PARTE IV

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-¿Gabe?

Él chico se tensó aún más. Se volteó dentro del agua, dejando que corriera en su rostro.

-¿Qué haces aquí? Si el entrenador te atrapa, estarás en problemas. Salte.

-Quería verte. No respondes a mis llamadas, ni contestas mis mensajes.

-No suenes así.

Thomas frunció el ceño.

-¿Qué sucede contigo? Soy tu mejor amigo.

-¿Y? -Gabriel apagó la regadera y tomó una toalla cercana, echándosela sobre los hombros. Sus ojos no habían coincidido con los de Thomas. Pasó por su lado hacia su casillero.

Thomas le siguió, sentándose en una banca. Su mirada fue al estómago plano de Gabe y tragó. Se sentía extraño. No es que no hubiese visto a su amigo sin playera antes. Ellos compartían pijamadas, iban a la piscina y cosas por el estilo. Ahora, el asunto lo hacía sentirse autoconsciente.

-Tommy -Gabe le llamó. Su voz sonó atronadora.

-Estás evitándome. -Él se obligó a mirar hacia arriba. -Quería hablar sobre lo que pasó el viernes pasado.

Gabriel prácticamente gruñó. Se vertió en su casillero, sacando ropa seca y arrojando sus zapatos sobre su hombro al piso.

-¿A qué te refieres? No recuerdo nada que sea...

-Hablé con mi hermano sobre eso... -Thomas lo cortó apretando sus manos juntas en su mochila. Estaba nervioso. El tema lo ponía nervioso. No tenía idea de cómo abordarlo.

Gabriel le miró como si hubiese perdido la cabeza y quizás un poco.

-¿Qué hiciste qué? -habló a través de sus dientes apretadas. Thomas se encogió. Él nunca lo había visto perder los papeles. Pero tenía que contarle, esto era otra cosa.

El rostro de su hermano Ronald y de su respectivo mejor amigo Archer, ambos sentados en su cama conversando sobre besos entre chicos le subieron los colores y le enredaron la lengua.

-No sabes Gabe, no sabes de lo que me enteré. Hubiese preferido no decirle nada.

Hubo un pequeño brinquito en Gabriel y en el siguiente segundo, él había dejado su fachada distanciada y estaba sobre Thomas. Sus manos sobre sus hombros, frías y frescas. Sus rostros a centímetros. Cejas castañas juntas con preocupación, buscando en sus rasgos.

-¿Él te rechazó o algo? Si es así Tommy, tienes que saber que es un idiota. Puedo golpearlo si lo quieres. -Su mirada se afiló. -Es más, lo haré de todas maneras. ¿Te hirió? ¿Te lastimó? Dime Tommy, háblame.

Thomas tragó ante la cercanía. Lo de autoconsciente estaba atrás. Él ardía. Se aclaró la garganta.

-Hey, no pareces tan desentendido como quieres aparentar.

Gabriel lo dejó ir ante su tono risueño.

-No jodas conmigo.

Thomas se le acercó por su voz molesta.

-No uses ese tono conmigo.

Ambos chicos se retaron con la mirada.

-¿O qué? ¿Aun con esos aires de querer golpear a alguien, Tommy? -Gabriel estaba intentando ser cruel. Quería pinchar a Thomas tanto como para obligarlo a que lo dejara solo. Había esperado que su amigo estuviera molesto, non estaba preparado para actuar como si nada. O aun peor, todo nervioso.

Se secó con movimientos bruscos bajo la atenta mirada de Thomas que había vuelto a sentarse en la banca. Se dio media vuelta al tener que entrar en su ropa interior, casi retando a Thomas a que lo interrumpiera, pero salvo por el silencio, nada había allí.

-Estás siendo un tonto y no sabía que podías serlo. De nosotros dos, hubiese apostado por mi reaccionando como loco por un beso.

Gabriel respiró hondo atándose una zapatilla.

-Quien lo diría entonces.

-En verdad quisiera hablar sobre ello. No tenía sabor a ser algo del momento. -Thomas presionó otro poco. Él tenía tantas dudas. Tantas preguntas. Su mano se movió con lentitud hasta alcanzar la de Gabe y fingió no verlo estremecerse. -Eres gay, ¿no es cierto? ¿Por qué no me lo dijiste?

De todas las cosas en el mundo, esa palabra. Esa pregunta en labios de Thomas era de las más extrañas. Y no había caso mentir sobre ella.

-No lo sé, creo que tenía miedo. Por lo general, no te importa mucho respecto a nadie, pero yo... Somos cercanos.

-Y yo te gusto.

-No.

Él se jaló de vuelta a sus pies. Se terminó de vestir. Calzó bien sus tenis y cerró el casillero. Entonces, se apoyó contra él de la misma forma que había hecho en la pared de la ducha. Desinflándose.

No quería tener que eludir a Thomas. Lo había echado de menos. Atravesar la semana sin él había sido una prueba que jamás pensó poder cumplir y a eso tenía que sumarle lo poco que les quedaba a ambos para disfrutar de la escuela. Es días, siquiera un mes, tras los exámenes, todo iba a cambiar sin remedio.

-Gabe, te extrañé cada día. No me dejes fuera. Estaba dolido y asustado y confundido y mi mejor amigo no estaba ahí para hablarlo. -Thomas se aventuró hacia adelante, sus manos sobre la espalda del chico más alto. Su temperamento tenía una soga bien apretada y se estaba permitiendo actuar a pesar de no saber qué hacía. Él toco el cuello húmedo por el pelo que goteaba de Gabe y sus dedos acariciaron. Eso era nuevo, y extraño y más raro aun, no se sentía mal haciéndolo. -Háblame.

Aquello era el inicio de un sueño. Gabriel estaba tentado a dejar que Thomas siguiera tocándolo. Pero estaba también muerto de miedo. Aquello era un terreno desconocido en todo ámbito.

Entonces, los labios de Thomas se apoyaron en su omoplato izquierdo. Confiados, tranquilo y cálidos y el de los secretos dentro de sí, se rompió.

-No te dije que soy gay porque estoy enamorado de ti. Desde siempre. Y no quiero que dejes de ser mi mejor amigo por ello. Porque sé que no te sientes igual. -Una risa amarga salió de su boca. Su amigo era de piedra detrás suyo. -Eres el chico más heterosexual que conozco y eso está bien. Estoy bien con todo lo que seas o quieras ser.

Se volteó, miró en la profundidad de los ojos del chico más bajo. Hubiese deseado tocarlo, acariciar su mejilla. Sus labios entreabiertos. Besarlo suavemente. Pero Thomas solo estaba allí, así que Gabe negó más triste de lo que se había sentido nunca y se fue.

Lo que Thomas quería #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora