-¿De qué crees que quieran hablar?
La voz de la castaña sonó después de varios minutos de incomodo silencio.
Su tono era distante, casi indiferente, en realidad estaba aburrida. Llevaba más o menos veinte minutos leyendo un libro cualquiera, uno de los tantos que se hallaban en el estudio de su padre.
-No lo sé...
Aquello fue tan solo un susurro por parte de Jorge. Estaba preocupado, su conciencia no dejaba de torturarlo, y es que precisamente en ese lugar fue donde compró a su esposa.
Esperaba que ella se lo reprochase, pero. . . . no fue así; Martina parecía realmente indiferente con todo esto.
Mientras tanto, el castaño no gozaba de tal tranquilidad.
Ésta sería la primera vez que vería a Alejandro después de aquel "negocio" de su matrimonio, y peor aun, se reunirían con Ricardo, su padre. Temía que esto abriese las heridas recién sanadas; que tal si él y Martina volvían a distanciarse.
Estaba intranquilo, verdaderamente preocupado, su rostro se notaba ensombrecido a pesar de que la luz del sol lo iluminaba directamente al estar de pie frente al ventanal.
Ante el incomodo ambiente que se sentía en el lugar, Martina dejó el libro al que apenas y había puesto atención; en silencio y completa tranquilidad se acercó a su esposo, rodeándolo mientras recargaba la cabeza sobre la calida espalda del castaño.
-Creo saber en que piensas y también creo que te preocupas innecesariamente
-Martina, es que aquí. . . .
Jorge no terminó la frase; solo sintió como la castaña se alejaba para inmediatamente posarse frente suyo y besarlo así nada más, callándolo con un contacto tan fugaz en que sus labios apenas y se tocaron.
-A qué le temes ¿qué te preocupa?. . . . de ti me enamoré y eso ya no va a cambiar
Martina sonreía sutilmente, como contadas veces lo hacia, sus ojos marrones brillando intensamente; con su belleza, logró disolver los malos recuerdos de su esposo, tranquilizándolo.
Jorge, quien ahora sonreía de forma traviesa y sexy, estrechó a la castaña, pegándola completamente a su cuerpo, besándola con furor, con intensidad.
Tanto era el entusiasmo y ensimismamiento que tenían durante la unión de sus labios, que no escucharon cuando la puerta del estudio se abrió, permitiendo la entrada a un par de hombres maduros, Alejandro y Ricardo, quienes miraban, entre sorprendidos y complacidos, a la pareja.
El caballero de cabellos castaños se aclaró la garganta, llamando la atención de los jóvenes, que salieron de "su mundo" al percatarse de que no estaban solos. Rompieron el beso sin desearlo, más aun seguían abrazados.
-Me da gusto ver que comienzan a . . . . llevarse mejor
Ricardo comentó con picardía, al tiempo que se sentaba en un cómodo sofá y encendía un cigarrillo
-Martina, creí que no soportabas a Jorge
Alejandro se dirigió a su hija, mirándola con una sonrisa plasmada en el rostro. Más la castaña no podría decir si lo que veía en el rostro de su padre era felicidad; quizá su sentimiento de culpa había disminuido al verla entre los brazos del castaño.
Y es que, aun cuando el rostro de Martina no mostraba emoción alguna, a Alejandro no podía engañarlo, esos ojos marrones desbordaban amor por Jorge.
-E- eso era antes. -Dijo la chica, tratando de sonar indiferente.- De cualquier forma ya estamos aquí, así que hablen. . . .
Martina se sentó, tomando nuevamente el libro que había dejado, fingiendo leerlo.
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El precio de tu amor (Jortini) Terminada
RomanceÉl haría cualquier cosa con tal de que ella estuviese a su lado, ¡lo que fuera!, incluso obligarla... más nunca creyó que realmente terminaría enamorándose de ella... ¡ni ella de él!.