La motocicleta paró. Delante de mí había una enorme casa. Ese jugador sí que tenía dinero para dar y regalar... Connor bajó y me ayudó a mí a bajar. Le tendí y el casco y él lo ató al vehículo, el cual ató a un árbol. Me alisé el vestido y me acomodé el cabello. Estaba muy nerviosa, y no sabía por qué. En Alaska estaba muy acostumbrada a las fiestas con gente que no conocía, incluso con gente que yo le caía mal. Nunca había estado tan nerviosa. Quizá porque iría con mi hermano, y le quería causar buena impresión... Nos encaminamos hacia la fiesta, pero a medio camino Connor paró de golpe.
—Axie, a las cinco nos encontramos aquí afuera, en donde está mi motocicleta. ¿Llevas tu móvil encima?
Asentí.
—Muy bien, cualquier inconveniente me llamas. Ten cuidado.
Asentí nuevamente y le di un suave abrazo. Se separó de mí y entró en la casa. Muy bien, sería hora de la diversión. Respiré hondo por la nariz y empecé a caminar. Muchas miradas se posaban en mí, el vestido estaba haciendo bien su trabajo. La música sonaba fuerte. Salía mucho humo, pero lo olí y noté que era ese que sale de una máquina. Me alivié, y entré a la casa. Muchísimos adolescentes bailaban pegados al ritmo de una canción en español, "Hula Hoop" del cantante latino Daddy Yankee. Me sentía ajena, aún no estaba en mi ambiente. Me acerqué a la barra, y pedí un trago fuerte. Me lo bebí de una, y me quemó la garganta. El chico que la atendía se rió ante la cara que hice.
—Evidentemente no me escuchaste, te dije que era vodka con un poquito de zumo de naranja, que lo bebieras despacio.
Lo miré de arriba hacia abajo: era bastante guapo.
—A mí el alcohol no me gusta beberlo despacio, lo que me gusta despacio son otras cosas...—dije, y le guiñé el ojo.
El chico me miro sorprendido, y yo me levante y me fui a bailar. El vodka empezaba a hacerme efecto. Me empecé a reír: qué lindo estar en un lugar donde para nadie eras la marginada por tener un hermano tonto. Mi error, por tener un hermano que creían tonto. En fin, me puse a bailar sola. Arriba, abajo. Fui a la barra y pedí dos vasos más de lo que me había dado antes, y me los bebí de un trago. En la pista empezó a sonar una de mis canciones favoritas, "No more sad songs" de Little Mix. Me subí a la barra y me empecé a mover al ritmo de la música.
—FOR TONIGHT I'M GOING TO GET MY MIND OFF IT —grité cantando— DON'T CARE THAT SOMEONE'S GOT HIS HANDS ALL OVER MY BODY.
Una chica pelirroja con un vestido verde se subió a la barra conmigo y gritó, bien fuerte, la letra de la canción.
—¡STAY OUT ALL NIGHT! GO WHERE THE MUSIC IS LOUD, SO I DON'T HAVE TO THINK ABOUT IT.
—¡I'M BEGGIN' PLEASE DON'T PLAY! —canté.
Estábamos las dos pegadas espalda con espalda y movíamos las caderas. Nos miramos, y gritamos al unísono:
—¡NO MORE!
Y las personas que se habían detenido a vernos (principalmente de sexo masculino), nos siguieron la letra.
—Saaad songs.
—¡NO MORE!
—Saaad songs.
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Será cosa de chicos [EN PAUSA]
Teen FictionAixa Turner se acaba de mudar a California. Acostumbrada a las frías tardes de Alaska, le cuesta mucho el cambio. Sumémosle que, para su (mala) suerte, su hermano y sus amigos son los más sexys del Insituto Águila, su nuevo colegio. ¿Será capaz Aixa...