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casualidades

Luego de tres días de extrema depresión por culpa de Do Kyungsoo, Jongin se había vuelto a hundir en el mar de la misera debido a la fuerte discusión que había tenido con el chico; una discusión que le había obligado a sacar un cuarto de la mitad de lo que llevaba por dentro con respecto a él, con respecto a sus sentimientos.

Dijo tantas cosas, tantas, y no supo si le dolieron a Kyungsoo pero a él si le habían roto una importante parte de su corazón porque nadie más que él anhelaba que Kyungsoo fuera la persona que se mostraba en los pasillos de la facultad. Del ángel. Jongin no había querido insinuar que era algo así como un cualquiera, pero ya una vez sueltas sus palabras no hubo forma de retroceder, y no quería, porque una parte fundamental de su ser quería hacerle tanto daño a Kyungsoo como él le estaba haciendo.

Vivir así no era vivir, y era su mera culpa. No tenía por qué llevar a cuesta una relación tóxica sólo porque no podía amar a nadie más que no fuera Kyungsoo, no tenía que sentirse como que no era digno de nadie, no tenía por qué insistir si ese chico no quería salir de su encierro.

De alguna forma Jongin se sentía parte de la composición de una canción que a pesar de tener buen ritmo, no dejaba de entristecer por su letra. Ojalá su historia fuera diferente, ojalá a Kyungsoo no le diera vergüenza mostrarle al mundo que Jongin estaba allí con él. Ojalá Kyungsoo tuviese el poder de ver que en medio de ese mundo hostil del que se protegía con máscaras, Jongin era capaz de crear un búnquer sólo para resguardarlo, que era capaz de crear un lugar sólo para que Kyungsoo habitase.

Y sí, si Kyungsoo quería nadie tenía por qué enterarse, si su deseo era mantenerlo todo en santo hermetismo entonces Jongin podía hacerlo, a pesar de que él quería gritarlo a los cuatro vientos, pero no todo tenía que ser como era ahora, podían coexistir sin dañarse, sin usarse, sin lastimarse, podía ser perfecto en ese mundo sólo de los dos.

Sin tan sólo Kyungsoo...

—Ya, anímate —le dijo Soojung a Jongin, ella trató en la medida de lo posible no decir «te lo dije», Jongin lo agradeció—. Esa película que quieres ver es realmente divertida.

Jongin resopló con una rodada de ojos incluida.

—Sería más divertida si me acompañaras —rezongó—. Pero no, la niña tiene una cita.

Soojung se coloró sobremanera cuando Jongin hizo mención de la cita, en realidad no era una como tal, sólo un encuentro de estudios con un chico llamado Kim Myungsoo que desde hace tiempo había estado detrás de Soojung para que «le enseñara logaritmos», era una excusa y ambos lo sabían, pero a Jongin le pareció adorable la forma en la que Soojung había aceptado enseñarle como si de verdad creyera que no sabía sus intenciones, ella también estaba interesada.

—Ya te dije que no es una cita —le recordó, sacudiendo su mano—. Y ya me tengo que ir, tu función comienza a las seis. Y por favor... —Soojung, tan tosca como solía ser, sincera y directa, abrazó a Jongin y le dio unas cuantas palmadas en su espalda—, deja de pensar un rato en Do, Jongin. No te comas la cabeza con sus habladurías sin sentido, no sientas que tiene razón, ni por un momento pienses en su manipulación psicológica. Tú eres un hombre excepcional que encontrará a su hombre excepcional más temprano que nunca. Eres increíble, no lo olvides.

Las palabras de Jung Soojung, su mejor amiga por años y años, eran sin duda algún tipo de fresquillo para su alma, palabras que su corazón sabía pero que de todas formas necesitaba escuchar. Soojung se encargaba de hacerle entender que él no era ningún adefesio de la sociedad, que él podía valer y que Kyungsoo estaba equivocado en muchos aspectos.

They Never Know → KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora