They Never Know → KaiSoo

n u e v e

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verdades que alteran

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Si le preguntaban a Kyungsoo qué rayos había hecho en ese cine junto a Kim Jongin, la respuesta sería todo un enredo de palabras, murmuraciones, sudoración y extremo nerviosismo porque lo cierto era que, él no lo sabía. Su plan nunca había sido encontrarse con Jongin en el cine, en primer lugar, él quería despejarse, quería arrancar de su cabeza los pensamientos que lo embargaban y lo ahogaban, y creyó que podía olvidarse de la semejante pelea que había tenido con Jongin si sólo iba al cine a ver una película de comedia.

Qué equivocado estaba.

Nunca esperó encontrarse con Jongin justo al lado del asiento que le tocaba ocupar, y por increíble que fuera, con una ración de nachos, justo viendo la misma película. Era una puta locura, porque cuando Kyungsoo quería despejar más su mente de todo pensamiento relacionado al chico, éste se empañaba en hacer acto de presencia y desmantelar todas sus intenciones.

Jongin todo lo hacía mal.

La película que se supone iba a despejar su mente, terminó siendo la vil excusa que tuvo Kyungsoo para aferrarse a ese espacio de tiempo en donde Jongin y él no estaban discutiendo, donde él no estaba gritando palabras que no sentía a Jongin, donde podían tocarse efímeramente sin tener que rendir explicaciones, sin tener que hablar y donde la oscuridad le permitiera sólo un instante, así, con el calor de los dedos de Jongin entrelazados con los suyos.

Suave, cómodo, como si de repente descubriera que ese era el lugar al que pertenecía.

Para ser franco, Kyungsoo no se entendía a sí mismo. Por una parte su cabeza le gritaba una y otra vez que Jongin era sólo un instante más, un número, un nombre más en su lista de amantes, una persona cuyo única finalidad era complacerle, pero por otro lado, Kyungsoo se miraba extasiado de Jongin, anhelando un próximo encuentro, y amargándose la existencia cada que discutía con el chico.

Como esa noche, justo después de que Sehun se fuera.

Kyungsoo no tuvo palabra alguna para describir el pesar que sintió en el alma por cada oración que Jongin dejó ir de su boca, la forma en la que lo echó de su habitación, y el cómo lo había estado ignorando hasta entonces.

Ese intento en el cine había contado como una medida silenciosa y desesperada de atención por parte de una persona que lentamente estaba empezando a consumir mucho a Kyungsoo. Y era tonto, porque hasta donde Kyungsoo sabía, él tenía el control de la situación, el gobernaba a Jongin, él era el que tenía el poder, el que sabía cuanto amor y cariño profesaba Jongin aún si no le decía.

Entonces, ¿por qué se sentía como que Kim Jongin tenía el poder absoluto? Casi se sintió un hecho cuando la película terminó y Jongin soltó su mano para dirigirse a la salida en supremo silencio.

Y no tuvo agallas para seguirle.

De regreso a su campus, Kyungsoo transitaba silencioso el camino lleno de capullos de flores, no era tan tarde por lo que algunos estudiantes estaban merodeando por la zona. Al principio, por no querer sentirse solo, quiso llamar a algunos de sus amigos para salir a beber un rato pero recordó que era mitad de semana y al día siguiente había clase, por más que quisiera despejarse, Kyungsoo no podía dejar de lado la perfecta imagen de chico estudioso que le seguía a sol y a sombra.

Era una especie de miedo, un terror casi infundado que tenía de dejar de ser lo que todos esperaban, de dejar de ser el modelo a seguir de los demás, que todos se enteraran que en lo más profundo de su ser le gustaba ser follado por Jongin. Era un miedo que nadie, ni siquiera Jongin entendía, y esa era toda la rabia que a veces a Kyungsoo asediaba porque el chico lo miraba como si le estuviese incitando a vivir un amor a escondidas del mundo, como si le estuviera empujando para que cruzara la línea, a atreverse a hacer cosas que los demás no entenderían.