Palabrería de desilusiones

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¿Recuerdas aquel joven del que te hablé?, Ese que me conquistó justo con todas las cosas contrarias a lo que me gusta, con todo aquello que no soporto en los demás. Él, ¿Recuerdas cuando te dije que había logrado mi cometido? Que por fin podría dejarlo de lado puesto que había logrado mi objetivo, nada más y nada menos que una noche de pasión en sus brazos; bueno, hoy me enteré que se casará, está comprometido con quién yo sabía era su novia, pero él lo había negado en aquella ocasión, por eso no me remordía la conciencia, pues yo creía que era una relación momentánea y no. Hoy resulta que están felizmente comprometidos y muy emocionados acerca de ello.
Se que suena a mamada pero como tú dijiste, en esto del amor soy bastante rara, puede que mil veces te haya dicho "Ya lo he superado" y aún así, más ha cambiado.
E incluso el haber terminado en la cama y que realmente no me haya agradado, el haber pensado por un momento que era lo único que yo buscaba y luego verme desengañada. En este momento en el que leí tantas cosas, sentí como realmente algo dentro de mí se rompió. Es escuchar su voz en mi cabeza contándome su plan de vida y diciendo que, en éste, no estaba casarse antes de los 30  y ahora desengañarme y darme cuenta que, ¡sí está en su verdadero plan de vida! Y no solo eso, sino que, esta vez no fui sólo un pequeño engaño en una relación efímera, en esta ocasión fui en toda regla la amante de aquel hombre al cual mentalmente le otorgué el título del chico más maduro que he conocido, no he sido la amante que está mil veces mejor que la mujer tanto en un aspecto físico como en uno de estabilidad emocional; Esa, que sabe lo que desea además, tiene bien definidas sus metas y sabe como lograrlas; aquella que lo entiende, que lo quiere sólo para ella y planea la destrucción de la relación precaria que ahora obliga al señor a buscar en alguien más la fogosidad de la que su mujer carece. NO, yo sólo he sido la chavala atontada que busca un poco de atención por parte de ese chico que apenas la hace en el mundo y la convierte en objeto de su necesidad física momentánea. He sido esa persona a la que se le tiene la suficiente confianza como para contarle todo, menos de esa mujer que tiene su corazón.
Y es que, esto no solo me duele, sino me molesta, me hace saber que soy exageradamente inmadura, que no tengo nada bueno para dar o que estoy dando todo y no es suficiente, que  siendo este el caso, viene llevándonos al mismo lugar, no valgo la pena, al menos no como una pareja formal.
Lo bueno es que aún es de noche y, esta impotencia, este sentimiento que me hunde el estómago, saca mis las lágrimas, me hace andar cabizbaja y estar con la enorme necesidad de no levantarme en la medida de lo posible, se habrá pasado para la hora en que amanezca; esta profunda tristeza que inunda mi alma habrá quedado olvidada cuando tú hayas terminado de leer este mensaje e incluso yo me estaré burlando de mi capacidad de hacer drama, estaré riendo y habré olvidado que siempre soy la segunda opción para todos, que soy aquella que espera sin necesidad de que se lo pidan y luego, agradecen por que sigo ahí pero me siguen usando y yo me siento bien por que sigo siendo útil, soy esa que siempre estará ahí para lo que necesiten en todos los sentidos tanto como amante, amiga o amada.
He permitido y no solo eso, he incitado a todo cuánto me conoce a que me trate como plato de segunda mesa, no me he dado a respetar en ningún sentido y lo peor, siempre recurro a tí, como si, por ser mi mejor amiga tuvieras la obligación de aguantar todas mis estupideces, mis reflexiones y verborreas sin sentido. Lo bueno de todo esto es que estás aquí, siempre estás para mí y, si está gota derrama el vaso de tu paciencia para conmigo y mis tantas desilusiones amorosas, quiero pedirte una disculpa.
Siendo o no así, te agradezco infinitamente, por que en tí he encontrado a esa hermana que hace mucho perdí, y no se si está última frase sea para bien o para mal, por que tú eres única y no estás para suplantar el lugar de nadie, pero no puedo decir que eres como la hermana que nunca tuve, porque sí la tuve y al igual que contigo, éramos las dos contra las adversidades.
Me fui por otro camino, soy bastante incoherente con el corazón roto... aunque, ¿sólo con el corazón roto?... No, yo creo que más bien, siempre.

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