Prologo.

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"te estoy dejando" Así empezaba la última nota que la esposa de aquel hombre le había dejado. "No puedo estar con alguien que no puede apoyarme en este momento tan difícil."

"Y mucho menos puede estar con un hombre que no aceptar el hecho de que su hija ya no este con el, diciendo una sarta de tonterías."

Aquel hombre leía y releía cada párrafo de esa nota, una y otra vez.

No podía creer que aquella mujer que en algún momento había considerado como su alma gemela, ahora lo había dejado a un lado.

Pero no importaba...Ya no, ella se equivocaba, todos se equivocaban.

Su hija en verdad no había muerto, ella en realidad no lo había dejado, y ahora mucho menos.

—Ahora Lilly, lo prometo, papa siempre te cuidara, nunca te dejare que te pase algo malo—

Aquel hombre repetía las palabras que le había dicho a su hija en el momento en que la tuvo por primera vez en brazos. Pero ahora se lo decía a un trozo de plástico del tamaño de su mano.

Un fuerte ruido lo saco de su ensimismamiento, era el ruido de una puerta ser fuertemente golpeada.

Sabía que no podía estar mucho mas tiempo allí, en cierta manera había sido una carga menos el que su esposa lo hubiese abandonado en ese momento.

—Hora de irse pequeñita.

El hombre salió silenciosamente por la ventana de su sótano, pero para caber allí tuvo que salir sin mas que una ropa ligera, y un delgado suéter cubriéndolo.

Hacia frio, tanto que estaba nevando, era una nevada fuerte, si salía el sol a la mañana siguiente, sería un día hermoso. Pensó aquel hombre, pero aquel momento no era el momento adecuado para tener pensamientos sobre eso.

El hombre no había caminado demasiado, solo unos cuantos pasos hacia un buzón cercano a su casa.

—No quisiera hacer esto, pero por el momento es mejor separarnos Lilly, papa volverá pronto por ti— Dijo el hombre antes de poner el trozo de plástico rectangular en un sobre, cerrarlo y meterlo en aquel buzón.

—....Estoy confiando en ti pequeño bastardo, más vale que cuides a mi pequeña...— dijo el hombre al mirar a la casa casi junto a la suya, frente al buzón. Para luego golpear este último y llamar la atención de los hombres que estaban golpeando a su puerta.

—Suerte pequeñita— Dijo antes de tocar el buzón una vez más y empezar a correr.

Aquel paquete misterioso, sin un remitente había aparecido en el buzón de Leo durante la nevada de anoche, aquella nevada que apareció de repente y cubrió de blanco la ciudad, como ignorando por completo el otoño y pasando directo al invierno, pero eso no importaba.

Lo que contenía aquel misterioso paquete, un pedazo rectangular de plástico que él conocía bien. Un rectángulo de plástico blanco, sin más adornos que una correa en una esquina, con un colgante en forma de flor en su extremo.

Era el celular que hasta hacia poco había pertenecido a Lilly.

O al menos era uno muy similar. Su mano empezó a temblar, pero pensó que era por el frio, por lo que el muchacho decidió entrar a casa.

Al llegar a su habitación, Leo apretó el botón de encendido y la pantalla resplandeció pero al contrario de lo que esperaba, ni la marca del aparato ni el símbolo del sistema operativo aparecieron, la pantalla estaba totalmente en blanco.

Espero por un minuto, por dos, por cinco, por quince, pero la pantalla solo quedo en blanco.

Leo estaba empezando a desesperarse por ello, hasta que su propio celular empezó a vibrar, una llamada, por lo que decidió tomar su teléfono y salir de su cuarto para tomar la llamada.

...

Esa llamada había tomado más tiempo de lo que él había pensado, ahora iba tarde a la escuela, faltar sonaba bien, pero Mika lo iba a molestar todo el día si hacia eso... ¿Por qué seguía preocupándose por el si después de todo ya no eran...ya no eran nada?

Esos pensamientos rondaban por la cabeza de Leo al cambiarse hasta que escucho nuevamente un celular, pero esta vez no era el suyo, era aquel celular blanco mostrando por fin algo en su pantalla.

Leo se acercó para ver, era el símbolo de una flor de Lilly y tras un momento con eso en la pantalla apareció en la pantalla un rostro que pensó no volvería a ver jamás.

— ¿Leo?— pregunto la joven detrás de la pantalla

¿Quién era el enfermo que le estaba jugando esta broma tan pesada?

—Sí, soy yo— Respondió dudoso el joven, tragando pesadamente un poco de saliva.

App girl (En Hiatus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora