App girl (En Hiatus)

capitulo 17

La tibia piel desnuda de Mika era reconfortante, y Leo se había acurrucado plácidamente a su lado después de todo aquello, aunque en cierto momento, cuando quiso volver a acomodarse, la sintió empujarlo y después de eso, el frio de la madrugada volvía a colarse por entre las sabanas.

Él estaba despierto, pero fingía dormir, fuera lo que fuera que estuviera haciendo Mika, probablemente ella no quería que Leo la viera, aunque también era cierto que Leo quería detenerla, aunque quizá no por el motivo que Mika esperaba. Y así durante un rato solo escucho como la chica se vestía en aquella fría madrugada, maldiciendo por lo bajo la temperatura y el hecho de que su lujuria hizo que rompiera una de sus prendas.

Fue después de aquellos minutos, que a Leo le parecieron horas que, por fin escucho el sonido de su puerta cerrándose y también el leve pero inconfundible sonido de la puerta principal cerrando. En ese momento Leo aun sin ropa, se levantó y miro por una rendija de la cortina de su ventana una imagen muy familiar, su ahora ex novia subiendo en un lujoso coche negro, aunque en esta ocasión, no se sentó al lado del hombre, pues este le había abierto la puerta trasera y luego este se subió en por la puerta del conductor.

Leo miro fijamente esa imagen, como tantas veces lo había hecho con Lilly, aunque, lo que aconteció, nunca se lo había podido imaginar ni en sus más jodidos sueños...o más bien pesadillas. Pues cuando el auto finalmente iba a dar la vuelta en una esquina, para perderse de vista, un enorme ruido y una cegadora luz salieron de el, haciéndolo volar por los aires, justo como en una película.

Leo no podía creer lo que veía, temblaba y no podía pronunciar palabra, lo que siguió parecía ir todo en cámara lenta, pues un montón de personas salían a la calle, gritaban, grababan con sus celulares o llamaban a emergencias. Leo no podía pensar con claridad, no veía con claridad, ni siquiera podía escuchar los gritos de su hermana y su madre claramente. El solo podía pensar

¿Por qué no la detuve?

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Era ya de noche, y Leo yacía sentado en una banca de la sala de espera del hospital, con un café entre las manos que ya tenía un buen rato de haberse enfriado, sin embargo, no apartaba su mirada de aquel vaso de papel, tratando de concentrarse, de no caer en llanto una vez más, de escuchar, ignorando los gritos y urgencias de los demás, ignorando el constante ruido proveniente del celular en su bolsillo y de alejar los horribles recuerdos de esa mañana y de Mika en esa habitación de hospital.

Trataba de hacer todo eso, pero al mismo tiempo no podía, no podía ignorar nada y estaba seguro de que algo dentro de su cabeza estaba por explorar y hacerlo volveré loco.

Eso creía hasta que.

Un fuerte golpe en su cabeza lo regreso a todo lo demás, y quien se lo propino, todavía se encontraba frente a él. Vistiendo un regalo que había dicho nunca usaría, por ser "Demasiado femenino y ridículo".

Panda estaba frente a Leo, mirándolo fijamente, usando una sudadera blanca con negro, y cuya capucha también tenía puesta, estando esta última adornada con motivo de un panda.

—¿Qué demonios crees que haces?— Pregunto Leo a su amigo

Pero panda no respondió, se limitó a apuntar hacia una esquina de la sala, en donde un hombre con un pesado abrigo y un aura sombría miraba hacia su dirección. Un hombre que Leo ya conocía de antes.

—Fuiste la última persona consiente que hablo con Mika, quieren saber que paso— le susurro panda a Leo antes de retirarse por un pasillo y entrar a la misma habitación a la que Leo había entrado horas antes, donde Mika esperaba su turno en el quirófano.

Aquel hombre se acercó a Leo, indicándole que salieran para charlar, pero más que nada, el hombre quería salir para fumar, pues tan solo un momento después de que se cerraran las puertas, saco de su bolsillo una cajetilla en donde se leía "extra largos" y encendió un cigarrillo.

—Leo...Leo Pendragon, Sí que te gusta meterte en problemas ¿No es así?

—No es como si nadie los buscara muchacho...Pero solo para asegurarme. Necesito que me digas todo lo que paso antes de lo de esta mañana.

Después de escuchar eso, la cara de Leo se enrojeció al recordar la noche anterior. Por supuesto que no podía decir nada de eso a un policía. Y el oficial pareció entender, pues el solo ver el color de la cara de Leo y su expresión lo hicieron reír.

—Jajaja, vaya que los muchachos en estos días son precoces...—Saco otro cigarrillo, pero esta vez también le ofreció uno al muchacho, lo que extraño a Leo— Si tienes la edad para decidir hacer eso estoy seguro que no rechazarías un regalo de un viejo hombre para una noche fría ¿Cierto?

Esas palabras, y el hecho de que, la noche estaba realmente helando por el aguanieve que caía, convenció a Leo de tomar uno de los cigarrillos. Que después de encendido, solo dejo un horrible sabor amargo y un tos horrenda en su garganta. Por lo que solo dejo que se consumiera entre sus dedos mientras veía al hombre a su lado disfrutarlo como una verdadera delicia.

—No sé cómo un montón de niños como ustedes terminaron en problemas tan grandes, los adultos en verdad somos unos irresponsables— resoplo el oficial por lo bajo, como tratando de aliviar su culpa.

La expresión de Leo cambio a una de duda al escuchar eso, ¿Qué es a lo que se refería?

El oficial se dio cuenta de lo que había dicho y miro al muchacho.

—En realidad, no te puedo decir mucho, y ni siquiera sé si lo que sé es correcto. Así que solo te puedo dar el mejor consejo que te puedo dar en este momento. Ten mucho cuidado Leonardo Pendragon, pues las mismas personas que causaron todo esto, también buscaran culparte a ti, y solo esperaran al más mínimo descuido de tu parte para hacerlo. Es todo lo que puedo decirte Leonardo.

Leo solo trago saliva después de escucharlo, una saliva amarga como el cigarrillo. Y despues de haber dicho lo que tenía que decir, el hombre camino bajo el aguanieve hasta su auto, en donde Leo lo vio esperar por varios minutos, hasta que otra persona entro en el lado de pasajero, una persona con una sudadera de blanco y negro.