Acto 21

102 6 35
                                    

¡Buenas noches, gente bonita! Espero hayan disfrutado de lo efímero que es el fin de semana, y si no ha sido de ese modo, aquí les traigo una bonita actualización. Nos estaremos leyendo próximamente.

El blanco que se tiñe de rojo

—¿Cómo demonios puedes comer tanto teniendo un cuerpo tan minúsculo? —Dai aprendió ese día que no siempre era buena idea invitar a comer a un niño hambriento a menos que esté dispuesto a perder una gran cantidad de dinero—. Mastica bien. No te lo tragues completo o te vas a ahogar.

—Esto sabe realmente delicioso. —Que no parara de atragantarse avalaba lo dicho.

—Esa no es excusa. —Exhaló—. Menos mal gané ese premio o me quedaría en la pobreza.

—Quiero repetir —pidió a la amable mesera que estaba atendiéndolos.

—¡¿Todavía vas a comer más?! —Es cuando pensaba que ni Hachi ni Raiko consumían en conjunto lo que ese crío—. Ahora me queda claro por qué te abandonaron.

—Tienes mucho dinero. No seas tacaño —soltó—. Además, tú dijiste que me invitarías a comer.

—Yo jamás dije nada parecido.

—Y bien, ¿ya pensaste cómo encontrar a tus hijos? —Era la hora de hincarle los dientes a los postres.

—Ya te he dicho que no son mis hijos. —Le repitió—. Y no tengo ni la remota idea por dónde buscarlos. Tal vez a este punto hayan sido secuestrados y estén a nada de ser traficados como mercancía de alta calidad. —A veces le daban ganas de deshacerse de esos dos. Mas al recordar lo que Yuna y Ageha le hacían cada vez que los maltrataba lo obligaba cambiar de postura—. Si eso sucede seré hombre muerto.

—Puedes desaparecer para que no te hagan nada. Ya sabes, iniciar una nueva vida desde cero —sugirió.

—El mismo truco no funciona dos veces, mocoso.

—Ya lo has hecho antes. —Ese hombre se le hacía interesante—. Parece ser que hasta los adultos son capaces de huir.

—Podría decirse que no estaba muy a gusto con mi antiguo yo. —No era afecto a hablar sobre su pasado con las personas que le rodeaban. No obstante, el chiquillo era un desconocido y resultaba más fácil aquello—. Y por eso tuve que reiniciar mi vida.

—¿Estás satisfecho con tu nuevo yo? —Aquella pregunta parecía tener una doble intención.

—La verdad es que sí —respondió con una sonrisa esporádica. Tal vez había recordado momentos agradables de su nuevo estilo de vida—. No puedo quejarme.

—¿Y hay más como tú allá afuera?

—Los hay. Aunque no somos muy numerosos. —Sorbió su cerveza para quitar la sequedad de su garganta—. Y la mayoría están dispersos a lo largo y ancho del universo —Era la primera vez en mucho tiempo que se ponía a pensar en sus congéneres. Los había olvidado por muchas décadas—, fingiendo ser algo que no son.

—¿Fingiendo?

—Los de mi especie pueden resultar muy útiles a otras. Y por ello somos vistos como herramientas de lo más prácticas —pronunciaba, frunciendo el ceño.

—Solamente deben demostrarles quiénes son para que dejen de meterse con ustedes. —Su razonamiento era simplista y adecuado—. En este mundo necesitas que la gente te respete o te tema para que se aparten.

—Eres un chiquillo de lo más extremista, ¿te lo han dicho?

—No.

—Eres pésimo mintiendo. —Se terminó su bebida y quiso probar el filete que había pedido. Una lástima que ya no hubiera nada en su plato—. ¡¿Te lo has comido?! ¡Respeta mi comida!

Once upon a time there was You and Me [Precuela de Blood and Roses]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora