Permanecía sentada frente al tocador; había terminado de arreglarse hacia un buen rato aunque todavía faltaba un poco más para que la ceremonia diera inicio, ceremonia que se llevaría acabo en uno de los extensos jardines de la mansión Blanco, por disposición y gusto del mismo Jorge.
Ya todas sus cosas estaban en esa habitación, la que de ahora en adelante compartiría con el joven de castaños cabellos.
Solo faltaba ella, pero desde esa noche, ambos...
- Ahh¿qué voy a hacer?.
La castaña suspiró nerviosa ante lo que estaba a punto de hacer.
Tratando de ocupar su mente en otras cosas, posó la vista sobre su vestido de novia.
Con un sencillo escote al frente y otro atrás que dejaba ver la pálida piel de su espalda, el modelo era ajustado hasta la cintura, donde un enorme moño sujetaba la fina tela exactamente donde terminaba su espalda, después la tela caía ampliamente hasta casi rozar el piso.
Una diadema de flores sostenía el largo velo que portaba, y por último una gargantilla de tela blanca que lucia bastante gracias al escote de la prenda.
- Mechi tiene buen gusto, no puedo negarlo.
Se dijo a si misma, recordando que ese vestido había sido elegido por la rubia. El simple diseño denotaba sencillez y elegancia.
Se veía linda, sin duda, al menos le gustaba su reflejo en el espejo; incluso el maquillaje era escaso y suave, otorgándole así un aire de frescura y juventud poco común en esos eventos.
- Es solo una imagen.
Bajó la mirada mientras se convencía totalmente de esas palabras.
Solo la fachada, el simple reflejo que le mostraba el espejo. Por muy linda que fuera la imagen frente a ella, por dentro su alma gritaba tratando de encontrar la salida de ésta pesadilla.
Es verdad, si no fuera por la expresión en su rostro sería la novia más hermosa del mundo.
La frialdad en sus bellos ojos delataban cuán indeseada era ésta boda. Había un dejo de enfado en su mirar, más ni eso podía ocultar el brillo en sus ojos, brillo producto de la tristeza que a su corazón oprimía; tenia deseos de llorar y eso era algo que no podía negarse a si misma.
Un par de golpes sobre la puerta la alejaron de sus tristes y nerviosos pensamientos.
Reaccionó casi con voz mecánica; pensando que se trataba de la joven rubia o las mujeres que el mismo Jorge designó para arreglarla, permitió que entraran a la habitación sin siquiera molestarse en ver de quien se trataba... hasta que escuchó su voz...
- Nunca imaginé... que llegaría a verte más hermosa de lo que ya eres.
Sorprendida por su presencia, se giró a verlo; no esperaba enfrentarlo hasta la ceremonia, pero conociéndolo el joven debía estar impaciente.
- Sabías que es mala suerte ver a la novia antes de la boda?.
- No debe ser cierto y menos si ella es tan bella.
Jorge se acercó a la castaña, embelesado por completo con la belleza de la mujer. No pudo evitar el impulso de estrechar la mano derecha de Martina entre las suyas. Al verla ahí, vestida de ese modo, se convenció totalmente de haber hecho lo mejor, quizá no lo correcto, pero si lo mejor para tenerla a su lado.
Admirándola atentamente sin recibir quejas o insultos por parte de la chica, se percató de que ésta no llevaba un solo accesorio de joyería. Le extrañó bastante pues no escatimó en dinero para que su futura esposa luciera las más finas, bellas y costosas joyas.
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El precio de tu amor (Jortini) Terminada
RomanceÉl haría cualquier cosa con tal de que ella estuviese a su lado, ¡lo que fuera!, incluso obligarla... más nunca creyó que realmente terminaría enamorándose de ella... ¡ni ella de él!.