Capítulo 21

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Desde que se reconciliaron en su oficina, Alaitz y Mara habían decidido hacer su relación pública ante todos los medios, y para ello estaban organizando una fiesta muy especial en la casa de Alaitz.

Como habían quedado, ambos hablaron con Lucas y Meredith, la última al final acepto la relación resabiando de porque a ella le tenían que ocultar todo, pero al final se sentía contenta de que su madre estuviera rehaciendo su vida. Ya había olvidado esa etapa de infatuamiento de Alaitz y estaba sentando cabeza de, todavía niña mimada, pero más adulta.

Mientras la fecha de la fiesta se acercaba, ellos hicieron como que todavía seguían separados. No querían que la sicópata se enterara y tramara algo para hacerles la vida imposible, aunque los reporteros no les dejaban tranquilos. Pero eso no impedía de que se juntaran y se demostraran el amor que sentían uno por el otro.

Mara tuvo la oportunidad de compartir más tiempo con Chantal ya que, con la ayuda de Lucas, se escabullía a menudo a la casa de  Alaitz quien ya se la había presentado como su novia.

-Te lo dijeeeeee- reía la niña. – te dije que tú le gustas a mi papaaaaa- y salió corriendo muerta de risa. Alaitz salió detrás de ella para llenarla de besos y hacerle cosquillas y Mara solo admiraba la escena. Se sentían felices.

 Cuando la niña no estaba, daban riendas sueltas a ese deseo de tocarse, besarse, sentirse de todas maneras.

-Parecemos conejos.- Reía Mara una tarde cuando acababan de hacer el amor en el comedor de la casa de Alaitz. Ambos no paraban de reír ante tal ocurrencia. Acto seguido él la llevo a su cuarto para repetir en su cama lo que habían hecho en el comedor.

-Creo que los conejos nos quedan cortos- se burló Alaitz cuando terminaron.

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Dos semanas después de ese encuentro en el comedor, llego la fecha de la fiesta. Entre Lucas Alaitz y el chato, quien se convirtió en amigos de ambos y les prometió que iba a dejar ese mundo, habían preparado un plan para que Bianca tuviera que pedir disculpas a los medios y contar lo que en realidad había sucedido.

Si bien, Bianca sabía de la orden de restricción, también era de las personas que le importaba un pepino las leyes y esto preocupaba a Mara, una mujer de la calaña de Bianca podía hacer eso y más, cosa que ya había demostrado con sus acciones.

Utilizaron al chato, quien se ofreció a seguir ayudándolos, lo que le pedían no era nada que él no hiciera de todas maneras y no lo podían acusar de nada si estaba ayudándolos, ese era el trato. Debía de pasarse como un cliente enviado por el vikingo, haciendo exactamente lo que este le dijo anteriormente, ir a la cafetería y preguntar por Bianca. Todo para que fuera grabada mientras se llevaba a cabo la transacción.

 Por más loca que esa mujer fuera, Alaitz dudaba que fuera a poner su libertad en juego por un simple capricho, y como la orden de restricción también tenía expiración, debía de buscar la manera de chantajearla. El también sabía jugar sucio.

En una de esas reuniones del chato con Bianca (la chili), dejo salir de manera natural que había conseguido el trabajar en la fiesta de Alaitz, ella inmediatamente se interesó obligándolo prácticamente a que ella también pudiera trabajar, prometiéndole una buena cantidad de fármacos gratis. “Ya caíste” pensó el chato. Era cuestión de esperar el día y la hora.

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El día llego donde Alaitz invito a los medios más importantes para que cubrieran lo que sería la fiesta de su regreso a las pantallas grandes. Su padre, sus amigos, su hija, todos estaban presentes, así como Mara y sus hijos, Carie y hasta Eros y su mujer que ya casi estaba de parto, todo esto sorprendió mucho a los reporteros, no paraban de secretearse entre ellos

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