Once upon a time there was You and Me [Precuela de Blood and Roses]

Acto 1

¡Buenas noches! Antes que nada, aclarar que esta mini historia es un Spin-Off, que a la vez funciona como una precuela para mi fanfic titulado Blood and Roses. Por lo que se recomienda para quienes hayan leído esa historia con anterioridad, porque aparecen personajes de dicho fanfiction. Sin más, disfruten de esta nueva creación y de lo que Kamui y Oshin pasaron antes de conocerse.

El inicio que lo cambió todo

Lo sabía de antemano. Sin embargo, no hizo absolutamente nada para detenerlo, para evitar que abordara la nave antes de que fuera demasiado tarde. Lo dejó pasar, incapaz de darle una negativa. Tal vez había visto reflejado una parte de su persona en él y fue lo que hizo que titubeara. Y durante esos segundos de duda ese extraviado conejo logró su objetivo.

El problema real no radicaba en que sintiera empatía por un mocoso que apuradamente conocía, dejándolo abordar en la nave del Séptimo Escuadrón del Harusame, sino en el actuar con el que procedería el actual capitán de escuadrón al percatarse de que existía un polizonte dentro de su tripulación.

¿Lo sacaría a golpes como los que solía propinarle cada vez que lo retaba o le daría un escarmiento final? Con cada momento que tenía para pensar sobre la situación, el escenario se tornaba mucho más macabro. Y muy probablemente ese era el motivo por el que seguía a distancia los pasos de ese pelirrojo.

—Ey mocoso, no deberías pasearte tan campante por la nave espacial de gente que no conoces —habló Abuto con seriedad y burla—. ¿Eres sordo o te estás cagando de miedo por haber entrado a la boca del lobo sin meditarlo siquiera?

—No veo más que a una bola de hombres malolientes que son demasiado ruidosos —respondió, viéndolo por encima del hombro con una sonrisa burlona.

Habían llegado al área del comedor. Justo donde el orden solía perderse un poco.

—No vienes precisamente de un planeta glamuroso. No tienes derecho de juzgar a estos salvajes e indomables piratas. —La broma del crío no había hecho mella en él—. Tú decidiste subirte a la nave de estos apestosos y ruidosos hombres. Deberías dejar de quejarte.

Avanzó hasta sus camaradas. Era hora de que comiera algo y refrescara su garganta.

—Abuto, ¿por qué has traído a este mocoso con nosotros? —cuestionaba con enfado un Yato que no le quitaba los ojos de encima al pelirrojo.

¿Estaba buscando intimidarlo para que saliera corriendo?

—Pensaba que quería largarse de Rakuyou con su madre —mencionaba otro con malicia—. ¿Es que tu mami rechazó tu oferta? ¿Es por eso que has decidido escapar de casa?

—Los niños y sus berrinches —habló un tercero.

Nadie se cortaba con las mordacidades. A nadie de allí le importaba el efecto que sus palabras podrían tener en quien solamente se limitaba a escucharlos con esa impávida mirada celeste.

—Lo vuelvo a repetir. Son demasiado escandalosos para hacerse llamar piratas espaciales.

En el rostro de Kamui no existía expresión que delatara que había sido intimidado o perturbado por su palabrería barata. Ese mirar que lucía tanto distante como indiferente podría estar escondiendo algo mucho más profundo que ninguno de esos salvajes podría imaginarse.

—Yo que ustedes dormiría con la puerta bien atrancada —mascullaba Abuto para los que estaban pasándose de graciosos—. Después de todo, este niño fue capaz de alcanzar a nuestro capitán. En unos años podría ser una verdadera amenaza hasta para nosotros mismos.

El pequeño Yato analizaba con disimulo a quien hablaba con esos que se metían con su persona. Probablemente se preguntaba si había intervenido para divertirse o para desviar el tema que surgió cuando él apareció.