Capitulo 6

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-Bueno, bueno, Joshua, y

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-Bueno, bueno, Joshua, y... la señorita Galán, ¿no? –siseó Jacob.

El buen humor de Joshua se desvaneció y le devolvió el diario a Scarlette, pero ella miró a Jacob con una sonrisa cortés. 

–Buenas tardes, señor Blake –le saludó ella.

A Jacob se le unió el caballero de Cherburgo quien Joshua había aprendido finalmente que se llamaba Edward Kent, la Sra. Brown, Sebastian Bach, Robert Vallido, su esposa y su hija, quienes miraban a Scarlette con el mismo tipo de desprecio que le habrían dado a cualquiera por debajo de su clase.

-La señorita Galán fue de alguna ayuda a mi hijo ayer por la noche –añadió Jacob hablándole directamente a sus compañeros.–Él pensó que sería divertido ponerse a caminar sobre la barandilla, como una especie de artista de circo... pero como no lo es, se resbaló y cuando sucedió la señorita Galán estuvo ahí para atraparlo a tiempo.

Julieta suspiró audiblemente y Joshua cerró los ojos, la onda de humillación atravesándolo era insoportable.

Bach se burló. 

–Si, parece que la señorita Galán estaba en el lugar correcto en el momento adecuado. La animación en tercera clase debe haber sido aburrida en comparación...

Jacob seguía mirando a Scarlette con una expresión astuta y poco amable. Joshua estaba impresionado con la total falta de consternación de la muchacha, parecía que realmente era tan valiente como demostraba.

-¿Va a unirse a nosotros para la cena? –Preguntó Robert por primera vez, Julieta miró de pleno a Scarlette, denotando la expectación en sus ojos.

Scarlette tomó nota mental del sutil descontento en la voz del hombre, pero asintió.

–Tendré que consultar con mi compañero de viaje, pero si, tengo la intención de asistir. Gracias por su amable invitación, señor Vallido– volviéndole a sonreír, quién le respondió con un gesto de cabeza.

El señor Kent, en silencio hasta el momento, dio un paso corto hacia Scarlette.

-Será una maravillosa oportunidad para conocerla, señorita Galán. Debo decir que nunca he conocido a alguien que haya viajado en tercera clase antes, así que me gustaría escuchar sus historias de la vida debajo de la cubierta.

-¡Por el amor de Dios, Edward! ¿No quieres también que te traiga una o dos ratas cuando venga? –Dijo señora Brown con su voz fuerte y contundente. La madre de Julieta se quejó un poco ante la mención de las ratas, mientras que Julieta miró hacia Joshua.

-Ella no habla enserio ¿verdad? ¿Hay ratas en este barco? –susurró entre dientes.

Joshua puso los ojos en blanco y lo único que le impidió estallar fue el gesto en los labios de Scarlette, que estaba conteniendo la risa. 

–No querida. No hay ratas en el Titanic

Julieta se mostró no del todo convencida, pero seguía mirando siniestramente a Scarlette como si esperara que le tirara de su bolsillo uno de esos bichos.

El toque de corneta para el té de la tarde se hizo eco en la cubierta y rompió el edificio de tensión que se había creado. Jacob le dio gruñido a Scarlette, al igual que Bach, mientras el Sr Kent y el Sr Vallido expresaron su interés en reunirse con ella de nuevo en la cena. Julieta y su madre alejaron rápidamente a Joshua, para no darle oportunidad de darle mucho más a Scarlette que una sonrisa de disculpa.

Scarlette se quedó a solas con Margaret Brown, quien le sonrió con cierta melancolía.

-Encantador, ¿no? –dijo señalando con un gesto al grupo saliente.

La chica miró hacia otro lado, sus pensamientos todavía estaban completamente dominados por Joshua. 

–Nadie dice que vivimos en la era de la igualdad.

La señora Brown se echó a reír. 

–Me gustas. Usted tiene un fuego en el pecho y eso es algo raro de encontrar en las niñas de su edad. Entonces, ¿va a seguir con todo esto? Puede que no sea la experiencia más placentera que tenga.

Scarlette se apoyó en la barandilla y le sonrió a la mujer mayor.

–Bueno, el entretenimiento en tercera clase es bastante aburrido.

-Permítame dudarlo, creo que me divierto más allí –La mujer le sonrió con picardía, y la miró de arriba abajo con expresión pensativa. 

–¿Qué está planeando usar esta noche?

Scarlette miró su falda de lana. 

–Yo... no estoy muy segura –admitió ella.

-Venga conmigo, entonces. Vamos a tomar el té enviado a mi camarote –Le tendió la mano.-¡Vamos!, creo que tengo el vestido ideal.

Y depositando su confianza en la buena mujer, Scarlette le tomó la mano.

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-Bueno, creo que puedes nombrarme tu hada madrina –bromeó la señora Brown después de prender los últimos botones del vestido de Scarlette.

-Creo que sólo funciona si estuviera buscando al príncipe azul –respondió ella con una sonrisa mientras miraba en el espejo su transformación.–Nunca he usado algo tan hermoso.

El vestido era de satén rosa, con una superposición de encajes champagne cristal, la falda era delgada, cubierta por cuentas encima del encaje. Las mangas, también de encaje, iban cortas, y el escote cuadrado resaltaba sus atributos gracias al corsé firmemente atado.

El toque final fue una amplia faja de raso con un lazo que descansaba a lo largo de la curva de su pecho izquierdo. Unos guantes largos de marfil y unos zapatos con detalles dorados completaban el conjunto. Scarlette se quedó contemplando su reflejo en silencio.

-Gracias, señora Brown. Es muy amable de su parte prestarme el nuevo vestido de su hija –dijo Scarlette, por fin.- ¿Esta segura que a ella no le importará?

-Ella tiene un centenar de vestidos, querida. Está estudiando en la Sorbonne, en París, y decidió quedarse hasta fines de la primavera. Sólo estoy trayendo parte de su enorme armario –explicó

–Bueno, entonces supongo que estoy lista.

La señora Brown se echó a reír y la tomó de la mano 

–Entonces, vamos a la fiesta mi niña... ¿Quién sabe? Quizá encuentres a tu príncipe encantado.

                                                                                   ****

Joshua esperaba con su padre y Robert a los pies de la Gran Escalera. La sala de recepción estaba exquisitamente decorada como el comedor, los camareros, elegantemente vestidos, se abrían paso entre los pasajeros ofreciendo aperitivos y entremeses en bandejas de plata, y la orquesta tocaba una alegre melodía.

Julieta estaba sentada a varios metros de distancia con su madre de pie detrás suyo. Ambas conversaban amablemente con las señoras Strauss y Hays, pero la menor tenía los ojos fijamente clavados en Joshua, con una sonrisa cordial en su cara disimulando la fría decepción en sus ojos.

Después de conocer a Scarlette en la cubierta, Julieta le había cuestionado largo y tendido a Joshua sobre ella, reacia a aceptar que no había pasado más que el conocerla en cubierta la noche anterior. Sino, no veía razón alguna por la que él volviera a verla ese día y fuera incapaz de pensar en otra cosa.

Cuando él negó las acusaciones, ella salió hecha una furia anunciando que no pensaba acompañarlo en la cena.

Por supuesto, ella no había tenido ninguna posibilidad de elección cuando su madre se enteró y le obligó a asistir.

-Bueno, bueno, supongo que podrá tomar a la niña fuera del país –dijo Jacob con denotable sorpresa en su voz arrastrada.

Entusiasmado por las incrédulas palabras de su padre, Joshua volvió a mirarlo y luego siguió su mirada que se dirigía a dos mujeres caminando del brazo por la escalera. Su boca se abrió.

Scarlette Galán era la visión de la absoluta perfección.

Adelantó su paso de inmediato, llegando a tenderle la mano y ayudarla a bajar el último par de escalones.

-Buenas noches, señor Blake –saludó Scarlette ruborizada por su caballerosidad.

-Señorita Galán, permítame decirle que se ve sumamente encantadora –Levantó su mano y le otorgó un beso en los dedos.–Es sin dudas la mujer más hermosa en todo el Titanic.


"TITANIC" (Adaptación) | (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora