Capítulo 11: La perdición de tu mirada

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Caminaba sin rumbo hacia la noche más oscura. No dejaba de pensar en Mario. Él ocupaba todos mis pasos. Mientras meditaba, me encaminaba hacia un pequeño parque para refugiarme en la soledad. No sé ni cómo tenía fuerzas para caminar, me sentía tan dolido, tan estafado... Pensaba que todo lo que Mario me decía, no lo sentía del todo. ¿Y si Irene no hubiera actuado así? ¿Realmente hubiera declarado su amor hacia mí? ¿Sentía todo aquel amor por mí, o sólo estaba confundido por los acontecimientos?

De pronto, mi móvil comenzó a vibrar. Era él quien llamaba.

- ¿Qué quieres? - Pregunté con tono serio.

- A ti - Respondió el.

- Vamos a ver Mario, no me vengas con gilipolleces. Te dije que qué quieres, no a quien quieres. Así que venga, qué quieres.

- Joder de verdad... llamaba para decirte algo importante pero hablar contigo da asco.

- ¿¡Perdona!? No fui yo el que dejó de hablar de la noche a la mañana, ¿vale? Así que compréndeme, que llevo dos semanas sin saber ni como estas.

- Si sigues en ese plan, cuelgo.

Mario empezó a sollozar. Su respiración por teléfono se agitaba y se podía escuchar perfectamente su voz temblorosa.

- Por favor - Continuó - perdóname de verdad... Elisa me ha contado todo. Yo lo supe dos días antes que tú, por eso te pedí un tiempo. Estaba hecho un lío... Por favor David, perdóname...

Mi mente se nubló. Mario preguntó que si seguía al teléfono, pero no era capaz de articular palabra. Cuando estaba a punto de colgar dije:

- ¡Espera! ¿Y quién te dijo todo aquello?

- J...J...Javi...

- ¿Desde cuándo hablas con él?

- David, no te montes películas. Sólo he hablado con él una vez y porque vino a mi piso y no me dejaba cerrar la puerta, no tuve más remedio que escucharle. Días más tarde hablé con Elisa y me contó el incidente de la chocolatería.

- ¿Lo vas a perdonar?

- Si.

- Vale.

- David... espero que no creas que voy a volver con él ni nada parecido.

- No he pensado eso en ningún momento.

- Te quiero muchísimo David. Por favor, ¿podrás perdonarme?

- Si, pero Mario... Me va a costar confiar en ti de nuevo.

- Sólo mírame a los ojos. La única verdad que necesitas está ahí.

- Estamos hablando por teléfono Mario, no puedo mirarte a los ojos.

- Mira detrás de ti...

Y de pronto apareció, tan elegante como de costumbre.

- ¡Joder! - Grité - ¡Me has asustado cabrón!

Y volví a girarme hacia delante.

- Vengo a decirte dos cosas.

Y se arrodilló caballerosamente ante mí. Lo miré a los ojos, tal y como me había dicho antes que hiciera. Su mira se transmitía sincera, mucho más feliz que antes. Los dos sonreímos y el agachó la cabeza.

- La primera cosa que quería decirte es que me perdones. He sido muy estúpido y he confundido términos. Te juro que no volverá a pasar.

- ¿Y la segunda?

- Que te vengas conmigo a California.

- ¿¡Cómo, cómo!? - Grité, levantándome del banco.

- Amor, que quiero que te vengas de viaje conmigo.

El insomnio de tu mirada [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora