capitulo 8

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Era más tarde de lo habitual cuando Leo llego a casa, fuera de la casa se encontraban estacionados un par de lujosos automóviles que Leo en su vida había visto, aunque viéndolos más de cerca, no se veían tan lujosos como aquel auto...

Leo entro a casa y sorprendentemente ni su hermana menor ni su madre lo recibieron, quizás estarían ocupadas con las visitas.

Entro a la sala y sentados allí estaban su madre, su hermana y 4 adultos más, dos de ellos eran conocidos aunque pocas veces estaban en casa, viéndolo de esa manera era claro porque Lilly pasaba mucho más tiempo en este lugar.

Todos voltearon a verlo al escucharlo entrar.

Al reconocerlo, la mujer que le había regalado tantas golosinas durante su infancia, pero que había visto tan pocas veces se soltó en llanto. Mientras que el hombre sentado a su lado solo tomo su hombro y le dirigió una triste sonrisa.

—Leo...Tanto tiempo.

Leo asintió, y se n el lugar vacío al lado de su hermana.

—Leo, estas personas...—Comenzó su madre.

—Vienen a interrogarme ¿Verdad?— contesto el con desgana.

—Un muchacho perspicaz, eso me gusta— Dijo el hombre más robusto

—Bueno, imaginaba que iba a pasar.

—Bueno, eso me evita dar explicaciones, ¿pasamos a un lugar más privado?— respondió el mismo hombre, mientras que su compañero empezaba a caminar a la cocina.

Leo simplemente asintió y los siguió.

En la cocina aquel hombre robusto se sentó frente a Leo mientras que el otro se puso frente a la puerta, Leo supuso que era para que nadie los vigilara, aunque sus ropas formales y negras hacían que se vieran más como mafiosos que como oficiales de la policía.

—Leonardo Pendragon, je, bonito apellido.

— ¿Eh? Ah, gracias.

—Bueno, para empezar...

Así empezó un interrogatorio que hizo sentir incomodo e incluso tenso a Leo más de una vez, Leo no se guardó nada, les dijo de la noche anterior al incidente, del mensaje, de cómo no había visto a Lilly ese día, dejo salir todo, todo, de una manera que incluso al terminar la sesión de preguntas, Leo sentía ganas de llorar, llorar de una manera desconsolada.

—¿Te importa si fumo?

—¿Eh?— La pregunta saco de sus pensamientos a Leo.

—¿Te molesta?

—No realmente.

—Bien, gracias.

En ese momento el oficial saco una cajetilla de cigarrillos de la que se podía leer "Extra largos" y encendió uno, después de una buena fumada a su cigarro, continuo.

—La juventud...Es algo tan maravilloso, tu situación seria hasta divertida; si no fuera por esto- El oficial fumo otra buena porción de su cigarrillo, para volver a soltar una bocanada que hizo toser a Leo.

—Muy bien muchacho—Dijo el oficial mientras se levantaba de la silla— Esto sería todo de nuestra parte.

— ¿Eh? ¿Eso fue todo? ¿Yo no era sospechoso?

—Jaja, bueno, lo eras, hasta después de escuchar a todos quienes están en la sala, y por tus reacciones y respuestas, no creo que hayas sido tu...A menos que tengas algo más que decirnos muchacho.

Leo bajo la cabeza y negó

—No, nada.

—Muy bien, entonces es hora de retirarnos.

En ese momento, aquel hombre fornido y robusto hizo un ademan a su compañero para que se retirara de la puerta.

Y así lo iba a hacer hasta que.

— ¡Espere! Una cosa antes de que se vayan.

—...Muy bien muchacho, oigámosla— El oficial se acercó nuevamente y volvió a sentarse, esta vez su mirada estaba incluso más seria de lo que estuvo antes.

Leo sentía la presión, estaba muy nervioso y las palabras no salían de su boca, su garganta estaba seca.

—Muy bien chico, dime, ¿Qué es eso último que querías decirme?

Leo trago saliva, no fue agradable, era espesa y salada, pero basto para remojar su boca y garganta.

— ¿Lilly...Lilly sufrió mucho?

La expresión del hombre frente a él se veía confundida, no era la primera vez que le hacían esa pregunta, pero tampoco era una pregunta muy usual.

El hombre miro a su compañero, como preguntando algo, y este le respondió de igual manera, como diciendo "Adelante".

—Puedo responder esa pregunta, pero si lo hago, puede ser algo de lo que te arrepientas toda la vida, ¿Estás seguro de querer esa respuesta?

Leo ni siquiera lo miro, pero asintió con la cabeza, fue entonces que el hombre saco algo del bolsillo de dentro de su saco, lo puso sobre la mesa y lo empujo lo suficiente como para que Leo pudiera verlo.

Las pupilas de Leo se encogieron, su piel se erizo y su estómago devolvió lo que había comido como almuerzo; se levantó de la mesa para tratar de alcanzar el fregadero, cosa que no logro.

La escena pareció importarle poco al oficial y comenzó a decirle los horribles detalles que habían descubierto en la autopsia, de cómo se habían tomado su tiempo antes de matarla, de cómo abusaron sexualmente de ella, de como casi todos sus huesos fueron rotos, de cómo las horribles heridas y golpes que Leo había visto la mataron lentamente hasta morir desangrada y confundida.

Leo devolvió el contenido de su estómago tres veces más y justo antes de que sus piernas colapsaran el oficial termino la respuesta que Leo había pedido.

—Y eso es todo lo que sabemos de eso, no sé si eso era lo que querías saber, pero allí está tu respuesta Leo.

Entonces El robusto oficial guardo la foto nuevamente en su saco y se elvanto, camino y junto con su compañero salieron de la cocina, no sin antes decirle.

—Que te mejores.

El resto de la tarde paso de una forma tan confusa que Leo no puede decir exactamente que paso, simplemente recuerda el momento en que ya estaba acostado en su habitación.

...En las cobijas todavía se podía oler el aroma de Lilly...el recuerdo lo hizo querer volver a vomitar, pero su estomago ya estaba completamente vacio.

Solo esa imagen quedo.

Las pesadillas no lo abandonaron esa noche.

App girl (En Hiatus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora