Capitulo I

254 25 4
                                    

Era de noche en Baker Street. Una noche silenciosa. La ventisca helada de noviembre se había llevado hasta los más sutiles murmullos y el único sonido que se escuchaba a través de las ventanas de Baker Street era el del suave repiqueteo de la tormenta que cubría la ciudad de Londres. Sin embargo, cualquier susurro que se atreviera a traspasar esas ventanas sería irremediablemente opacado por el maravilloso violín de Sherlock Holmes, que emitía una melodía tan maravillosa como melancólica. La viva imagen del estado de ánimo del detective.

Había intentado, durante horas, olvidarse de lo que había sucedido apenas un par de semanas atrás, pero parecía que su prodigiosa memoria le jugaba una mala pasada ahora que con tanto desespero intentaba sumergirse en su palacio mental y olvidar ese día, el 7 de noviembre, en que había caído en cuenta de la traición de su mejor amigo... su único amigo.

Las visitas de John Watson eran esporádicas, el matrimonio ocupaba todo su tiempo y espacio, los amigos habían pasado a un término inferior al de la familia, algunos domingos recordaba a su viejo amigo de Baker Street e iba a visitarlo de manera fugaz solo para vigilar que todo estuviese en orden, o enviaba un mensaje de texto enviando un saludo cordial. La mayor preocupación de John como Sherlock podía deducir era que de alguna manera recayera en adicciones, o eso pensó hasta que las cosas comenzaron a cambiar.

Era temprano, apenas pasaban de las nueve de la mañana cuando los Watson llegaron a Baker Street. No sabía cómo sentirse al respecto, últimamente al ir parecía que John actuaba ciertamente extraño, como si una constante oleada de ansiedad se negara a abandonarlo. Había aceptado su invitación para ir a desayunar casi como si hubiera estado esperándola y le parecía que no le había agradado por completo la idea de llevar a Mary, pero tal vez se trataba solo de ideas sin fundamento que no tenían razones para ser consideradas, después de todo ¿qué tan buena era una deducción a partir de una llamada telefónica? Pero en cuanto su mejor amigo y su esposa cruzaron la puerta, entendió que no se había equivocado, al menos no del todo. Se respiraba un ambiente de tensión entre los dos y observó cautelosamente a John. Sus ojeras indicaban que llevaba días sin dormir bien, había marcas suaves en la palma de su mano, marcas de uñas seguramente por apretar constantemente los puños y el ligero desgaste de la suela de su zapato indicaba que la cojera psicosomática de la que se había curado, regresaba por momentos.

Mrs. Hudson había preparado un almuerzo como Sherlock había indicado, tras repetir en un par de ocasiones que no era su ama de llaves. Sin embargo había accedido porque el que los Watson visitarían el 221 B de aquella calle, le evocaba ciertas memorias gratas que recordaba con una sonrisa. Las cosas no eran igual desde que el doctor había contraído matrimonio y Sherlock había vuelto a su antigua soledad.

El almuerzo se sirvió en silencio. Sherlock jamás había sido muy conversador, pero en aquella ocasión sentía que debía llenar el silencio.

-Supongo que ya tienen nombre para la niña- murmuro y John asintió de inmediato.

-Digamos que sí...

-Es un nombre tentativo- interrumpió Mary -yo había pensado en...

-No lo digas- esta vez fue John quien interrumpió lanzándole una mirada por demás intensa -no llamaremos así a nuestra hija

-Oh, John... Créeme que no lo hice con mala intención

-Está bien, solo no hables del tema y ya

Mary bajó la mirada apretando la mandíbula, como si intentara contener el llanto.

Sherlock no hizo observación alguna en voz alta, pero fijó la mirada en Mary. Le pareció que los signos de cansancio no se debían precisamente al embarazo, quizá los problemas con John estaban llegando a un grado bastante cuestionable.

El silencio volvió a reinar en el comedor que había sido un tanto ordenado para dar lugar a los platos que se habrían de servir. John se mostraba serio ante la situación, y Mary un poco tensa, Sherlock intentaba sacar un tema de conversación que no causara tanto escándalo como lo había hecho su pregunta anterior, nada llegaba a su mente, era un momento incómodo y prefirió guardar silencio, hasta que un comentario digno acudiera a sus pensamientos.

El silencio envolvente cada vez se hacía más y más incómodo, interrumpido en un par de ocasiones por una mirada hostil que John Watson dedicaba sin sutileza a Mary.

-Mycroft insiste en hacer una cena de navidad- nuevamente. Sherlock se vio en la necesidad de iniciar la conversación -no es que me encante la idea de celebrar... pero quería informar que están invitados

-Gracias Sherlock- murmuró Mary -me alegra escuchar que dos hermanos hagan lo posible por llevarse bien

-¿Seguirás con eso?- John parecía estar exasperándose, tal vez más de lo necesario.

-Solo fue un...

-No digas que fue un simple comentario, porque ambos sabemos que no es así, Mary

Llegado a ese punto, el silencio no solo era inevitable, sino también necesario. ¿Cualquier comentario que hiciera llevaría a una discusión? Esos eran los momentos en los que recordaba la razón por la que jamás iniciaba conversaciones con nadie.

-Siento causar estos problemas- dijo Sherlock con tono de disculpa.

-La culpa no es tuya, John aclaró. No debimos haber venido. Fue nuestro error.

-¿Cómo puedes decir eso a tu mejor amigo? Él es como tu hermano.

Sherlock miraba anonadado tal escena, jamás creyó que aquella pareja tuviera discusiones tan fuertes.

-Sherlock, ¿Nos disculparías un momento?- Dijo John tomando de una manera un poco violenta a Mary por el brazo y llevándola escaleras abajo, en aquel departamento. Sherlock escuchaba la discusión que se tornaba cada vez en un tono más agresivo. El momento culminante de la pelea llegó cuando se escuchó el azote de la puerta del 221 b de manera brutal, tan brutal que Mrs. Hudson salió asustada de la cocina sosteniendo temblorosa una charola con galletas.

Sherlock descendió al escuchar aquel sonido, y vio a Mary sentada en uno de los escalones cerca de la puerta.

-¿Está todo bien Mary?-Sherlock cuestionó, mientras ella disimulaba un llanto limpiando algunas lágrimas de sus mejillas con las yemas de sus dedos.

-Sí, todo perfecto, un pequeño conflicto matrimonial, es todo.

-¿Dónde está John?

-Tuvo que irse, una emergencia en el consultorio que lo requería de urgencia.

Sherlock asintió, algo no andaba bien, John jamás dejaría a su mujer de tal manera y en tal condición.

El Soldado MentirosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora