Capítulo VII: Teobaldo el traidor

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- Que hiciste, ¡¿Qué?!

MinHo suspiró, no era primera vez en aquella conversación telefónica que JongHyun le preguntaba lo mismo.

- Dime que no le cediste todo a TaeMin solo para que el niñito aceptase hacerlas del marido enamorado por tus abuelos

- Ya te lo dije, lo hice

- ¡¿En qué mierdas estabas pensando?! – exclamó su primo por el otro lado de la línea telefónica – No, espera, no estaba pensando, ¡¿Dónde tienes la cabeza Choi MinHo?! ¡¿Acaso no eres consciente del error que has cometido?!

En el momento, no lo había hecho. Para MinHo había sido más importante cumplir con las expectativas que sus abuelos tenían en él y su matrimonio, que las consecuencias que su trato con TaeMin podían ocasionarle a él y a su familia.

- ¡Has expuesto a toda la familia! ¡Nos has dejado sin nada! ¡¿Sabes lo que eso significa?! ¡Lo has arruinado todo y ¿Por qué?! ¡¿Por jugar a la familia feliz con una casa de cerca blanca y dos hijos y medio?!

- Recuperaré todo

- ¡Oh por favor! ¡No trates siquiera de decir aquello cuando obviamente no estás convencido de que así será! – le recriminó JongHyun lanzando palabrotas - ¡¿Pensaste en lo que podría pasar si tu padre se entera?! ¡¿Lo hiciste?!

La verdad sea dicha.

- No, no lo hice... - admitió el moreno con culpa.

- ¡Por supuesto que no lo hiciste! – reclamó su primo.

Ambos permanecieron en silencio por unos minutos. La soledad de su habitación en la casa de sus padres en donde MinHo estaba, solo era rota por el sonido de su respiración y por la de JongHyun a través del teléfono.

Era el tercer día de aquella semana que llevaban ahí y las cosas, sorpresivamente, se estaban sucediendo de mejor manera de lo que él esperaba. La relación con sus abuelos, de pronto se retomó en el punto antes de que él se convirtiese en un adolescente rebelde. Con su abuela tenían largas conversaciones cada día en la terraza, memorando viejas anécdotas, mientras su abuelo se encargaba de avergonzarlo cada vez que podía hacerlo.

TaeMin, había sido maravilloso. No es que MinHo pensase de él de ese modo, sino que el compromiso del castaño respecto a su comportamiento con su familia, había ocasionado los efectos que esperaba. Su padre seguía mirándolos con odio y sospecha, al igual que MinSeok, su madre como era habitual, no parecía sospechar nada extraño pues su propia vida social ya era suficiente para ella. Su abuelo no perdía ocasión de mirar de forma lasciva a TaeMin, mientras su abuela solo lo llenaba de elogios; 'TaeMin, querido, quiero que me acompañes a la hora del té', 'Taeminie, ven, iremos de compra', 'TaeMin, quiero mostrarte fotos de MinHo cuando era bebé' y así. Para su abuela, todo era respecto a TaeMin y con eso, MinHo estaba más que conforme.

La mujer parecía feliz, lucía un brillo de orgullo en sus ojos cada vez que lo miraba y no perdía ocasión en decirle que ahora podía morir en paz sabiendo que su hermoso nieto era amado por alguien tan especial como TaeMin.

MinHo masajeó el puente de su nariz. La llamada con JongHyun era lo que sucedía ahora. No había querido hacerlo, pero, de alguna manera extraña, este juego de mentirle a sus abuelos estaba sobrepasándolo. Los mayores no se merecían aquello y, por desahogarse, había telefoneado a su primo para contarle todo. Lo que no se esperó, es la reprimenda que JongHyun le estaba propiciando.

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