Capítulo 3

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Leah

Desperte sobresaltada por un disparo, de inmediato miré a mi alrededor, todo estaba en su lugar, tome una pistola que guardaba dentro del cubo multiusos. Salí de la habitación temiendo ver el cuerpo de Zeke en el suelo o peor aún ver como me apuntaba con el arma, pero nada de esas situaciones se presento de hecho todo estaba silencioso, otro grito, camine hasta llegar a la sala y me encontré con Zeke mirando por el ventanal con una camisa negra de manga larga y un short de color verde limón. Dejé la pistola en la mesa y me acerqué al ventanal. Entendí que el disparo y los gritos venían de fuera, miré por el ventanal, la policía arrastraba a una mujer de unos treinta años con cabello rojizo como antorcha y lacio cuál seda y a un hombre de cabello marrón y enredado de la misma edad que sangraba de su rodilla, miré a Zeke, estaba absorto en la escena. Regrese la mirada.
- ¿Cuales son sus herencias? - pregunté.
- Él es un verdino aun no sé la de ella.- su tono sonaba rígido. Antes de poder formular otra pregunta los gritos y lloriqueo regresaron aunque ya no eran de aquella pareja, sino de dos pequeños niños que salían a rastras del edificio. Sentí como se me cerraba la garganta y mi estomago se revolvía. Miré de soslayo a Zeke sus manos estaban en puños y su mandíbula apretada, dio un paso al frente. Regresé la vista a donde estaba "la antorcha" quién luchaba con los policías, sus lagrimas brillaban contra la luz de la luna. De pronto los policías se movían más lento como desubicados tomaban sus armas e intentaban disparar pero no funcionaban, el hombre lo notó y de inmediato hizo crecer enredaderas sobre los pies de los policías y bajo sus transportes, "la antorcha" compartió una mirada con su pareja y dejó fluir su herencia.  Burbujas de agua rodeaban el lugar, flotaban delicadamente hasta llegar a las cabezas de sus oponentes y se instalaban ahí como si fueran cascos, los policías intentaban quitárselos, pero era imposible, los policías luchaban contra el agua hasta que caían ahogados, los primeros en caer fueron los que sostenían a los niños, ellos corrieron lejos, las alcantarillas de alrededor se abrieron instantáneamente. Miré a Zeke, su mirada fija en los pequeños.
-¿Zeke que haces?...- mi voz que intentaba ser dura salió de mi boca como gelatina,
- Les doy una oportunidad de vivir.- él ni siquiera me miró.
Los niños corrían directo a la alcantarilla, sus cabellos eran marrones como los del hombre y lacio como los de la antorcha. Miré a la pareja, combatían hombro con hombro, más automóviles llegaban y con ellos más policías y militares. Se escuchó un disparo seguido de un grito infantil, uno de los niños el que parecía más chico cayó al suelo, de su pierna emanaba sangre.
-¡Peter!- gritó el otro que ya estaba por entrar a la alcantarilla.
- Sana lo. Leah.- la voz de Zeke me sorprendió.
-¡Leah!- sus ojos me miraban suplicantes. El pánico invadió mi cuerpo, miré al niño llamado Peter este se arrastraba por el suelo.
-Yo no...-
-¡HAZLO!- gritó, concentré mi vista en la herida, ya no estaba la bala y el impactó había sido mínimo, como si Zeke la hubiera intentado detener. Comencé a unir y sanar el músculo y la piel, hasta que quedó solo una cicatriz. Peter comenzó a correr un poco sorprendido, su hermano lo tomaba de la mano, un segundo después ya estaban entrando a la alcantarilla, en cuanto ya no fueron visibles Zeke cerró las alcantarillas, un suspiro salió de sus labios. Miré a la pareja "la antorcha" miraba hacía la alcantarilla aliviada, pude notar que era de descendencia asiática, el nudo en mi estómago se hizo más grande, conocía lo que pasaría ahora, escuche el disparo, Zeke se recargó en el vidrio sus ojos apretados, pude escuchar como sus dientes chocaban y su mandíbula se apretaba, la antorcha cayó al suelo con la cara desfigurada por el impacto de la bala, el hombre soltó un grito desgarrador que me heló la sangre, las enredaderas crecieron por las calles y los edificios cubriendo tambien parte de nuestra visibilidad. Otro disparo surcó el viento, Zeke se retorció de nuevo, emitiendo un extraño sonido, no pude ver el cuerpo del hombre muerto, pero sabía que estaba muerto pues las enredaderas frente a nosotros se secaban a la misma velocidad con la que habían aparecido.
Toqué el brazo de Zeke, él seguía mirando a fuera, una gota de sudor resbaló por su nariz.
- ¿Estás bien?- pregunté, estaba muy afectado, no respondió.
Miré el reloj marcaban las tres de la mañana.
- Tal vez necesitas una ducha- esperé una reacción, nunca llegó- en el cuarto de invitados hay una.- recordé que ayer no se la había mostrado. Él seguía inmerso en sus pensamientos. Empecé a analizar todo lo que habíamos visto y hecho, estaba furiosa habíamos actuado como unos completos novatos.
Zeke se separó repentinamente del vidrio y me miró, su mirada era tranquila.
- ¿Ése edificio tenía el programa contra novogen?- preguntó.
- Sí, todos los de la zona lo tienen.- dije aun sorprendida por su repentino cambio.
- Entonces harán una revisión en toda la zona y realizarán estudios a sus habitantes, por lo que llamaras a Aaron para que mande a alguien y recoja todas tus cosas, antes de irnos le dirás al casero que ya no quieres seguir hospedada aquí y que alguien vendrá por tus cosas. - Hizo una pausa y se llevó las manos a la nuca.- emm..me agradaría tomar una ducha en la habitación que decías. - terminó con una sonrisa apenada, asentí levemente y caminé hacía la habitación de invitados, noté que me seguía a paso lento y pesado, arrastrando de vez en cuando los pies.
Después de dejarlo en la habitación, me recomendó que también tomará una ducha o que regresará a dormir, asentí sin saber que decir y me retiré a mi habitación, me di una larga ducha y me metí en la cama, estaba tan cansada que me quedé dormida en segundos.

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