Capítulo 10: "Lasang la ciudad de las hadas"

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El poderoso olfato de Caín pudo percibir más que sangre en el ambiente, un débil y casi imperceptible aroma que calaba en su nariz de una manera intoxicante. Su concentración fue rota cuando escuchó a Seth gritar con fuerza.

—¡Desembarquen de inmediato y avancen al interior de la isla, debemos de salvar la vida de la Sanctorum!

Su grito desesperado atravesó cada rincón de la nave. Una potente luz roja rodeó por completo el cuerpo de Seth y este despegó del suelo, la energía que salió de su cuerpo tomó la forma de una enorme ave fénix que el pelirrojo montó como a un caballo.

Caín al ver a su descendiente salir volando usando esa mítica criatura, no dejo perder tiempo y convirtiendo su cuerpo completamente en oscuridad se elevó por los aíres volando a gran velocidad, imitando el camino que el fénix seguía a pocos metros de distancia.

Una trompeta retumbo con fuerza y todos los paladines que abordaban la nave saltaron de la misma incluyendo a Olivier y Jack.

El albino apenas tocó el agua del océano comenzó a correr usando su Dote para adelantarse a los paladines y atravesar el agua hasta llegar a la playa, salpicando tanta agua como una lancha lo haría.

Olivier vio como Jack se les adelantaba, apretó el paso tanto como le fue posible y una energía dorada lo rodeó a él y a sus compañeros, el capitán del navío alcanzo al vampiro en cuestión de segundos y el resto de los tripulantes se quedó atrás, pero igual corrían mucho más rápido de lo que un humano sería capaz.

El Noble volteó a ver al paladín que le seguía por un costado, sabía que estos eran muy superiores a los humanos pero no que rivalizaban con las habilidades físicas de los vampiros. Sonrió suavemente y volvió la vista al frente concentrándose en mantenerse a la ventaja.

Mucho más adelante, ya entrando en terrenos de la ciudad de las hadas, Seth redujo la altura de vuelo, sin reducir su velocidad, el fénix desapareció lentamente volviendo a fusionarse con el vampiro. Éste último empezó a correr tan rápido como lo hacía el ave.

La bruma oscura en la que se había convertido Caín imitó el vuelo de Seth y descendió al suelo donde poco a poco se convirtió de nuevo en un "hombre", corriendo tan velozmente como el "jefe" lo hacía. El padre de los vampiros miró a los lados, contemplando la ciudad en ruinas, casas reducidas a escombros, parcialmente destruidas y algunas que estaban a punto de colapsar.

Sensibus, aquella habilidad que le otorgaba sentidos superiores a todos los vampiros que la tuvieran le permitió ver a cientos de metros pequeñas y debilitadas luces. Que no eran más las auras de los sobrevivientes al ataque, las cuales, lentamente perdían fuerza y brillo. Señaló en aquella dirección y gritó con fuerza.

—¡Por allá hay sobrevivientes!

Olivier y sus hombres poco a poco se estaban quedando más y más atrás por el cansancio que comenzaba a alcanzarlos, no poseían la inmunidad al agotamiento que los vampiros tenían. El capitán del grupo alcanzó a escuchar las palabras del padre oscuro y con una señal le indicó a sus hombres que fuese en aquella dirección.

Seth, quién no era capaz de usar dicha habilidad se dio cuenta por el tono rojizo las pupilas de Caín que esté la estaba utilizando. —¡¿No ves a la Sanctorum?! ¡Su aura debe de brillar mucho más que la de cualquier hada!

El pelirrojo escuchó a Seth y se puso a buscar por todo el lugar, no vio nada que destacar a excepción de un edificio que se encontraba a lo lejos, pero su poderosa visión no era capaz de traspasar sus muros y ver los colores de las auras de quienes estaban dentro. —¡El edificio de allá, dentro debe de estar la Sanctorum!

Caín: El despertar de un mitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora