Existen tres clases de besos; esos que te das con tus amigos; esos que pueden ver tus familiares y están aquellos que por ningún motivo dejarías que tus padres presenciaran.
Y era justo uno de esos últimos el que Thomas estaba recibiendo en ese momento...
Su cabeza chocó con la muralla de la habitación y por el ruido sordo, supo que eso iba a doler a posterior. Los labios insistentes de Gabriel estaban sobre los suyos, lamiendo, probando, urgiendo con su lengua entrando y saliendo en un ritmo con el que se había familiarizado. Las zapatillas de ambos habían caído en las escaleras, así como la sudadera de Gabe y la playera de Thomas. El pecho pálido del ultimo estaba a la vista y Gabe se recreaba en él, besándolo desde los hombros hasta el centro del pecho, un reguero de besos mojados que acompañados de sus manos amasando su espalda, le tenían con la cabeza en las nubes. No había ternura en el acto, en la forma que se jalaban más cerca, que chocaban sus erecciones y pequeñas palabrotas de asombro se les escapaban de los labios.
Gabriel mordió el lóbulo de la oreja de Thomas, quien cerró sus ojos y se recargó hacia atrás, coló sus manos en la ropa deportiva del otro chico, tocando su trasero abultado, presionándolo hacia si.
Ellos iban a hacerlo. Ellos iban a tener su primera vez allí y en ese momento, Thomas lo sabía, era una certeza que le tenía los pelos de punta. Estaba lleno de ansias y sabía que Gabe no le decepcionaría.
Gabriel se apartó para mirarlo a los ojos. Reteniendo el cabello de Thomas en sus puños, jaló probándolo. El chico hizo un profundo gemido en el fondo de su garganta. Aquello era bueno, aquello era perfecto.
El ardor en la nuca de Thomas pareció menguar mientras apoyaba su frente con la de Gabe. Su mirada clara y tierna, con una sonrisa en sus labios mientras le miraba directo a los ojos.
—¿Estás bien? —Gabe preguntó.
Parecía una pregunta sobrante entre ellos, pero así era Gabriel, siempre preocupado. Thomas se tomó un segundo para pensarlo, tocó la mejilla de Gabriel, buscando sus labios por otro beso.
—Estoy bien. Solo no nos detengamos, así se nos caiga la casa encima...
Gabriel se ahogó entre una risa satisfecha. Sus manos hicieron su camino hacia abajo, tomó ambos brazos de Thomas y los subió por encima de su cabeza. Entonces, hundió su rostro en el cuello del chico, oyó un murmullo y las manos de Thomas tironearon, pero Gabe solo aplicó mayor presión. Raspó con sus dientes el pulso acelerado y el tendón que une el cuello con el hombro. Thomas gimoteó cuando la nariz de Gabe se internó en su axila, él tomó una honda respiración para luego seguir hasta sus tetillas y morder cada una extendiendo las sensaciones por su cuerpo. La polla de Thomas presionaba contra sus jeans, pero Gabriel estaba demasiado lejos como para presionarse contra él. Él estaba obteniendo su placer de ver a Thomas retorcerse y jadear, manejándolo con una sola mano contra las muñecas del otro, permitiéndose dar una firme bofetada a la tetilla erecta de Thomas.
—No se supone que el sexo sea así —Thomas se humedeció los labios.
—¿Cómo sabes? ¿Habías estado con alguien antes? —Gabriel se mofó. Él dio otra firme cachetada, la piel calentándose ante sus ojos.
—Bueno, no. —admitió con un estremecimiento. —Pero se trata de una mecánica básica. ¿Cómo sabes todo lo que hay que hacer?
Gabriel subió sus ojos hasta los de su amigo, su color era de un hipnotizante tono oscuro.
—No lo sé. Solo te tengo en frente y lo único que deseo es tocarte. Por completo y tu boca... —Él metió su lengua para comprobar su punto. Thomas gimió aceptando el beso. Había algo más allá de él, respecto a los besos húmedos y desordenados que le quitaban la voluntad.
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Lo que Thomas quería #1
RomanceEs el último curso para ambos, la última oportunidad de hacer todo juntos; el último chance de Gabriel para declararse a Thomas. ¿Podrá un heterosexual replantearse el sentido del amor?