La chillante voz del ujier anunciando la llegada del cardenal no pudo perforar mucho más profundo el oído de la audiencia como lo hizo en el caso de Victor, quien sólo pudo mantenerse estático en ese mismo pilar que había sido por tanto tiempo su refugio y escondite.Pero no malinterpreten esta reacción en el poeta, no es que el propio Cardenal infringiera el miedo en él, tampoco que le guardara algún tipo de rencor o resentimiento a su eminencia, Victor no era ni tan cobarde como para amedrentarse, pero tampoco osado para manifestarse contra tal figura religiosa. Él era un filósofo liberal en todo el sentido de la palabra, pero contaba con el juicio y razonamiento necesario como para manifestar sus ideas sin llegar al peligroso borde de ofender a quien poseía el poder de mandarlo directo a la plaza de Grève para escarmentar.
Si nuestro poeta se mostraba tan alterado al punto de casi sufrir un colapso nervioso era porque su preciada audiencia, ese público tan selecto y refinado conformado en su mayor parte de bribones y pillos, se sobresaltó temeroso ante la presencia del Cardenal, incitando pues, que todas las cabezas se volvieran hacia el estrado y comenzaran a parlotear entre ellos, y eso por consiguiente causó que el desafortunado prologo volviera a interrumpirse.
A Victor no le importaba si toda su audiencia estaba conformada de picaros y bribones de poca monta, publico era público, y todo aquel que tuviese al menos un ojo y oído en buenas condiciones era capaz de apreciar el arte ante ellos. Si la belleza de sus versos era capaz de remover en emoción el corazón humano de sus espectadores, entonces él podría sentirse al fin completamente realizado como autor.
Era una lástima que en el momento más anhelado, ese donde por fin sus letras serían iluminadas por la vida al ser entonadas por la voz de los actores se viese cruelmente mutilado por la interrupción del Cardenal, sin mencionar claro, todo el sequito que le acompañaba y esa ya tan odiada embajada flamenca.
Quizás lo más triste en esta tragedia personal para el poeta, era que dicho Cardenal no parecía ni en lo más mínimo interesado en todo el revuelo que su entrada había causado. En su camino rumbo a tomar su ya designado asiento, sólo se mantuvo mirando indiferente a su alrededor, toda esa muchedumbre que se apiñaban unos sobre otros en su desesperación por capturar un mejor vistazo de su eminencia.
Nadie pensaría que la multitud que antes se había encontrado tan encolerizada por su inconveniente retraso ahora se encontrara dándole tan buen recibimiento. Pero la buena popularidad de la que gozaba el Cardenal le precedía para obtener fácilmente el sincero perdón del pueblo de París, sin mencionar que era un apuesto hombre... Uno que de cierta forma fue ofendido por toda la audiencia al tener el descaro de empezar la representación sin su presencia, a pesar de que a este poco le importara lo que ese día acontecería en el palacio de justicia.
En realidad, lo que al Cardenal realmente le molestaba era tener que recibir a la embajada del duque de Austria, quien a opinión del Cardenal no se reducían más que a una masa de burgueses de poca monta, con costumbres vulgares y malas maneras. Tener que festejarles a dichas figuras en sus tierras era la única parte amarga que debía tragarse para complacer a su rey, la única, pero también la más terrible que haya hecho jamás.
Así pues, el ujier comenzó a anunciar la llegada de cada personaje que conformaba a la embajada flamenca.
Por su parte, debemos darle su debido reconocimiento a Victor quien luchaba con fiereza para mantenerse impasible ante todo mal pronóstico. Le había pedido a sus actores, quienes se habían quedado congelados sobre el escenario desde aquella interrupción, que continuaran con el prologo, más al notar que nadie los escuchaba y mucho menos les regalaba una mirada por fugaz que fuese, les hizo callar de nuevo. Pasaron más de 15 minutos en los que Victor, incapaz de desertar, se paseaba de un lado a otro, intentando llamar la atención de la audiencia más próxima para que le escuchasen, incluso intentó con Mila y Sala, pero tanto ellas como todos los demás, aún se mantenían observando al Cardenal y a la embajada flamenca.
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Notre Dame de París [ Yuri On Ice - Victuuri ]
FanficLa bella ciudad de París, en el año de Dios 1482, será escenario de la siguiente historia de amor, deseo y una enferma obsesión. Por las antiguas calles de París se hace gala de las más apasionadas emociones capaces de moldear el corazón humano a su...