Llegué para traerles momentos azucarados, momentos de diabetes. Así que disfrútenlo, no mueran de ternura y amen a estas criaturitas con todo su ser.
La moneda siempre tiene dos caras
Era la primera vez en mucho tiempo que tenía la oportunidad de probar comida casera. Y un hecho como ese llevó a su mente a divagar, a alejarse del presente y a estancarse indefinidamente en recuerdos del pasado; en esas memorias brillantes, alegres e inalcanzables. Esas que sabían demasiado amargas y dolorosas.
¿Aprendería a dejar el pasado en donde corresponde? ¿Cuándo evocaría su ayer sin que su garganta se le desgarrara en un doloroso intento para no llorar? ¿Situaciones como esas se superaban algún día? ¿Tendría que aprender a vivir con esa carga tan pesada a cuestas?
Apretó sus ojos. Sacudió sus tambaleantes sentimientos y se enfocó en lo que estaba haciendo. Ahora no era ni el lugar ni el momento para ponerse melancólica.
—¿Sabe mal?
Esos celestes ojos mostraban curiosidad y cierta preocupación. Lo cual resultaba curioso considerando que el hombre que la interrogaba rozaba el metro ochenta y lucía intimidante con el bermellón de su corta y despeinada cabellera.
—Puedo prepararte algo más si ese estofado no es de tu gusto.
—N-no. Está bien. Sabe bastante rico.
Si no le creía se lo demostraría con acciones. Aunque eso la llevara a quemarse la lengua por lo caliente que estaba la comida.
—No engullas tan rápido.
Frente a ella estaban otros zafiros iguales a los del adulto que se había encargado de preparar la merienda.
—¿Y por qué tenemos que invitarla a comer con nosotros todos los días?
—Raiko, no seas malagradecido. —La mano del fortachón pelirrojo llegó hasta la cabeza del menor para batirle todo el pelo—. Es ella quien se ha encargado de darle de comer a tu hermanita. Ya que tú jamás le atinas a la temperatura correcta o estás enfrentando a los chicos del Primer Escuadrón.
—No es mi culpa que Aoi sea tan delicada con esa clase de cosas —espetó—. Es tu culpa por estar vagueando con tus amigos y no hacerte cargo de tus hijos.
—Es tu culpa por ser un completo inútil —agregaba Hachi, bebiendo agua con una tranquilidad abrumadora—. Ya te expliqué cientos de veces cómo debes hacerlo y sigues fallando
—¿Quieres que te vuelva a golpear como hace una semana atrás?
—Muchachito, ¿qué te he dicho sobre las chicas?
—Ninguna mujer debe ser golpeada por un hombre a menos que la situación lo amerite. —Recitó con disgusto—. Sin embargo, ella es un Hachi, no es una niña.
—¿Cómo que soy un «Hachi»? ¿Qué se supone que es un «Hachi»? Me estás empezando a mosquear.
—Raiko —pronunció el mayor con un tono amigable que significaba amenaza.
—Los Hachi son personas. Los Hachi son chicas. Y las chicas no deben ser golpeadas por chicos —decía con resignación y temor—. Papá, deja de defenderla.
—Tu madre te hubiera dicho lo mismo. Y hasta te hubiera reprendido. —El rubio guardó silencio, dio un largo suspiró y entendió que debía resignarse—. No querrás que se lo cuente, ¿verdad?
—¡No lo hagas! —exclamó con terror—. Ella es inhumana cuando de castigos se trata. La última vez que Kai y yo hicimos una travesura nos metió en un barril y nos rodó por la escalinata de la nave. Sin mencionar que nos hizo comer verduras durante un mes entero.
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Once upon a time there was You and Me [Precuela de Blood and Roses]
FanficTras despedirse de su planeta natal, Kamui dejó atrás a las personas a las que alguna vez denominó como familia para ir en busca de aquello conocido como "fuerza". Sin embargo, él no era el único que intentaba sepultar en lo más hondo su pasado e in...