v e i n t i u n o

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—¡No puedes estar hablando en serio, Kim Jongin!

Kyungsoo arrojó al suelo todos los libros y carpetas que sostenía en sus manos desde el momento que escuchó hablar a Jongin; no le importó el sonido hueco que sonorizó el lugar ni mucho menos la mueca que dibujó Jongin en su rostro, simplemente estaba cansado del tira y afloja, casado de muchas cosas aunque en primer lugar, ni derecho tenía.

—¿Por qué estás arrepentido por cómo follamos ayer? —preguntó, moviendo sus manos al aire—. Yo no estoy llorando ni armando un drama porque me dolió o algo, ¿qué te hace pensar que no lo disfruté? Joder, me gustó mucho, me encantó. Y sé que a ti también.

Jongin bajó el rostro mirando desinteresadamente algo en el suelo, Kyungsoo aprovechó a acercarse, a tratar de ganar terreno porque no podía ser que otra vez estaban pasando por esto de «te dejo para siempre», realmente pensó que después de anoche las cosas iban a coger un rumbo más ameno, o que en dado caso, iba a seguir siendo como antes. Bueno, claramente se equivocó.

—Kyungsoo, quiero que entiendas algo, por favor —Oh no, aquí venía el vómito verbal con el que Jongin lo atacaba siempre—. Como hombre, sí, lo disfruté. Y aún más si se trató de la persona de la que estoy enamorado, pero mi cabeza y mi corazón me reclaman. Me siento sucio, me siento vil, no me sentí yo en ese momento y no quiero volver a pasar por esa situación nuevamente.

Jongin miró por la ventana de la sala y tomó una exhalación profunda, no miraba a Kyungsoo y en cierto forma, éste lo entendía, era difícil para el. Jongin estaba acostumbrado a tratar a las personas con cordialidad, a demostrar sus sentimientos de la forma más pura posible. Follar, o hacer el amor eran actos que no realizaba con nadie más por su acérrima creencia al amor, a hacerlo con la persona que más se amaba. Ayer, Jongin simplemente violentó su propia formación, y Kyungsoo sabía más que nadie que era culpa suya, que él hizo de Jongin alguien inestable y que se desconoció a sí mismo.

Kyungsoo comenzaba a sentir toda la culpa de sus acciones, rogando en silencio que Jongin no se alejara de él otra vez porque esta vez no tenía ganas de fingir que no sentía, que no lo quería a su lado, y que no lo necesitaba como un adicto a su droga. Necesitaba de Jongin justo en el momento en que él a fuerzas y por su bien, intentaba soltar su mano.

—Me siento mal conmigo mismo, por favor entiende que mientras más tiempo pase, más duro es para mí —dijo, y sonó tan desganado, tanto que Kyungsoo tuvo deseos de prometerle que todo iba a ser diferente, y que las cosas iban a cambiar comenzando por él.

Pero ninguna de esas palabras salieron de su boca. Como siempre.

—Jongin, no seas terco, yo...

—¿Terco? —preguntó retóricamente, esta vez mirando a los ojos a Kyungsoo, estaban rojos e inyectados de dolor—. No es terquedad, es protección, contigo no me siento una mejor persona. Me siento un arrastrado que sólo busca migajas de ti. Me siento un sin valor que no es capaz de alejarse de la única cosa que le hace daño. No sé ni cómo es que soy capaz de aferrarme a ti cuando no me das nada.

—¡Te he dado mi cuerpo, ¿por qué lo tomas como nada?! —gritó de vuelta, aterrado por la situación y mortificado porque las palabras que deseaba decir y que salían de forma contraria.

—Yo no quiero tu cuerpo, Kyungsoo. Yo te quiero a ti, tu exclusividad, tu cariño. Quiero tu amor, pero es la única cosa que no me puedes dar, por más que lo intente.

They Never Know → KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora