Capítulo IV: Romeo y el boticario

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Sabía que había llegado demasiado temprano, después de todo, aún faltaba más de media hora para que llegase pero, no pudo evitarlo. Desde que le llamó la noche anterior, todo entusiasmado porque cada vez faltaban menos días para su cita, la forma en que JongIn reaccionó cuando le pidió que si podían reunirse, le dio a entender de que el chico sabía, que algo pasaba.

El parque en el que le citó, estaba a pocas cuadras de la Universidad y rodeado por algunas cafeterías y heladerías que eran frecuentadas por algunos estudiantes a esa hora de la tarde. Los trabajadores volvían ya a sus casas y la noche se preparaba para ser un punto de encuentro y relajo en quienes frecuentaban las calles.

TaeMin tenía la mirada perdida mientras le esperaba sentado en el banquillo. En su mente, no podía parar de reproducir las palabras de MinHo, la forma en que le había hablado y cómo le había tratado. Su corazón dolía, tal como cuando estaba en la secundaria pero, no había podido sacarse esa opresión aún. Solo ayer por la tarde MinHo le había llevado a conocer el departamento en el que vivirían y ya hoy por la mañana, no había sido capaz de ir a la Universidad mientras el Sr. Park llegaba con un camión de mudanza para sacar sus cosas de su dormitorio.

Lo peor de todo había sido la reacción de KiBum; ni siquiera a él le pudo decir qué era lo que estaba pasando pero, finalmente, terminó cediendo, contándole todo. La reacción de su amigo era justo como se la esperaba y lo entendía. Mientras KiBum le recriminaba todo, TaeMin no pudo hacer nada más sino guardar silencio y sumergirse en su vergüenza.

- Hola TaeMin...

El castaño alzó la mirada cuando oyó su nombre. JongIn estaba de pie frente a él, guapo como siempre, sonriéndole de medio lado. Sin alcanzar a responderle, el chico se quitó la mochila y se sentó a su lado, mirando a lo lejos, instaurando un cómodo silencio entre ambos.

Qué extraño era todo. En primera instancia, JongIn y MinHo parecían ser muy iguales: guapos, populares, confiados y expeliendo seguridad. Pero la diferencia era más amplia cuando los llegabas a conocer tan solo un poco: JongIn era transparente, no más de lo que pretendía demostrar ser. En cambio MinHo, era peligrosamente misterioso e impredecible.

- No te vi en clases hoy... - comentó el otro chico – Nunca faltas

TaeMin sonrió apenado.

- Y... escuché que, escuché, que te fuiste de la Universidad, vieron a un camión de mudanzas y gente sacando las cosas de tu dormitorio, ¿Me dirás lo que está pasando? – preguntó JongIn girándose para hacerle frente – TaeMin, ¿Es verdad que estás abandonando?

- No, no es cierto... yo, no abandonaré la Universidad

JongIn suspiró aliviado.

- ¿Entonces qué era todo ese lío con la mudanza?

- Yo, solo me iré de los dormitorios, viviré en un edificio en el centro...

- Ah, ya veo... ¡Vaya! – exclamó JongIn girándose otra vez, luciendo más relajado mientras arrastraba su cuerpo por el banquillo – Estaba perdiendo las esperanzas de verte todos los días, si te ibas de la Universidad sin siquiera haber ido a la cita conmigo, hubiera sido muy frustrante

- ¿Frustrante...?

- Sí, ya sabes, esperar tanto tiempo para pedirte salir conmigo y, luego de haberlo conseguido, me hubiera sentido un perdedor si te ibas...

- Ah, entiendo... - sonrió TaeMin no muy expresivo, lo que capturó la atención de su acompañante.

- ¿Qué pasa?

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