12 de Abril de 1912
En el mar
Joshua huyó precipitadamente del comedor, y sólo fue detenido por la barandilla de la popa; de no haber estado allí se hubiese hundido por la parte trasera del barco con los brazos abiertos para acoger el asesinato de las heladas aguas del Atlántico Norte.
Una vez así, se inclinó lo suficiente para conducir el aire del mar a sus pulmones, y se quedó allí durante varios minutos, mirando la espuma pálida revuelta en la estela del Titanic.
La conversación en la cena se había puesto cada vez peor. Entre el materialismo de Julieta, y los insultos sarcásticos de su padre, Joshua se sintió bombardeado desde todos los costados por una arrogancia cada vez más reprensible. No era quien era, o quien buscaba ser, y cada día parecían tirar más y más de él hacia un abismo narcisista.
Se sentía completamente impotente al no poder detener el empuje que lo arrojaba a una vida que no deseaba.
Cerrando los ojos respiró profundamente el aire frío del mar. Antes de que pudiera cambiar de opinión, se subió a la barra inferior de la barandilla. Otro paso, y otro, y luego levantó una de sus piernas hacia adelanté, ajustando su agarre a la barandilla. Una vez del otro lado, se irguió y se separó de la nave, llenando sus pulmones con mayor resolución con cada respiración. El podía hacerlo... podía hacerlo y sólo se requería un segundo para ello.
Sólo un segundo.
-¡Detente!
La voz inesperada sobresaltó a Joshua y su pie derecho se resbaló un poco, por lo que se aferró aún más a la baranda. Se quedó en shock, mirando sin comprender a la mujer que corría hacia él, su bonito rostro se contrajo en pánico.
A pesar de la bruma de su ira y embriaguez, Joshua la pudo reconocer como la joven mujer que había visto ese mismo día en la cubierta.
-¿Qué estás haciendo? –gritó mientras se paraba bruscamente a varios metros de distancia, como si de repente se diera cuenta que podría asustarlo y hacerlo dar ese último paso si se acercaba demasiado.
- ¡Baja de ahí en este mismo instante! –le gritó.
Joshua la miró boquiabierto, sorprendido por su mandato autoritario, un tipo de autoridad impetuoso pocas veces visto en una mujer.
-¿Cómo dice? –dijo con rigidez, a pesar de su situación, la ironía no se había perdido en él
-¿Qué derecho tiene usted para pedirme que haga algo?
La muchacha se mostró impresionada por su pregunta imperiosa.
-¿Y bien? ¿Va a volver?
Joshua mostró su mejor sonrisa burlona.
-¿Por qué me molesta? Estoy ocupado, ¿no lo ve? –le espetó. En el segundo siguiente quería morderse la lengua al ver la sombra de dolor en sus ojos.
Sin embargo, no sé alejó. Se acercó a la barandilla y lo sujetó por el brazo con su mano enguantada.
-¡Baje de ahí ahora mismo! ¡Se va a caer!
-Señorita, ¿Qué cree que está haciendo?
Estaban tan cerca que podía ver sus mejillas ruborizadas por el frio, y que el dolor en sus ojos había sido sustituido por el fastidio, como si sus problemas no fueran más que las payasadas imprudentes de un niño mimado.
-Lo estoy salvando, ¿Qué otra cosa?
Sus palabras, tan simples y serias, hicieron que sus ojos le picaran, pero parpadeó rápido y se dijo que no era más que el aire frío que venía del agua.
-Ya veo, pero ¿Qué le hace pensar que necesito ser salvado, señorita..?
-Galán
-¿Qué?
-Soy la señorita Scarlette Galán –Le tendió la mano para que se la estrechara, pero se lo pensó mejor y se aferró a su brazo otra vez.
-No me puedo imaginar por lo que esté pasando para querer tirarse al agua.
¡Era increíble! Joshua levantó la barbilla con arrogancia.
-Eso, señorita Galán, no es asunto suyo.
-¡Por supuesto que lo es! Por cierto, ni piense que lo voy a dejar aquí sin luchar.
-¡Usted es insufrible!
-Así me han dicho...
Joshua estaba empezando a sentirse tonto, y un deseo real de acabar con su vida remplazó la euforia provocada por sus peleas. La mujer, que era mucho más bonita de lo que había pensado antes, sonreía y sus ojos oscuros brillaban con una expectativa que lo mareaban.
-Bueno, entonces, usted no debe ser alguien que aprenda muy rápido si no puede darse cuenta cuando alguien sólo quiere terminar con ello.
Ella rió, sorprendentemente dulce y ronca, un sonido que a Joshua se le antojó bastante atractivo.
-Si fuera tan enserio con lo de quitarse la vida, señor, ya lo habría hecho... Y no me ha dicho su nombre.
Después de una pausa, respondió.
-Joshua Blake.
Sus ojos se abrieron y ella levantó la vista sobre su cabeza hacia el cielo oscuro.
-¿Podría volver aquí?. Hace mucho frío y me vendría bien una buena taza de té –Ella se acercó más, hasta que tuvo que inclinar la cabeza hacia atrás para mirarlo.
-Por favor, señor Blake.
¿Cómo podía ignorar esa dulce solicitud? Dio un paso sobre la barandilla y las manos de Scarlette le hicieron de apoyo cuando empezó a girar sobre su pierna. Entonces, el sudor de sus manos lo hizo resbalarse, tambaleándose hacia un lado y soltándose de su agarre.
Sintió que estaba en caída libre, y por un momento, lamentó que no fuera a tener la oportunidad de conocer a la chica guapa que lo quiso ayudar. Ella ahora estaba gritando, gritos estridentes en busca de ayuda que sólo le hizo entrar más en pánico.
Cayó boca abajo, atrapado sólo por su pierna izquierda, que había quedado enganchada en la barandilla. La sangre le subió a la cabeza haciendo que los bordes comenzaran a difuminarse... estaba seguro que iba a desmayarse. Si perdía el conocimiento, seguramente caería a su muerte en el agua profunda, y de repente, ahora no quería más que vivir, tal como la señora Brown le había pedido.
Podía sentir las manos de Scarlette agarrar su abrigo y arrastrarlo en posición vertical con una fuerza que lo sorprendió.
-¡Espera!, ¡Oh, Dios mío, ayuda! ¡Ayuda! Espera, por favor...
Con el sonido de sus gritos frenéticos, Joshua se cubrió con una oleada de adrenalina, arrojó un brazo hacia arriba, llegando desesperadamente hasta ella.
Enseguida la mano de Scarlette sostenía la suya, su guante le daban a sus dedos sudorosos algo que agarrar. Levantó la vista hacia ella, sabiendo que su rostro revelaría terror, pero lo que encontró, a pesar de la alarma en su voz, fue una dulce calma
-Aguante conmigo. Yo no lo dejaré caer -susurró.
Y, de alguna manera, Joshua supo que ella decía la verdad.
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"TITANIC" (Adaptación) | (TERMINADA)
RomanceTitanic Joshua Blake está atrapado en un compromiso con una mujer que no ama, pero en un fatídico viaje a América en el Titanic, el barco de los sueños, conocerá a una mujer que cambiará su vida y le demostrará que por amor vale la pena morir.