Capítulo 3

579 41 6
                                    

Capítulo 3

Después de la impresión, Mara se volteó en el pasillo, aferrándose a la pared y tapándose la boca para que su llanto no fuera escuchado, no por esos malditos, pero mucho menos por sus hijos. Despacio salió a la calle para no ser escuchada, y una vez allí solo pudo correr, correr como si su vida dependiera de ello, correr como si el mundo se estuviera acabando, aunque sentía que su mundo ya había acabado. Se sentía usada, humillada, inservible, la peor mujer del mundo. No sabía en que había fallado para que Eros, ese hombre a quien veneraba y amaba, la traicionara de esa manera.

Pensó que si hubiese pagado por sexo, o lo hubiera hecho con una simple desconocida, no hubiera dolido tanto. Pero con su prima!!! Inaceptable, imperdonable.

Sumida en sus pensamientos fue a parar al parque, se sentó en uno de los columpios de los niños y comenzó a mecerse como si ella misma fuera uno. La brisa fresca de la noche le daba en la cara haciendo que se relajara un poco, pero al momento de recordar las imágenes de hacía tan solo unos minutos atrás, volvía a llorar sin remedio, y a recriminarse de por qué ellos la traicionaron de esa manera, de que había hecho mal para que su esposo buscara refugio en otros brazos, y por qué precisamente tenían que ser los de su prima.

No reparó que ya era tarde y que el parque a esas horas se tornaba un poco peligroso, solo se dio cuenta de ello cuando un par de jóvenes se le acercaron con la intención de robarle.

"otra vez?" pensó para sí. "Será que tengo un imán de mala suerte hoy?"

Se paró rápidamente, le pregunto a los jóvenes que qué deseaban, cuando estos estaban bajo la luz del farol fue cuando Mara se dio cuenta que el chico que le había robado esa tarde se encontraba allí, reconoció sus tenis y.

-Tú de nuevo? Me piensas robar otra vez? No te fijas que ya te llevaste mi cartera?- le dijo para ver si así no seguían en su plan de atacarla.

El chico, al escuchar la voz de ella se tensó y le dijo a su amigo con la voz baja que se fueran de allí. El amigo no entendía por qué reaccionaba así, pero accedió y se marcharon.

No bien se habían ido, cuando otra persona se acercaba, y cuál fue su sorpresa!!!!

............................

Alaitz salía de una de las tantas fiestas a las que era invitado. Debía hacer acto de presencia para beneficio de su carrera y su fundación, "The Alaitz Proyect". En estas fiestas conocía personas que ayudaban en su propósito de mejorar la vida de niños que lo necesitaban. Lo que no le gustaba era que siempre tenía que lidiar con las típicas mujeres que querían sus 15 minutos de fama a costilla de él. Ya esos tiempos no le apetencia tanto como antes. Tenía 40 años, una hija de 8, Chantal, que adoraba y hacia todo por ella, pero que fue resultado de una noche loca con una de esas busca famas, y, por lo mismo, tenía custodia completa de ella, su madre seguía en busca de esa fama. Quería sentar cabeza, seguir trabajando, pero no con esas ansias de cuando tenía 20. Dice el dicho, cría fama y acuéstate a dormir, y eso precisamente había pasado con él. Fue descubierto bien joven en un centro comercial por un individuo que a primera vista no le parecía de confiar, pero que resultó ser un agente artístico de una compañía de renombre en este medio, y fue ese hombre quien lo introdujo, primero al modelaje, y luego a la televisión chica. Dada la popularidad que adquirió, y para su propio beneficio, decidió cortar el contrato con esta compañía y buscarse un agente que le pudiera facilitar lo que el quería, ser actor de películas de Hollywood.

A pesar que su padre, Eliot Hamilton, era un actor que en sus tiempos fue bueno, no quiso apoyar a su hijo a que siguiera sus pasos, ya que él en muchas ocasiones vivió en carne propia el rechazo y la superficialidad del mundo artístico y nunca pudo formar una familia estable. Pero su hijo, cabeza dura como era, hizo lo que quiso. Al final su decisión fue acertada, porque obtuvo la fama que tanto quería, pero a la vez obtuvo la forma de poder ayudar a otros sin tener que hacer un hoyo en el bolsillo (hambre con hambre no llena). Lo único que le faltaba era formar una familia estable, la que el y su hija Chantal merecían, pero tenía que encontrar a esa persona que lo completara, a ese amor que en tantas ocasiones había representado, pero que no había vivido.

Es Difícil Comenzar de NuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora