d i e z

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gotas de información

—¿Pero q-qué...?

Jongin ni más abrió la puerta, fue atacado por unos labios que ya conocía a la perfección. No estaba presentable para la ocasión, aunque Kyungsoo tenía la habilidad de presentarse cuando no estaba listo en lo absoluto.

Esa noche llevaba puestas sus gafas más grandes, las que eran más cómodas pero la más exageradas en cuanto a tamaño se refería, el pantalón de pijama, si se descuidaba, se le caía, y la camisa tenía una mancha en el centro del oso que alguna vez fue marrón y ahora era casi blanco.

No estaba presentable, punto fin. Sin embargo, Kyungsoo llegó como un tornado hasta él y devoró sus labios y a duras penas pudo mantenerse en pie; estaba molesto y ansioso a partes iguales. Las llamas recorrían su cuerpo con cada mordida de Kyungsoo a sus labios, pero también quería empujarlo porque otra vez lo estaba usando como si él fuese una pera de boxeo sexual.

—¡Calmate, por Dios! —le dijo en tanto pudo cerrar la puerta, era increíble que a Kyungsoo no le molestara en lo más mínimo el hecho de que aún no era tan tarde, que estaba allí sin la ropa que normalmente usaba para enconderse de los demás y besándole casi que en el pasillo hacia su habitación.

Jongin estaba muy alterado, y la boca de Kyungsoo no hacía más que confundirlo; sinceramente, era la primera vez que el chico se mostraba tan urgido, tan veloz, tan necesitado, tenía la cara toda roja y parecía arder al mero toque. Jongin no sabía cómo lidiar con ello, este Kyungsoo no era nada igual a lo que él estaba acostumbrado, sí, era tosco (siempre lo era), pero éste tenía una variante, una que a simple vista no parecía importante, pero que realmente lo era todo.

—Kyung... Kyungsoo, ¡necesito que te calmes! —pidió Jongin separando al mayor de sus brazos—. ¿Qué te pasa?

Kyungsoo, molesto e inquieto se sentó en la pequeña cama de Jongin, esa que había sido testigo de muchos encuentros sexuales entre los dos, que había cobijado sus ganas, una pequeña cama en la que Kyungsoo no sólo tomó asiento, sino que se estiró y posteriormente se terminó acostando.

Cabe destacar la sorpresa en los ojos de Jongin debido a que Kyungsoo nunca se comportaba de esta manera, no se acostaba a mirar el techo, a golpear sus dedos unos con otros, a volverse nervioso, y no ayudaba el hecho de que no hablara para decir absolutamente nada. Le pasaba algo, y Jongin lo sabía, se parecía mucho al episodio debajo de la lluvia, el día en que toda esta historia comenzó, sin embargo, y a pesar de que Kyungsoo lucía más «relajado», la emoción como que le aturdía más que aquella vez.

Ojalá pudiera conocerle más a fondo, tener la confianza para preguntarle por sus problemas, y que éste conversara de ello sin reservas. Más que sexo, a Jongin le gustaba sentir que Kyungsoo y él, por intervalos efímeros de tiempo, podían llevar una relación normal.

Jongin se acercó a la cama y tocó la frente de Kyungsoo, al menos no parecía tener ningún síntoma de enfermedad física.

—¿Quieres que te prepare un té? —preguntó suave, tentando a su propia suerte. Conociendo a Kyungsoo, podía salir corriendo pasillo afuera sin decir una sola palabra, como siempre.

—Sí.

Kyungsoo no dijo nada más que eso por lo que Jongin no quiso ahondar en el tema, simplemente se dirigió hasta su pequeña cocina de cuatro hornillas y preparó un té de limón para que Kyungsoo entrara un poco en calor y se sintiera cómodo.

They Never Know → KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora