Prologo

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Antes de que la primera ciudad se levantara, antes de que el primer camino fuera trazado y más importante que eso, antes de que el primer asesinato fuera cometido. Existían solo cuatro personas en el mundo, Adán, Eva, Abel y yo, Caín el primer hijo de Adán y Eva, la vida con ellos era de lo más tranquila, debo ser sincero. Yo era feliz...

Un día estaba trabajando sobre el campo, cuidando de mis cosechas como era costumbre, era lo que más me gustaba hacer y entonces escuché a mi padre a lo lejos anunciándome que el creador de todo deseaba le entregáramos lo más valioso que tuviéramos, aquello que más amaramos sólo para demostrar nuestro amor a él. No pareció una mala idea de hecho me gustaba poder demostrar mi amor al todopoderoso, incluso en ese preciso momento marque a las plantas que llevaría, escogiéndolas con cuidado pues deseaba darle gusto a mi padre, madre y al altísimo.

Abel, mi hermano menor se acercó a mí y me miro mientras escogía, le pase el comunicado de mi padre y él con una sonrisa igual de grande a la mía se fue para elegir a lo mejor de su ganado.

En la mañana siguiente, yo me levanté justo después de que el sol se alzará por Éste pues era ese el momento en que las plantas habían sido recién regadas por el roció nocturno y no había mejor oportunidad para recogerlas que esa. Tomé todas aquellas que había elegido y luego miré mi bolsa para verificar que todas estuviesen allí, repasé varias veces hasta estar completamente seguro. Cuando por fin me sentí convencido, me alejé y caminé hasta el canal de agua más cercano, donde lavé mis amados frutos, luego de ello sólo esperé a que se secaran y a que mi padre nos llamara para el sacrificio.

La hora había llegado y me alzé de donde estaba descansando para tomar la canasta donde había puesto mis frutos a secarse, camine apresurado hasta lo alto de la montaña y allí estaba mi padre y mi hermano, esperando a que yo llegara, Abel fue el primero, se acercó al enorme fuego y se posó de rodillas ante este, dejando caer la carne y sangre de sus animales dentro del mismo, el aroma del fuego se volvió dulce y eso, según palabras de mi padre indicaba que había sido de gusto para el creador, caminé al fuego, me arrodillé ante el mismo y luego dejé caer sobre el fuego mis plantas y frutos, escuchando cómo las llamas los abrazaban y consumían. Pero entonces, un aroma amargo impregno el ambiente, elevé mi cabeza impresionado y asustado ¿Por qué? ¿Por qué mi sacrificio no había sido de gusto para él? No lo entendía, mis ojos se humedecieron, me sentía muy triste y decepcionado.

Los años pasaron, yo volví a cultivar mis plantas, Abel volvió a criar a su ganado y la vida siguió como si nada, yo sentía que pronto podría olvidar lo que había pasado, sólo que mi padre de nuevo se aproximó y nos anunció que había que hacer un nuevo sacrificio, lo vi cómo una segunda oportunidad y repetí todo el proceso, estaba preparado, esta vez haría que amara mi sacrificio, mi hermano y yo estábamos solos esta vez, mi padre llegaría tarde pero sabíamos cómo hacerlo, Abel pasó primero y se posó de rodillas, entregó su sacrificio al fuego y de nuevo el aroma fue dulce. Yo pasé y repetí el acto... De nuevo, todo se llenó de un aroma amargo, eso, rompió mi corazón ¿Por qué no aceptaba lo que yo le daba? ¿Acaso no le estaba dando aquello que yo más amaba?

Triste y herido me levanté recibiendo un abrazo de Abel y mi tristeza desapareció, se convirtió en coraje, furia y rencor, lo tomé con fuerza y lo acerqué a las llamas, miré al cielo y grité "¡¿Quieres que te de lo que más amo?!" Y yo... lo apuñale, con uno de mis afilados instrumentos traspase su pecho, vi en sus ojos cómo estaba asustado y lentamente su mirada de apagaba y lo dejé caer sobre las ardientes llamas, supe mi pecado, supe lo que había hecho y escapé, corrí lejos del lugar de mi crimen pero a la lejanía escuché la voz de Dios desde lo alto y me preguntó "¿Dónde está tu hermano?" Y de forma torpe le contesté "No lo sé, ¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?" Y los rayos cayeron del cielo, golpeando la tierra a lo lejos, un poderoso estruendo golpeó mis oídos y yo, me cubrí con mis brazos, asustado, el cielo se nublo y escuché la voz de Adán "¡Caín! ¡¿Como pudiste matar a su hermano?! ¡Vete, vete lejos de aquí!" baje mis brazos y corrí, huí lejos de allí.

Caín: El despertar de un mitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora