Roland era mayor que Thomas por solo un año. Él había salido ya de la escuela y asistía a la universidad del estado, por lo que, no había dejado aun la casa familiar. La habitación de él quedaba justo al lado de la de Thomas y al otro lado de la de Jazmín, hermana mayor de ambos chicos.
Por esas cosas de la vida, Thomas no se sentía seguro charlando de los temas del amor, ni mucho menos del sexo, con su hermana.
Ella era gruñona, siempre ocupada con trabajos de la universidad y un poder a tomar en cuenta. Así que golpeó en la puerta de Roland y le lanzó la bomba, por segunda vez.
—¿Entonces ustedes no arreglaron nada? ¿No le dijiste que querías repetirlo, ni nada? —El chico mayor preguntó desde su cama. Su hermano menor era un lerdo en relaciones de todo tipo. Era su deber aconsejarlo, aun cuando a él no le fuese mucho mejor en el departamento.
—No me dio tiempo. —Se quejó. Estaban sentados en posición india, comiendo maníes. Lanzándolos al aire para atraparlos con la boca. —Él confesó estar enamorado de mí, sin embargo.
—¿Lo hizo? —La pregunta provino de Archer. El chico entró en el cuarto llevando consigo una bolsa grande de papas. Se sentó al lado de Roland y le ofreció. —Eso es algo grande.
—No sé qué hacer con eso. Es...
Archer hizo un ruido con su garganta. De esos cuando se ve un perrito hacer un truco o un bebé decir su primera palabra.
—¿Te agobian los sentimientos? Eres tan lindo, siempre he pensado que eres de lo más mono. —Los ojos del chico brillaron risueños.
La cabeza oscura de Roland se interpuso entre la mirada de ambos.
—¿Estás coqueteándole a mi hermano? —No había duda de la molestia en su pregunta.
Archer subió y bajó sus cejas.
—¿Celoso?
El hermano mayor de Thomas se quejó, volviendo a su posición inicial atrás, viéndose pequeño.
—No hagas esto delante de él.
—Como sea. —Archer no se veía herido. Se echó atrás en la cama también, mirando entre ambos hermanos. —Ustedes dos son un desastre.
—Solo quiero una mano. —Thomas reclamó la atención. —Lo demás, no necesito que me digan lo que ya sé.
—Bien, al menos la actitud es la correcta. Solo que no podemos decirte qué hacer. Tienes que sentirlo y actuar. Tan simple como eso. —Archer se echó papas a la boca y las hizo estallar con sus dientes. Él era un chico guapo. Thomas estaba aprendiendo a relajarse, mirar sin reproches ni aprensiones. Archer reclamaba atención con rasgos duros y ojos suaves. Curiosa combinación.
—¿Estás abierto a experimentar, Tommy? —quiso saber Roland. —Pregunto por si quieres hacer un movimiento en serio respecto a Gabriel. Parece ser que su beso te ha confundido, pero la semana pasada te paseabas por aquí proclamando que te gustaba Adriana, la chica esa de tu clase.
Thomas se rascó la cabeza, luciendo avergonzado.
—En eso es exactamente lo que tengo problemas. Las chicas son lindas. Suaves, huelen bien y me han gustado desde que tengo memoria.
—¿Te han gustado, gustado? —Archer se apoyó sobre sus codos. —¿Te han gustado porque las encuentras atractivas o solo porque tienen que gustarte? ¿Qué hay de atractivo en ellas?
Thomas lo miró sospechoso.
—No creo que tú seas cien por ciento hetero.
Archer le guiñó.
—Bingo. Y no me importa. Un hombre es excelente en la cama, si sabe lo que hace. Nada me hará cambiar de opinión. —Las manos del chico se enredaron en el cabello de Roland, quien cerró sus ojos disfrutando de la caricia, antes de envararse como si no fuese ni el lugar ni el momento. Aun así, Archer persistió. Sus dedos lánguidos pero seguros. Ahí había algo. Pero el más pequeño no iba a poner sus atenciones en ello, tenía cosas más importantes en las que pensar.
Cuando él tenía seis años, recordaba ser llamado mono por besar a todo el mundo. A Gabriel, sobre todo. Cada que lo veía y en los juegos, aun cuando este se sentía incómodo y corría alejándose de él. Era cómodo, sus mejillas se coloreaban, así que se reía a su costa.
Cuando dio su primer beso en los labios, cumplió ocho y la afortunada fue una compañera bajo las gradas de la escuela. Se sintió extraño. No como lo imaginó y solo podía pensar en Gabriel, quien estaba escondido cerca. Lloroso sin saber por qué. Aprensivo, porque él no había dado su primer beso tampoco.
Cuando ambos chicos se juntaron, se abrazaron por los hombros.
—¿Y?
—No vale la pena —Había asegurado Thomas y besado la mejilla de Gabe, quien sorbió feliz .
—Gabe es... —En el presente, no encontró qué palabra atribuirle. La confusión dentro de él era enorme.
—No tienes que resolverlo todo en un día —aseguró Archer. Sus manos aun en el cabello de su hermano. —Si Gabriel ya te ha besado y resistido, creo que te está dejando tomar tu tiempo y espacio.
—Él cree que soy por completo indiferente.
Archer se encogió de hombros.
—No es fácil para todos. Por ahora, averigua las cosas según vengan. Como consejo por experiencia, ve primero por las chicas. No todo es blanco o negro. Pueden gustarte y también los besos de los chicos. O de solo un chico en específico.
Thomas no pasó por alto el jalón de cabello en advertencia hacia Roland.
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Lo que Thomas quería #1
RomanceEs el último curso para ambos, la última oportunidad de hacer todo juntos; el último chance de Gabriel para declararse a Thomas. ¿Podrá un heterosexual replantearse el sentido del amor?