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No tenía ganas de obedecer, ni de salir, ni de... hacer cualquier cosa que implicara moverse o usar el cerebro para algo que no sean sus pensamientos privados. Los únicos que le importaban. Se estaba cambiando, afuera hacía frío, no demasiado, pero lo hacía. Se puso unos jeans azules, una camiseta gris y unas ''Vans''. Encima de eso se puso un suéter también gris pero de un tono mas oscuro, por la parte de adentro era amarilla fosforescente. Se colocó el gorro y se la cerró. Salió del cuarto y caminó casi corriendo, bajó y se dirigió a la puerta. En cuanto puso la mano en la perilla fría su madre lo detuvo.

_En realidad no lo decía enserio pero, ya que vas ¿podrías comprar miel?- le pidió su madre

_¿Para que quieres miel?- repuso Leroy con el ceño fruncido

_Oh vamos, ve y compra lo que te dije. Olvida tu terquedad y hazle un favor a tu madre.

Suspiró y le puso la mano al frente a la madre. Le estaba pidiendo el dinero para la compra. Le puso unos 10 euros en la mano. El los miro con despreció y se los metió en el bolsillo. 

Son mejores los dolares- pensó- tienen mejor aspecto.   

Salió de la casa de mala gana mientras se quejaba entre dientes, se sentía frustrado, estresado, muchas cosas al mismo tiempo. Ya no consideraba el riesgo de explotar, ni siquiera lo recordaba aunque en realidad parecía que ya lo había hecho, y peor que nunca. 

Caminó un rato con la mirada baja al piso gris, con las manos en los bolsillos y el cabello despeinado tapándole los ojos. En realidad no tenía ni la menor idea de donde estaba casi todo en general. Apenas sabía donde se encontraba su casa. Al los minutos encontró una pequeña tienda, aunque estaba casi seguro que allí venderían lo que buscaba. Cruzó la calle y miro el letrero, estaba tan desgastado que no se podía leer el nombre. 

_Pffft...

Entró y miro a su alrededor, los estantes tenían pequeños huecos hechos por insectos, los precios estaban escritos totalmente a mano, las refrigeradoras escurrían agua fría y el mostrador no parecía un mostrador. Detrás de la mesa que fingía ser el supuesto ''mostrador'' había una señora de mas o menos unos 55 años. Tenía cara de odiar su vida. Apenas entró sonó un extraño timbre que parecía estar dañado. La señora lo miro inexpresiva, luego sonrío de una forma reconfortante. Leroy sintió una extraña sensación que le recorría la espalda. Le devolvió la sonrisa a la señora. 

U-Uh... ¿Usted tiene miel?- le dijo nervioso

Se ruborizó levemente, había formulado la oración de una forma muy poco natural y ademas no supo como retener su acento. La señora asintió, salió de el ''mostrador'' y se metió en uno de los pasillos que formaban  los estantes de madera. Leroy se limito a seguirla en silencio. La mujer mayor hojeo un montón de botellas, al encontrar lo que buscaba movió la cabeza hacía arriba. Le mostró la botella a Leroy. 

_Es miel de abeja, ¿es lo que buscabas, cariño?- dijo por fin la señora.

_Oh, ehh... Si... si... gracias- murmuro Leroy avergonzado

_Aquí tienes, son 2€.

Leroy hurgó en sus bolsillos y saco un billete de 2€. No estaba seguro de haber sacado lo correcto, miraba al piso con la mano extendida, la señora lo miraba extrañada. Agarro el billete y se dirigió al mostrador de nuevo, con Leroy siguiéndola, agarro una bolsa y metió la botella. Se la dio a Leroy, el la agarro, se despidió con la cabeza y salió casi que corriendo. 

Esa fue la experiencia mas incomoda que e vivido en mi vida- pensó.

Tuvo que caminar un par de manzanas hasta asegurarse de perder la pequeña tienda atrás, en cada paso la bolsa sonaba de una forma irritante, ponía bastante nervioso a Leroy. Aún no quería volver a su casa, necesitaba despejar mas su mente, aunque lo que paso en la tiendita no le ayudo mucho. Dio pasos largos y apresurados hasta encontrar un parque del otro lado de la calle, estaba totalmente desierto, eso le alegraba muchísimo, iba a poder estar solo por fin. Cruzó la calle mal asfaltada y entró en el parque. Los arboles se mecían con el viento suavemente. Esté respiró profundo y buscó con la mirada un lugar en el que se podía sentar y mirar el cielo. Encontró un árbol con un tronco demasiado grueso, se sentó recostado a la dura madera, puso la bolsa a un lado y clavó la mirada en el cielo gris.  

WENO, eso fue todo por hoy, voten, comenten y siganme. Bye bye. :3


La estupidez humana según LeroyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora