Capítulo X

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Mary Watson se encontraba en el hospital St. Barts luego del aparatoso accidente que había sufrido. Sherlock Holmes no tardó en aparecer, después de todo, Mary confiaba en John y él sentía la necesidad de protegerla de lo que fuera que él y Moriarty hubieran planeado.

-¿Mary?

-Sherlock- Mary lo saludó con una sonrisa agotada -estas vivo... cuando tuvimos el accidente temí lo peor

Sherlock suspiró y desvió la mirada

-Sí, yo también lo temí. ¿Estás... están bien?

-Sí, creo que sí. Sherlock ¿has visto a John?, ¿sabes si está aquí en el hospital?- lo miró preocupada.

Sherlock intentaba encontrar una respuesta prudente para ella frente a semejante situación, pero preferible era evadir el tema en tanto fuera posible, al menos mientras ella estuviera hospitalizada.

-John está bien, Mary, él está bien. No debes preocuparte por eso ahora

-Sherlock, hay algo que tengo que decirte, pero no puedes decírselo a él- respiró profundo y le tomó la mano -leí los mensajes de John. Sé que no debí hacerlo pero estaba muy preocupada. Había muchos de Moriarty... Yo creí que estaba muerto. Por favor dime que estoy equivocada, Sherlock, por favor, John no pudo habernos traicionado, yo lo conozco y sé que es incapaz

Sherlock se levantó y caminó alrededor del cuarto. Intentar ocultar lo evidente era simplemente inútil e innecesario.

-Mary, yo... lamento no poder desmentir lo que has visto pero John nos ha mentido a ambos, y en efecto, James Moriarty y él intentaron asesinarme

-No, Sherlock- intentó ahogar el llanto -yo sé que tú eres bueno, haz que vuelva a ser el John Watson que tú y yo conocimos. Si alguien puede hacerlo eres tú. ¿Lo harás?

-Lo siento Mary- murmuró -pero creo que ese John Watson nunca existió. Aunque te prometo que si queda algo bueno de él, yo intentaré rescatarlo- suspiró profundamente -hasta pronto, Mary, cuídate y cuida de Rose

-

La tormenta azotaba con brutalidad a la urbe, las personas se mantenían en sus hogares, la magnitud de la tormenta era demasiado intensa como para arriesgarse a salir. Una llamada inesperada a la puerta lo sacó de sus pensamientos; su mente empezaba a obtener conjeturas acerca de la identidad de semejante ser, debía ser demasiado valiente para caminar a lo largo de las avenidas de Londres bajo el cobijo de tal aguacero.

Sabía quién era, y aunque le hubiese gustado evitarlo, aún mantenía la esperanza de que se tratase de una conclusión errónea, finalmente tomó la decisión y tras bajar lentamente las escaleras, abrió la puerta. La expresión del detective lo decía todo, no estaba muy feliz de ver a la persona del otro lado del pórtico.

-Sherlock- una voz conocida intentando contener la calma con dificultad se impuso ante el sonido de la lluvia- Sé que no quieres verme, pero Mary está muerta.

Un escalofrío imperceptible para los ojos del médico, recorrió el cuerpo de Sherlock, fue una gran sorpresa escuchar acerca de la muerte tan repentina de una persona que había conocido y además también había sufrido a causa de la traición de John Watson, sin embargo, él no podía derrumbarse.

-Lo... siento mucho, pero no es mi problema- respondió en tono cortante, mientras estaba a punto de cerrar la puerta en la cara de John. Al echar otro vistazo al rostro del doctor, observó en sus rasgos que su sufrimiento parecía ser real, no pudo evitar sentir un vacío en el interior, además ¿qué es lo que sostenía en sus brazos? Una rápida deducción le permitió descubrirlo, era bastante lógico. –Pasen, llueve mucho aquí fuera, la niña no es culpable de nada.

-Gracias Sherlock

John cruzó el umbral de manera silenciosa y aguardó de pie, nunca antes había imaginado que algún día dejaría de ser bien recibido en aquel apartamento que alguna vez fue su feliz hogar, su mirada recorría todos los rincones, no había cambiado demasiado, no obstante, no tenía la confianza suficiente para acercarse y tomar asiento en aquel sillón que le había servido para descansar hacía solo un tiempo atrás.

-Le dispararon... cuando Rosamund apenas llevaba un par de horas de vida- decía mientras dirigía la mirada hacía la niña que llevaba en el regazo, la cual comenzaba a quedarse dormida.

A pesar de todas las emociones de resentimiento de Holmes hacia Watson, no podía evitar sentir cierta lástima hacia su viejo amigo- ¡Mrs. Hudson!-gritó mientras tomaba asiento en su sillón- ¿podría traerme un par de tazas de chocolate caliente, es una emergencia?

-No soy tu ama de llaves

-Por favor, es una verdadera emergencia. Siéntate John, lo necesitas, y tu hija también- Sherlock miraba con la compasión que no creía poseer a la pequeña envuelta en los brazos de John Watson.

-Te lo agradezco- respondió Watson mientras tomaba asiento y Mrs. Hudson miraba a manera de reprimenda a Sherlock tras llevar las tazas que desprendían vapor a causa de la temperatura a la que se encontraba el líquido contenido en ellas.-había olvidado lo bien que se está aquí, en Baker Street... prometo irme en cuanto se calme la lluvia.

-No te preocupes-mencionó tras adoptar la posición que refería que estaba pensando, cerrando los ojos y juntando las manos, de pronto dejó su asiento por unos instantes para acudir a su recámara y regresar trayendo consigo una manta, la cual entregó a John para posteriormente retomar su posición inicial. -Para la niña, está recién nacida y podría hacerle mucho daño si se queda con esa cobija húmeda, cúbrela bien.- Finalizó acercando una taza de chocolate a John.

  –Gracias Sherlock. Lamento haber tenido que molestarte pero eres... eras mi único amigo-

–Supongo que Moriarty no fue capaz de recibirte en su casa- respondió el detective y cerró los ojos mientras adoptaba su clásica posición en el sillón frente a John, con las manos juntas debajo y con los dedos índices apenas tocando sus labios.

–No entiendo de dónde sacas... escucha, Sherlock, de verdad no me siento con ánimos de discutir, mucho menos contigo

Holmes no respondió. Se quedó en silencio aparentemente sumergido en su palacio mental, haciendo caso omiso de la insistente mirada de John. Sabía que había ido a aclarar las cosas pero para él no había mucho que decir. El único hombre al que había considerado su amigo lo había traicionado sin el menor cargo de conciencia. Solo entonces recordaba el porqué jamás le había gustado hacer amistades ni relacionarse con nadie de ninguna forma, él era su única compañía y no hacía falta nadie más. Creyó que John era el único capaz de contradecir ese punto pero ahora se daba cuenta de que no era de esa forma, realmente no había nadie en quien pudiera confiar.

Cuando abrió los ojos pudo notar que John había bebido el chocolate por completo y ahora miraba la chimenea.

–Buenas noches, doctor Watson- le dijo antes de levantarse y dirigirse a su recámara.

–¿Es todo?- John se levantó también -¿de verdad terminará así?

–No entiendo a qué te refieres

–Ah yo creo que si entiendes

–Lo siento, no puedo ofrecerte más que refugio mientras la lluvia se disipa y lo hago por tu hija, que no tiene culpa de tus elecciones

–Bien, Sherlock- John se puso de pie -me iré ahora, y no voy a incomodarte más

John se dirigió a la puerta y la abrió

–No es la primera vez que piensas que soy un aliado de James Moriarty... pero no olvides quién fue el único que no dudó de ti a pesar de tu supuesta confesión antes de lanzarte de St. Barts

Y con esas palabras se marchó.

Sherlock permaneció impasible, pero muy en el fondo sintió que algo se había roto y él ya no sería el mismo Sherlock Holmes nunca más.  




Nota: Hola queridos lectores, primero que nada gracias por leer está historia, me entristece informarles que no sé cuándo podré actualizar ya que esta obra es una colaboración entre dos sherlockians, y por dificultades de una de ellas, no hemos podido escribir las siguientes partes, dónde presentaremos el desenlace de esta historia, haré todo lo posible porque sea lo antes posible (aunque deba escribirlo todo yo misma). También quería comentarles que si les gustaría leer un par de one-shots que he escrito sobre está misma serie, si dicen que sí los traduciré al español y los subiré a esta cuenta. Una vez más gracias por leer, comenten, compartan y déjenme saber si les gusta o no. Un abrazo sherlockiano. 

El Soldado MentirosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora