Capítulo 7

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Martín recostó a su hermano en su cuna, quien se quedo dormido hacia un par de minutos. Se sienta en el sofá soltando un suspiro.

Sintió sus mejillas húmedas, al tocar una con su mano, se dio cuenta que estaba llorando.

Era la primera vez que lloraba, sabia el porque, su corazón se sentía pequeño, la felicidad abandono todo su cuerpo, se hecho a llorar para desahogar esas emociones que dañaban su corazón....por primera vez, supo lo que era estar solo, la misma soledad.

Sintió una mirada hacia el, al ver la cuna, vio a su hermano despierto viéndole directo a los ojos como si supiera lo que le pasaba.

El niño volvió a reír, contagiando su risa a Martín. Quien se secaba las lágrimas, supo allí que hay una persona que dependía de el, que aprendería de el, que le levantaría los ánimos con su simple risita, alguien a quien proteger y amar.

Un año después

Chris ya había cumplido un año de edad, quien ya camina y decía algunas palabras como "mama" "papa" "Martín" "oso" "malo" "allí" "galleta", la tercera fue su primera palabra.

Martín, ya de cuatro años, aprendió a cocinar platillos simples y fundamentales, tales son: arepa, cachapa, arroz, avena, compota de cualquier fruta, milanesa de pollo, carne y ensalada.

Martín?-llamo Chris

El lo vio, Chris llevaba una flor entre sus manos. Se le acerco.

De donde sacaste esa flor? Es muy bonita-dijo

Allí-dijo el niño, quien  con su manita señalo unos arbustos

Y para quien es?-pregunto Martín

Pa...para ti-dijo extendiendo sus brazos hacia el

Martín se sonrojo levemente, era la primera vez que alguien le regalaba algo. Aunque sea algo pequeño.

Gracias-dijo tomando la flor, inmediatamente, Chris lo abrazo

El correspondió el abrazo, dándole un beso en la frente. Chris se soltó del abrazo para ir a la sala, donde se encontraban sus juguetes.

Dichos juguetes eran para Martín, traídos de sus tíos y su primo. Consistían en varios carritos de juguete, un oso de peluche y una pelota. El favorito de Chris era el peluche.

Martín ya tenia la edad para ir a quinder, pero como no estaban sus padres ni algún familiar para inscribirlo, aprendió a escribir y a leer, completamente solo.

Martín sabia muy bien, que tenia la responsabilidad de un adulto y el solo era un niño de tan solo cuatro años, pero podía cumplir ambos papeles.

Cumplir su responsabilidad de adulto y vivir su infancia al mismo tiempo.

Espero les haya gustado. Bye

Mi Ángel GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora