaba tentando mi buen control. Ana tembló y apreté su mano

No estás sola Ana, ya no más

—No

—Es fea, tú tienes mejores mujeres que ella, ¿piensas que te vamos a creer semejante cosa? Vamos Christian, ya fue suficiente con ésta broma

Rieron aún más, Perla iba a hablar pero levanté mi mano para que se detuviera. Ana era mi esposa ahora

—Yo la defenderé ésta vez

—¿Eh?

Bárbara rió confundida, notaba que aún creía que era una broma, se estaba aferrando a ello, pero mi mente estaba llena de Ana, los sentimientos de alguien más... Ya no significan nada. Me volví hacia Ana, les demostraré lo que somos.

—Porque Ana es mi esposa, ¡mi mujer!

La besé, quería besarla con todas las ganas, que entiendan lo que Ana Petterson provocaba en mí. Intentó apartarme pero no se lo permití y profundizando el beso tenté mi suerte tocando el trasero de Ana, mi mano se calentó cuando lo apreté y una parte baja de mi cuerpo despertó, me aparté queriendo controlarme, no estaría bien demostrar lo excitado que me ponía, aunque ahora mismo, me moría por llevar a Ana a un lugar privado. Maldición Christian, ¡contrólate!

—No esperaba menos del esposo de mi prima

Todos se volvieron a verla y caminó junto a Ana dándome una mirada cómplice, y pensar que odiaba a esa idiota

—¿Casados?, ¡debes estar de broma Christian!

—Tengo pruebas

Dijo Perla riendo y sacó su móvil, no pude evitar soltar una carcajada, ahora sabía qué era lo que había hecho el día de la boda

—Aquí, Christian carga a Ana

Levantó su mano con el móvil en ésta, todos abrieron sus ojos con sorpresa y me sentí satisfecho por alguna razón, miré de reojo a Ana, su rostro no tardó en ponerse colorado y sentí una pulsación en mi pecho

Quiero tocarte

—¡Perla! ¿Cómo pudiste? ¡Dame eso!

La tomé de la cintura por impulso y la pegué a mí, mis manos vibraban, el sentirla mía me estaba enloqueciendo, tomé su suave mano y la llevé a mis labios, era tan suave, y era mía, Ana Pett... No, Ana Estone, era mía.

—Es mi mujer, así que más les vale dejarla en paz, ella es la única para mí

Todos abrieron los ojos con fuerza y el timbre sonó, todos salieron en silencio y Bárbara me miró con la cuestión en su rostro, nunca había mentido a Bárbara, ella sabía que había alguien más y, a pesar de no sentirme arrepentido, desvié mi mirada, quería a Bárbara, pero Ana era el amor de mi vida, no había punto de comparación, Peter me miró sin expresión alguna y sonreí, admitía que el verlo rechazado me tenía de humor.

—Más le valía a éste idiota tratarte bien

Dijo abrazando a Ana, sonreí

—Tan linda como siempre

—Si primo

Reí, realmente me agradaba esta niña

—Siempre linda, prima

Reímos, me sentía liviano, estaba demasiado lleno de dudas y hoy, esas mierdas que rondaban mi cabeza, se habían esfumado sun dejar rastro. Perla acercó sus labios al oído de Ana para susurrarle algo, mis ojos se desviaron a la distraída Ana, a sus labios, eran tan suaves, ¿estaba mal para mí desear besarla todos los días, a cada instante, por el resto de mi vida? Si el mundo estaba en contra, que se joda el mundo. Me percaté de la mirada de Perla y me sentí avergonzado cuando sonrió, me había descubierto desnudando a su prima con la mirada, rió y se acercó a mí para darme un golpe en el abdomen, me doblé y reí para ocultar mi rostro. Estaba nervioso y algo avergonzado. Corrió a la puerta y se volvió antes con una sonrisa maliciosa.

No lo haría... ¿o sí?

—Suerte con el potro Ana

Volví mi mirada molesto y avergonzado, definitivamente ya no me agradaba, en lo absoluto

—¿Christian?

—Vamos

Tomé su muñeca para guiarla conmigo a los pasillos que nos conducirían a la salida

Me muero por un momento a solas contigo Ana, un momento para abrazarte, un momento para besarte, un momento para asegurarme de que tengas claro que eres mía

—¿Eh?, ¿a dónde vamos?

—A casa

Dije cuando llegamos al parqueadero, abrí la puerta del copiloto para Ana, entró en silencio y me apresuré a hacer lo mismo

—¿Porqué a casa?

—¿Recuerdas lo que dije? Que te demostraría que eras la única en mi corazón

—¿No lo hiciste ya?

—Me falta otra manera de demostrarlo, créeme, te gustará tanto como a mí, he esperado 7 años para esto

Me volví a verla y reí por la expresión de su rostro, parecía confundida y pronto sus mejillas se tornaron rojas y volví a reír, la amaba, no había nada más cierto que ello.

«Enemigos, prometidos, esposos. En verdad pasamos tantas cosas, Ana me odiaba, y yo aparentaba hacerlo porque era un maldito inmaduro. Incluso llegué a pensar que nunca sería mía, pero ahora, quédate conmigo, haremos que el tiempo que perdimos peleando, se recupere besándonos, abrazándonos... Amándonos, ¿enemigos siempre? Seguro, ¿porqué no? Eso es lo que nos unió, un odio que no tardó en convertirse en amor.»

FIN

Comprometiendo a mi enemiga. [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora