Capitulo IX: Mágicas burbujas de amor

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Abrió los ojos con lentitud, aun tenía sueño y es que últimamente no había dormido muy bien.
Bueno, después de todo, esta era su luna de miel y en lo que menos pensaba era en dormir.

Se recostó sobre el calido pecho de su esposo, mientras una sonrisa llena de paz y satisfacción adornaba su lindo rostro.

-Buenos días, bella dama.

La voz de su compañero llegó suave y repentinamente hasta sus oídos.

Lo creía dormido.

-¿Qué hora es?...

-Las 12:00 p.m.

-Mmmm….

La castaña sencillamente se acomodó nuevamente.

Esto era algo de todos los días; despertaban ya tarde y seguían recostados por un buen rato, a veces por horas, conversando, disfrutando de la compañía mutua. Por las tardes paseaban un rato, para terminar, ya entrada la noche, haciendo el amor como si no lo hubiesen hecho antes….

Si, esto era, sin duda, una luna de miel perfecta.

Martina abrazó fuertemente al muchacho al tiempo en que suspiraba profundamente, para luego abandonar su cómodo lugar en la cama, entre los brazos de su esposo.

Sin nada que cubriese su blanca piel de leche, se dirigió al cuarto de baño, contoneando sus anchas caderas, hasta detenerse y mirar por encima de su hombro, sonriéndole de forma traviesa a su hombre, invitándolo a reunirse con ella en la bañera; luego, simplemente siguió su camino.

Apoyado sobre ambos brazos, Jorge sonrió irónico; esta mujer sabía perfectamente como volverlo loco.

El castaño dejó la cama para dirigirse junto con su castaña esposa.

Apenas entró al cuarto de baño, se encontró con la imagen más hermosa e incitadora que sus ojos hubiesen podido ver. . . . Martina se hallaba sumergida en un pequeño jacuzzi; elevando una de sus largas y perfectas piernas, salpicando al muchacho, invitándolo a compartir con ella la blanca espuma que acariciaba su cuerpo.

Jorge no tardó en acercarse a ella, inclinándose, deseoso de probar los labios de su mujer, la misma que lo envolvió en un suave y húmedo abrazo para poco después jalarlo y hacerlo caer dentro de la bañera.

El moreno ni siquiera se quejó, todo lo contrario, estaba feliz de poder bañarse junto con la chica castaña.

-Martina, eres perversa. . . . no lo sabía.

-Hay muchas cosas que aun desconoces de mí.

Martina sonrió mientras llenaba de espuma el cabello del muchacho y lo besaba con furor, pero siempre con un toque de cariño que a Jorge simplemente lo volvía loco.

La chica deslizó sus suaves manos por el deseable y sexy cuerpo de su compañero, acariciando cada rincón, cada perfecto músculo, haciéndolo sudar y gemir suavemente.

El tacto de su amada era tan delicado, tan sensual y tan erótico. . . . .

-Tini. . . . ¿qué pretendes?.

-Hacerte sentir bien, nada más.

Martina lo miró directo a los ojos al tiempo que sus finas y suaves manos se deslizaban por debajo del agua y la espuma, palpando el miembro del castaño.

-Martina. . . .

Jadeó él, ligeramente sorprendido aunque agradado con la iniciativa e interés que mostraba su esposa.

Sentía sus caricias, la delicada forma en que sus manos rodeaban su hombría, estrujándolo, subiendo y bajando en un ritmo tranquilo y poco después más presuroso, haciendo suspirar al muchacho.

El precio de tu amor (Jortini) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora