"NO ES NECESARIO TENER PRINCIPIOS"

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La Bohemia, un bar en Londres tan pequeño y mágico al que asisten personas muy especiales, sólo aquellos seres que se atrevan a dar todo por amor serán dignos de encontrarlo. En este minúsculo espacio bajo el volcán sucedió un reencuentro inesperado en noche azul.

El cruce de estos dos entes Halley y Marlene sucedió cuando ella, entre bailes y amontonada con la gente giró, lo vio y reconoció aquella burda imitación de Fred Astaire; la misma que, hacía tiempo, en el hotel más alto de aquella ciudad, la habría encantado a tal grado de seguir sus instintos, acercarse a quien la realizaba y decirle al oído:

-Atrévete a acompañarme- entonces se echó a correr sin decir una sola palabra más. Él, intrigado por la propuesta tan extravagante de aquella pelirroja hermosa, solo atinó a seguirla, dándose cuenta demasiado tarde, que iban corriendo hacia el piso veintitrés, aquel lugar en el que los saltimbanquis practicaban sus acrobacias, donde jugaban a la cuerda floja sobre los cables de luz. Una vez ahí, ella se dirigió a la ventana y no paró sino hasta encontrarse en la cornisa, se quitó los zapatos y extendió un pie hacia el precipicio

-¡Detente!- él gritó, ella al escucharlo, puso ambos pies sobre la cornisa y dio un paso atrás. Su crespo, rojizo e incontrolable cabello se agitaba con el aire, su curioso vestido blanco brillando a la luz de la luna hacía una danza curiosa. Ella se acercó un poco más al final de la cornisa volteó hacia él, extendió su mano, sonrió y de sus labios salieron las palabras más inesperadas

- Vamos a andar por los cables- y así ella se acercó nuevamente hacia los cables de luz

-¡ESPERA!- él se detiene a pensar qué clase de pregunta podría detenerla de aquella mortal hazaña- Dime algo que anhelas hacer...

Ella volteó a mirarlo y sonrió ligeramente al escuchar la pregunta- ¿Nunca te emocionó volar?-

-¿volar?-

-¡Por supuesto! Así como las aves o viajar al espacio...-

-Eso del espacio suena muy bien, ¿Cómo te llamas?

Mientras mira el cielo y se aproxima a los cables. Se detiene, gira coquetamente su cabeza y le responde suavemente- Marlene, ¿Cómo debo llamarte?-

-Oh. Marlene, un placer. Mi nombre es el de un cometa que, no hace mucho pasó por aquí

-¿Así debo llamarte?, ¿cometa? Parece que ahora tengo mi pizca de universo.-

-Halley, si no es molestia. Encontré la gracia que me hacía falta. Alégrate, lo has conseguido, con unas pocas palabras me conquistaste, mis días sin ti, serían precipicios, no hay manera humana de escapar a esto que estoy sintiendo

Inició entonces un fugaz e intenso romance, de esos que solo la casualidad permite cada algunas décadas, de esos que las fuerzas de la química se niegan a dejar unidos por la concordancia tan amena de las almas.

Aquella tercera vez en "la Bohemia" cuando ella lo reconoció entre la gente, corrió hacia él, en esta ocasión ella lo perseguía con lágrimas al filo de los ojos, nada la detuvo, no sintió el vacío a sus pies o hizo caso omiso a él pues ya se encontraba bajo el volcán, no podía caer más profundo... ¿o sí?

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