—¿Qué tal, chica de Connor? —me preguntó.
Me debo haber puesto coloradísima, porque dicho eso comenzó a reírse solo. Yo lo miré indiferente (aunque con las mejillas rojas) y me acomodé en la silla. Al mirarlo caí en la cuenta de que buscaba a Adam. Tenían el mismo apellido, me iba a costar acostumbrarme. En fin, la hora pasó sin demasiado vaivén. Yo intentaba prestar atención, tomar apuntes, pues la materia me costaba. En cambio, Garx dos hacía de todo menos prestar atención: garabatos en su cuaderno, jalarme del cabello, guiñarle a la chica del pupitre de atrás... Se entendió mi punto. Cada tanto me molestaba, y eso hacía que yo perdiera el hilo de la clase, frustrándome cada vez porque me costaba retomarlo. Creo que Dios se apiadó de mí, porque el timbre sonó cuando estaba a punto de gritarla a mi compañero. Me levanté rápido, no tenía ganas de estar ni un segundo más allí con él. Al salir, Adam me esperaba en la puerta. Me acerqué a él y lo saludé. Hoy no lo había visto. Intercambiábamos palabras pero cada vez que yo insibuaba el irnos, él se quedaba ahí parado en la puerta. Evidentemente esperaba a alguien. Tal vez tuviera novia o una amiga con derecho y yo no sabía (cosa que era muy probable, ya que no nos conocíamos hace más o menos tres días). Abandoné mis intentos de alejarnos, y nos quedamos discutiendo trivialidades.
—Con que coqueteando con la de Connor, ¿ah? —dijo alguien detrás de mí.
Me di vuelta, era el segundo Garx.
—Uy sí, estoy ansioso por llevármela a la cama.
El de los faroles me examinó con la mirada y sus ojos brillaron.
—Si a Connor no le importa, apúrate o lo hago yo.
Sin duda, mi rostro estaba bordó. Por Alá, ¿no podían hablar eso por privado? Adam se puso a mi lado y me rodeó con el brazo, cosa que me sobresaltó. Ambos empezaron a reír.
-¿A dónde vas, Solo Aixa? ¿Te llevo a algún lado?
Me lo pensé. Iba a ir a inscribirme a algún club de gimnasia artística. Si no hubiera en la ciudad alguno, sería porrista.
-No, Dam. Pero gracias por ofrecerte. Un placer conorte...
Miré al chico de los ojazos. Ese mismo con el que había casi hecho algo el primer día aquí, ese mismo que me dio su camiseta al verme desnuda (ahora que lo pienso, eso fue un detalle muy tierno, a no ser que se haya asqueado de verme y me haya querido ver tapada). Qué vergüenza. Le tendí la mano, y él me la estrechó.
-West. West Garx.
Pero si seré sopenca. Era el famosísimo West, el hermano de Adam. ¿Cómo diablos no pensé en eso cuando que, por el profesor Lois, supe que se apellidaba Garx? Además, eran muy diferentes: Adam era rubio y con ojos color miel, en cambio, West tenía ojos azules y cabello oscurísimo. Mi mente no daba para tanto, señoras y señores.
Esperen... ¡¿QUÉ?!
Casi lo hago con el hermano de Adam. Por el Buda, esta suerte solo me toca a mí, ¿no?
Le solté la mano al darme cuenta que la agitaba más tiempo de lo normal. Adam me miraba con el ceño fruncido (se ve que notó mi ensimismamiento) y West con una sonrisa. Los saludé con un movimiento de cabeza y me fui a paso suave de allí. Cuando doblé en el pasillo y los perdí de vista, salí corriendo hacia la habitación. Los pasillos (conocido como el campus) estaba bastante cerca de lo que sería el edificio de clase del Instituto (comúnmente denominado solo el Instituto). Llegué y entré. Allí estaba Connor, rebuscando entre sus cajones.
—Connor —lo llamé—. ¿Me prestas tu motocicleta para ir a anotarme a unas clases?
—Sí, sí, claro. Están sobre la mesa. Que te diviertas —respondió sin mirarme.
ESTÁS LEYENDO
Será cosa de chicos [EN PAUSA]
Novela JuvenilAixa Turner se acaba de mudar a California. Acostumbrada a las frías tardes de Alaska, le cuesta mucho el cambio. Sumémosle que, para su (mala) suerte, su hermano y sus amigos son los más sexys del Insituto Águila, su nuevo colegio. ¿Será capaz Aixa...