Llegaron a la habitación después de unos minutos. Viktor abrió la puerta, permitiendo que el japonés pudiera entrar.
El lugar estaba oscuro, pero se lograba vislumbrar las cosas por la luz que se colaba por las cortinas abiertas. Yuuri sentía su cabeza pesada, al igual que sus parpados. El calor en cuerpo y el ardor en su garganta le hacían saber que quizá se había sobrepasado con el número de copas de esa noche y necesitaba descansar.
Fue llevado con delicadeza, Viktor lo tomó por los hombros y lo llevó a la cama. Yuuri se sentó en el borde. El ruso se encargó que soltar el nudo de la corbata y dejarla de lado en vista de la torpeza que él tenía con sus movimientos.
—Puedes dormir aquí hasta que aparezca Phichit —habló Viktor, manteniendo el volumen de su voz bajo. El silencio de la habitación era tanto que cualquier palabra sonaba demasiado fuerte. Se limitó a asentir y vio a Viktor quitarse la corbata y tirarla de lado antes de disponerse a salir de la habitación para dejarlo dormir.
—Viktor —llamó. Su voz sonaba algo dulce y triste. Se escucharon los pasos cuando el ruso regresó y lo encontró preocupado por él.
—¿Estás bien? —preguntó, pasando una mano por sus cabellos para acomodarlos con delicadeza. El sonrojo podía ser confundido con facilidad, y no supo si era debido al alcohol o lo que hacía él.
Todo daba vueltas en su cabeza, y los pensamientos coherentes no estaban completos en su cabeza. Lo único que Yuuri podía pensar era en lo luminosos que se veían los ojos azules por el reflejo de las luces a través de los vidrios.
—¿Sientes algo por mí? —preguntó, pero aun en toda su desorientación, se dio cuenta que dijo algo que no quería en voz alta.
—Yo... —habló despacio. Yuuri desvió la mirada ante el titubeó, sintió un nudo en la garganta. Era como otro rechazo.
—No debí pregunta eso —cortó antes de su interlocutor pudiera responder—. Olvídalo.
—Yuuri.
—No quiero saberlo —volvió a hablar.
Fue tomado con delicadeza del rostro y se movió con brusquedad, huyendo de los irises que lo buscaban incesantes. Quiso llorar, se sentía demasiado vulnerable, era difícil hablar con Viktor estando solos. Aun sentía su corazón latir con rapidez y los nervios recorrerlo.
Las palmas pasaron por sus mejillas, acariciando con suavidad en un intento de reconfortarlo, dejó que el tacto siguiera. Acercó su rostro, rozando sus narices y luego juntos los labios en un beso pausado y lento.
Se movió, besando al mayor buscando algo más profundo al abrir sus labios. La reacción fue inmediata, los dedos pasaron por su cintura y otros acariciaron su cuello. Lo pegó más a él, y la tibieza de algo húmedo adentrándose con cuidado. Viktor se movió, apoyando las manos sobre la superficie de la cama para poder estar a la altura del japonés.
Se separaron, observándose nuevamente. El calor subía por el cuerpo del chico de cabellos oscuros y se aproximó una vez más para juntar sus labios en un fogoso beso. Hundió sus dedos en las hebras platinas, probando su suavidad.
Fue empujado y Yuuri se ayudó con sus codos para acomodarse en la cama. El cuerpo se posicionó sobre de él, las rodillas a los costados de sus piernas y los brazos a los lados de su cabeza antes de volver a aventurarse en otro beso hambriento.
Viktor parecía querer mantenerse controlado, tomaba aire, buscaba no apresurarse y acariciaba su mejilla con lentitud. Al separarse, sus frentes se juntaron. Los dedos ajenos recorrieron despacio su brazo y Yuuri sintió que su respiración era demasiado pesada.
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Melpómene
Fanfiction¿Recuerdas lo que pudimos ser? Después de perder con la coreografía de eros, Yuuri no sabe como continuar su carrera en el patinaje artístico, pero la ayuda de muchos amigos y su familia van a hacerle recordar que no está solo. Su primera expe...