Tres reglas

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Dedicado a: @IntensityLevel ésta va para ti, gracias por tu apoyo, un beso

La recepción estaba bastante animada, me separé de Ana cuando papá me llamó, aunque quisiera decir que me mantenía inexpresivo, la verdad es que no podía borrar la sonrisa de mis labios, estaba demasiado feliz

«Demonios, estoy actuando como una niña, pero ¡Dios! He esperado tanto por éste día»

—Christian

—Padre

Me siento a su lado en la mesa de mi familia, en donde se encuentran mis padres y mi abuelo, lo miro poniéndome serio, no me apetece en nada mostrarle mi felicidad a éste sujeto

—¿Estás seguro de esto?

—Es verdad hijo

Mamá puso su pequeña mano en mi antebrazo y fruncí el ceño molesto

—Madre, padre

Las palabras suenan bastante despectivas en mis labios y suelto un poco de aire tratando de calmarme

—Christian

—Es lo que quiero, fue nuestro acuerdo. ¿Recuerdan?

—Christian, ni siquiera has terminado el instituto

—Eso no es lo importante, me la deben

—Comprar a esa muchacha...

—¡Vamos! ¡Queremos ver el primer baile de los ya esposos!

El anfitrión nos señaló y la gente comenzó a aplaudir, me puse de pie

—No actúen como si comprarla no les hubiera traído más pros que contras, no soy idiota, lo saben, ahora, si me permiten...

Comencé a caminar hacia Ana, sonreí inconscientemente al verla de espaldas, a mi esposa

—¡No!

Me detuve, Ana me miraba aterrada, había perdido el color y fruncí el ceño, Perla llegó a su lado y le susurró algo

«No, ese es mi lugar ahora»

Avanzo hacia ellas preocupado, más de lo que debería, al verme Perla me miró apenada

—Se siente algo cansada y...

«Maldición, sabía que Ana odiaba éste tipo de cosas»

—Creo que ya es hora de irnos

Tomé su pequeño codo y sentí como su cuerpo entero perdía movilidad

—No...

Susurró. «¿Qué demonios...?»

—Ana...

Su prima intentó acercarse a ella y su débil cuerpo se derrumbó en mis brazos

—¡Ana!

«Maldición, maldición, maldición, Ana. ¿Qué te pasa?»

La gente empezó a rodearnos y la levanté en brazos, estaba demasiado liviana

—¡Hija!

Mis ojos se posaron en ella, sus ojos estaban nublados, retrocedí un poco queriendo que la gente le dé aire

—Christian...

Me volví hacia ell a rápidamente

—¿Ana?

Me acerqué queriendo que no forzara su garganta, su mano viajó a mi mejilla y mi pecho golpeteó con fuerza, pero quité eso de mi mente al notar lo fría que estaba

Comprometiendo a mi enemiga. [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora