PARTE I

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Apoyado contra la reja de la escuela, asiendo fuertemente su mochila, Gabriel espiaba disimuladamente la interacción de su mejor amigo Thomas con aquella compañera rubia de intercambio que lo traía colado.

Desde el inicio del año, su mejor amigo había sido claro en mostrar interés por la chica, pero sin llegar a hacer nada.

Ahora, siendo de los últimos días de clases en su último curso de secundaria, el chico había desarrollado un desesperado deseo por invitarla a salir antes de que todas sus posibilidades se escapasen. Justamente en ello se encontraba y eso a Gabriel le sentaba fatal. Porque era este último quien había sido siempre su apoyo en los largos ocho años desde que se conocían. Porque había sido él quien le escuchaba y aconsejaba sobre todo. Porque era él quien le conocía mejor. Y simplemente, porque era él quien quería ser el merecedor de sus atenciones.

Thomas seguía hablando, en los ojos de la chica se notaba que no había brillo alguno de interés. Ella negó cuando él le pidió una cita y así, él sufrió decepción, hastío y enfado a la vez. La muchacha se marchó sin una segunda mirada y él caminó reacio hacia su amigo que le esperaba ansioso.

-¿Qué te ha dicho? -cuestionó Gabriel igualando el paso de Thomas que marchó por su lado.

El chico refunfuñó con la cabeza baja.

-No puedo oírte, Tommy, ¿qué...?

-Me ha dicho que no -se lamentó el muchacho. Gabriel dejó salir la respiración que contenía. No quería sentirse aliviado, pero lo hacía. -Dijo que soy feo, ¿en serio?

-Bueno, yo...

-No importa, ella está interesada en ti.

-¿Lo hace? -Thomas le miró enfadado. -Oh, sí lo hace. En ese caso, lo siento, tu sabes que no siento nada por ella...

-¡Estoy tan cansado de esta mecánica! -estalló Thomas de pronto, se detuvo en medio de la acera y agitó sus manos. -Siempre es lo mismo, todas las chicas se sienten atraídas por ti en cuanto te ven.

-Tommy...

-¡No, no me toques! -Thomas se echó atrás cuando su amigo intentó tomarle del brazo.

Él no lo comprendía. Gabriel era un chico bien parecido, Thomas no podía pasarlo por alto. La pubertad le había llegado y eso solo había servido para que él creciera más que el promedio y desarrollara un cuerpo que le convertía en un excelente atleta. Las chicas babeaban por su sonrisa de dientes perfectos y ojos claros. Thomas podía no sentirse atraído por su mismo sexo, pero incluso él había chequeado a su amigo. Y no cabía en su cabeza la manera en que Gabriel rechazaba ofertas. No importa la chica que le invitara a salir o directamente se le arrojara a los brazos, él nunca salía con nadie. Eso hacía a Thomas cuestionarse muchas cosas.

-No intentes calmarme Gabriel, a ti no es a quien rechazan. Tú no sabes de la sensación de esperar por alguien para luego darte cuenta de que no siente nada por ti.

Gabriel tuvo que tragarse la réplica que quería salir con inmensa fuerza.

Aquella no era la primera vez que Thomas reaccionaba mal a una situación como esa. De hecho, había ido en aumento en el último tiempo. Todo dependía de qué tan interesado estuviese en la chica. Y por la reacción del momento, debía de ser mucha. La garganta de Gabriel se apretó.

-Tu sabes que no es mi culpa, son solo chicas -trató, viendo a Thomas negar. -Oye, si ellas no pueden ver que era un gran tipo, ellas se lo pierden. Vente Tommy, vamos a mi casa. Podemos a jugar Assassin's Creed toda la tarde y olvidar esto.

Tomó un paso en dirección al chico, solo para que este lo retrocediera. Eso no ayudó.

-No quiero enojarme contigo, porque eres mi amigo y tu solo... eres tú. Sé que no andas provocando nada. -Thomas se mesó los cortos cabellos de la cabeza. Su pelo negro brillando bajo el sol. Él estaba en realidad fuera de sí. Curiosamente no tanto por la chica que se le había escapado. Sino por la situación. Ya no quería más negativas en su dirección. Él quería ser el elegido por alguien. Su historial de novias había sido escaso, la gente siempre mirando a su alrededor en busca de más opciones. -Si fueras otro tipo, realmente te partiría la cara. No tendría a la chica, pero apuesto a que se sentiría genial.

Gabriel se tensó. Thomas no era alguien violento. Él solía quejarse de las cosas y luego seguir. Rehuía de las peleas escolares, llegando al punto de evitar los juegos de fútbol de Gabriel que él sabía podían llegar a ser tensos.

-¿Eso te haría sentir mejor?

Thomas se rio sin gracia.

-Puede ser, no lo sé.

Gabriel tragó.

-Entonces, golpéame -ofreció abriendo los brazos. Dejó caer su mochila al pavimento.

Thomas le miraba como si hubiese perdido la cabeza. Y quizás, lo había hecho. No estaba en sus cabales si estaba ofreciendo tal cosa, pero Thomas era su mejor amigo desde la primaria, Gabriel estaba dispuesto a lo que fuera por esa amistad. Además, no les temía a los golpes. Él era más alto y mejor construido que Thomas, claro estaba y se había metido en suficientes peleas como para saber qué esperar.

-¿Te has vuelto loco? No voy a golpearte.

-Deberías hacerlo.

-¿Quieres que lo haga?

Fue el turno de Gabriel de mirarlo como loco.

-Por supuesto que no quiero que hagas tal cosa, pero mírate. No sé cómo ayudarte.

Thomas resopló y comenzó a caminar de nuevo.

-No tienes que ayudarme. -dijo enrabiado. Su hombro chocó con el de Gabriel a su paso.

Lo que Thomas quería #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora